P.O.V. VLADIMIR
(Amigo de Qhuinn)
-Luego nena
–susurré mientras besaba por última vez sus labios, nos estábamos calentando y
este no era el lugar para eso -Mas tarde te recojo en el mismo lugar que ayer.
–Le prometí mientras me soltaba de su feroz agarre. Beth me hizo un dulce y
manipulador mohín. –No me hagas pucheros preciosa, estamos en el
estacionamiento de un hospital.
-Bueno, entremos
y salgamos rápido, mis padres saben que corro al menos una hora, no me esperan
pronto. –dijo provocativa. Mordió su labio y sonrió con coquetería-
-Nena. –Suspiré-
Ya te dije que no puedes entrar conmigo…
-Pero ¿por que
no? ¿Te avergüenzas de mí? ¿Es por mi ropa de correr? ¡Pero si combina! –Beth
puso un lindo puchero-
-¿Como crees
eso? Sabes que me encanta el rosa… en ti. –Miré mi apariencia, mi estilo “negro
absoluto” gritaba “satánico” por todos lados.- Te dije que las visitas están
restringidas y solo estaré unos minutos.
-Está bien.
Entonces, te veo mas tarde. No me vayas a plantar como el otro día. –Me
recriminó. Luego me sonrió totalmente ajena a su bipolaridad. Me dió un beso de
tornillo y se fue trotando alegre meneando el culo como modelo de Nike. Ese
balanceo de caderas me recordaba por que salía con ella. Estaba bien rica mi
rubia-
Me bajé de la
motocicleta y le coloqué los seguros. Tomé el casco en una mano y caminé hacia
la puerta principal del hospital.
Un ruido fuerte
me hizo girar, justo para ver como mi moto caía de costado al piso. ¡¿Pero
qué?! Regresé el camino andado casi corriendo para socorrer a mi amada
motocicleta.
-¿Pero que te
sucede? –grité al conductor de un volvo plateado. No podía ver al chofer pero
de seguro que podía oírme si lo puteaba.- ¿No ves que hay una moto ahí
estacionada? –Increpé enojado a una ventana polarizada esperando que el
conductor idiota bajara la ventanilla-
-Lo siento, no
la vi. –Una preciosidad de cabello negro y ojos claros se fue revelando a
medida que la ventanilla descendía. Oh mi dios… ¿pero de donde cayó este
angelito?-
-Ah, bueno.
–Bajé el tono de voz. -Tienes que tener más cuidado. –Le dije, intentando no
babear-
-Lo haré –me
sonrió coqueta y yo le devolví la sonrisa como un tonto- espero no haberle
causado ningún daño a tu… moto.
-Sobrevivirá…-sonreí
restándole importancia al asunto- Pero mi corazón si sufrirá daño permanente si
no te vuelvo a ver – ¿de dondesalio eso? Me di un zape mental, cualquier
oportunidad con esta preciosura acababa de morir por suicidio-
Contra todo
pronóstico, ella empezó a reír y me extendió la mano, yo ni lo dude, le ofrecí
mi móvil, ella escribió su número en él.
-Solo por que
odio causar daño a buenos ciudadanos. –Miré mi móvil y su número estaba ahí,
junto a su nombre SELENA, espero sea su nombre real-
-Bueno, Selena,
tengo que ir a ver a un amigo ¿te llamo mas tarde?
Ella asintió y
salió del parqueo, levanté mi mano despidiéndola como un imbécil enamorado.
¡Por Dios… soy un gay! ¿Que me pasa?
¡Qhuinn y Muhr me han contagiado! Moví
la cabeza, despejándola y levanté mi moto con rudeza, luego me arrepentí y la
acaricié pidiéndole perdón por ser tan tosco. La revisé y felizmente no tenía
más que un par de raspones que pintaría en cuanto regresara a casa. Volví a
colocar los seguros. Miré el móvil y le sonreí a la pantalla, le di un beso
feliz y lo guarde en mi bolsillo. Caminé hacia las puertas del hospital
nuevamente.
No seporque
sentía ahora que madrugar si valía la pena.
Ingresé al
edificio y mi humor se fue a la mierda. Odiaba los hospitales pero me
preocupaba por Qhuinn, enterarme por Muhrder de su estado fue casi un shock, si
que habían mantenido en estricto privado esta noticia, ni siquiera mi tía Iveth
sabía algo al respecto, la madre de Muhr aunque la ve seguido, no le comento
absolutamente nada.
¿Abra venido
Muhr anoche? Sonreí interiormente al recordar su desesperación, me da gusto que
esos dos estén enamorados, son perfectos el uno para el otro, se complementan y
se harán mucho bien.
Como amante
profesional auguro que serán muy felices.
P.O.V. MUHRDER
BLACK
Sonreí
ampliamente, cuando Qhuinn no rechazo mi obsequio, no sabia como lo tomaría, sus
ojos son un tema muy sensible para él, pero parece que metí gol. Aunque se
resista a demostrar emoción alguna, ese brillo en su mirada lo delata.
Casi doy un
salto de victoria de puro gusto, no recuerdo cuando fue la ultima vez que le vi
brillar los ojos por algo que yo haya hecho.
Me acerqué y me
senté en una silla junto a su cama.
-¿Necesitas
ayuda con eso? –negó-
-Ni siquiera
necesito espejo, tengo mucha práctica. -era verdad, se los puso casi
inmediatamente y me miró, tenía una mirada verde oscuro-
-Si te digo que
no hay lentillas que superen la belleza de los originales ¿me creerás? –Se
ruborizó de manera adorable y tuve que apretar mi mano en un puño para no
acariciar su rostro-
-No digas
huevadas Black. -Chasqueo la lengua y cerró los ojos– Quiero dormir, no azotes
la puerta al salir.
-No lo haré. –Me
acomodé en mi silla y empecé a beber el café que originalmente era para Sele.
Reí interiormente. Eso le pasa por metiche-
-¿Aun aquí?
–dijo sin abrir los ojos.
-¿Estas tu aquí?
–respondí.
-¿Qué? –Abrió
los ojos y me miró.
-Si estas tu
aquí, yo estoy aquí. –Sonreí como sin nada y bebí mi café.
-Vete Muhr, tus
palabras ya no tienen valor. –Su voz fue mas dura esta vez.
-Tienes razón.
–dije con un tono cansado. Me miró sorprendido – Tienes razón. Desde la noche
que te besé mis palabras ya no tienen valor, por eso he vivido en silencio
desde esa noche. –Me levanté de la silla y me senté en la cama, casi sobre él-
-¿Qué… qué haces
Muhr? –dijo definitivamente incomodo, lo estaba sacando de su zona de confort.
-Qhuinn… -Lo
miré fijamente- Desde esa maldita noche que me sacaste del camino, yo he vivido
en silencio, por quesabia que si abría la boca solo gritaría desesperado por
miedo a perderte.
-Cállate
Muhrder, corriste tras Diana, lo vi. –Escupió con amargura.
-Si, corrí tras
ella, fui un estúpido, debí dejar que se largara… -dije avergonzado.
-Pero no querías
perderla… –comenzó a estirar las inexistentes arrugas de su sábana-
-¿Qué?
¿Perderla? –Hice una mueca de repugnancia.- Qhuinn, a mi no me importa Diana.
-Por favor Muhr…
ya basta, soy idiota hasta las 9 y resulta que esa hora ya ha pasado, no te
pases… No me vas a ver la cara…
-No –tomé su
rostro entre mis manos- ¡No! Basta ya. Me tienes que escuchar, me tienes que
creer. YO.TE.A.MO.
-Pues
NO.TE.CRE.O –Zafó su rostro de mi agarre.
-Qhuinn – Apoyé
mis manos a ambos lados de su cabeza sobre la almohada- Dime que he sido un
cobarde, un gilipollas indeciso, un imbécil inmaduro, un egoísta y no te voy a
desmentir, pero no me digas que no te amo. Por que es lo único que tengo claro
y es el combustible que usa mi ser para continuar avanzando.
Lo miré
fijamente y puse en mi mirada todo el poder de mi intención.
-No se Muhrder…
han sucedido demasiadas cosas, y…. Y no
se si quiero que me ames. - Eso si fue un puñal que no vi venir y si que dolió.
Trague duro, no
me esperaba esa frase. Pestañee cuando las lágrimas se agolparon en mis ojos.
Estoy seguro que mi nariz se puso roja de las ganas de llorar, lo peor fue
mirarlo y que el no se inmutara, estaba frio.
¿Sera muy tarde?
-Qhuinn… por
favor. –Joder... Iba a empezar a
suplicarle si era necesario.
Un golpe en la puerta,
no me moví, solo seguí mirándolo, rogándole con la mirada que me creyera. La
puerta se abrió. Y un muy sonriente Vladimir entró sin invitación.
-¿Interrumpo?
¿Vengo en otro momento? –No dejé de mirar a Qhuinn, no me importó quien
entrara, si Vladimir o mi propia madre. Necesitaba que creyera en mi amor, que
me volviera a entregar su corazón. Pero Qhuinn no pensaba igual.
-Pasa Vlad, me
alegra que estés aquí. Verte me hace bien. –Eso dolió como la mierda. Qhuinn
miró a Vlad, no me quedo otra que levantarme de la cama y darle espacio.
-Oigan, en
serio, puedo volver después. – Vlad nos miraba con una sonrisa de preocupación
en la cara. Yo ni lo miré, me giré hacia la ventana, esperando que el rostro
lloroso no se me notara tanto.
Vlad cerró la
puerta y se acercó hasta la cama, abrazó a Qhuinn y este le correspondió con
alegría. Yo me sentía como la mierda menos bienvenida del universo. Enfoque mi
atención en la gente que caminaba por el parque frente al hospital, necesitaba
mirar a otro lado antes de que los celos enfermos me jugaran una mala pasada y
reventara a golpes al pobre de Vladimir aquí mismo.
“Es su amigo” -Me repetí mentalmente. Al menos las ganas de
llorar se fueron. Pronto Vlad se sentó en mi silla y yo me quedé sin lugar.
-Oye en serio,
solo quería saludar, puedo venir en otro momento.- Le dijo a Qhuinn pero en
realidad me lo decía a mi. Yo ignore su pregunta subliminal.
-Ni hablar,
Muhrder ya se iba. –Qhuinn estaba decidido a golpearme con su indiferencia. Y
esa mierda dolía. Pero si cree que puede conmigo esta tan equivocado.
-No Qhuinn, te
equivocas, no me voy, pero te daré tu tiempo con Vlad. –Por fin encontré mi
voz y trate de usarla con dignidad. Y
para que supiera que yo estaba bien con eso, me acerque a Vlad y le extendí la
mano.– Me da gusto que hayas venido, solo esperaba que trajeras algunas de las
delicias de Iveth. –Vladimir sonrió enorme captando mi intención. Este tipo es
buena gente.
-Te las comiste
todas antenoche Black y ayer en tu desesperación por venir a ver a Qhuinn te
perdiste la ración que te tenia guardada. –Qhuinn abrió los ojos como platos-
-¿Ustedes se
conocen? –Boqueo un Qhuinn muy sorprendido.
Le sonreí a
Qhuinn y me acerqué mucho a él, me incliné directo a darle un beso en los labios
pero el volteó el rostro, así que terminé besando su oreja, se estremeció y le
susurré:
-Lo conozco por
que es TU amigo, si a TI te importa, a MI me importa. TODO lo que te concierna
ahora me concierne.
Deje un beso
suave en su mejilla y me erguí, sin dejar de mirarlo, Qhuinn estaba con los
ojos cerrados, sonrojado y mordía su labio. Nunca me miró, así que salí de la
habitación dejándolo conversar con su amigo.
Le envié un
mensaje de texto a Vlad, pidiéndole que me escriba antes de irse, quería darme
un baño y rasurarme en el consultorio de mi tío Arthur, pero no quería que
Qhuinn me extrañara o notara mi ausencia.
Qhuinn no me
creía que iba a quedarme con él, no podía arriesgarme a que le entraran las
dudas nuevamente, ahora que al menos me toleraba cerca.
P.O.V. VLADIMIR
(Amigo de Qhuinn)
No pasé por alto
el atisbo de sorpresa en el rostro de mi amigo. He de reconocer que fue una
estrategia muy astuta por parte de Black la mención de mi tía Iveth. Conozco a
Qhuinn y sé que comenzará a rumiar aquella información, no la dejará pasar por
alto.
Mi teléfono
timbro avisando la recepción de un SMS
“No estaré
lejos, avísame antes que te vayas. No lo quiero solo. MB”
Sonreí
divertido, Black necesitaría mucha ayuda. Observé de reojo y Qhuinn estaba mirando
fijamente la puerta por la cual él se había ido mientras acariciaba la mejilla
que había sido besada, era más que notorio que estaba sumergido en sus
pensamientos. Y en esos pensamientos estaba Black. Carraspee rompiendo el
instante de reflexión.
-En serio bro.
Te ves como la mieeeeerdaaa… –Qhuinn resopló y yo asentí burlón.
-Pues gracias
por el cumplido –reí divertido.
-Naaa… en serio,
Black anoche me contó lo que pasaste, tuviste una suerte cojonuda Q, por poco y
te lleva la parca. Después de todos esos días sin saber ni putas de ti pensé
que habías cogido tus cuatro cachivaches para largarte y estaba muy enfadado
contigo por desaparecer de esa manera –lo golpeé en la pierna- ¡No vuelvas a
hacerlo!
-¡Auch! Ni que
lo hubiese hecho a propósito –Entrecerré los ojos.
-Date por
enterado –le apunté acusatoriamente- volviendo al otro tema, en serio bro, te
vez como si hubieses ido al infierno y vuelto ¿acaso no estas durmiendo? Tienes
unas ojeras que harían envidiar a Lord Sith, eso sin mencionar que estas tan
flaco como Jack Skellington –Qhuinn rió divertido y se sujetó el costado,
haciendo muecas de dolor al reir.
-Tú sí que sabes
darme ánimos – gruñó con una sonrisa.
-Otro tema, nada
que ver… así que tu y Black ¿humm? –Enarqué una ceja y le miré atento a su
reacción-
-Nada hay entre
nosotros –negó y evitó mi mirada. Noté como empezó a empuñar la sábana -Para él
no fui más que una probada fácil. La primera vez, me dijo que había sido un
error y me alejé de él Vlad, a pesar de que me quedaba en su casa yo me alejé,
le vi día tras día con esa descerebrada.
-¿La que te
atropello? –Qhuinn asintió. Yo solo asentí lentamente. Muhr me había contado
esta misma historia, solo que desde su punto de vista.
-Hasta los pillé
dándose el lote y a punto de follar en la sala de estar… –Elevé mis cejas.
Entendía la indignación de Qhuinn, esto no se veía bien para Muhr. -Aún así me
buscó de nuevo en ese mismo instante, solo para correr nuevamente tras ella –Me
miró y solo pude ver dolor en esos grandes ojos- pero soy un cabezota ¿sabes?
Cuando ella nos vió besándonos el corrió a buscarla… solo corrió tras ella y
fui tan idiota salí tras él y le saqué de la trayectoria del carro de Diana,
por eso estoy aquí. Cuando desperté del coma él estaba conmigo, me dijo que volvería
y no lo hizo –sus ojos se nublaron con lágrimas que no derramó- estoy hasta las
narices de ser desechable para todos, estoy harto de que me usen… solo deseo
desaparecer de este maldito sitio y ¡AUCH! ¿A qué mierdas vino eso? –Se frotaba
la frente por el zape que le di.
-¡Para ya! De
verdad que me aburres con tu autocompasión. En serio ¿desde cuándo eres la
Reina del Drama? ¿O es que los barbitúricos te frieron las pocas neuronas
funcionales que te quedaban? Te dije que ver telenovelas mexicanas y venezolanas
era tóxico para tu CI.
-Yo no veo esas
mierdas –me dijo con indignación.
-Si claro y yo
jamás veo el canal de Nickelodeon -bufé-
-Vlad, tu si ves
esa mierda. Incluso tu pijama es de Bob Esponja –Moví la mano desestimando el
tema.
-Pero ese, no es
el punto –desvié el tema- Yo sé mejor que nadie que te ha tocado una mierda de
familia y que has tenido que cuidar de ti mismo casi solo y nótese que recalco
la palabra “casi” porque en tu vida estuviste más con tu abuelo que con tus
padres y que cuando él no estuvo acostumbrabas vivir más en mi casa que en la
tuya. Y mi tía Iveth te quiere igual que un hijo, casi te tengo celos.
-Ya, ok.
–Suspiró derrotado.- Pero al menos sabes que tengo toda la razón con Muhrder
–chasqueé la lengua.
-¿Acaso puedes
culparlo? ¿Se te olvidó tan rápido cuanto te costo asumir que te iban más las
pollas que las tetas? –Desvió la mirada- ¿No te quieres acordar? Pues yo te lo
recuerdo, fue hace dos años más menos que comenzamos a hablar del tema porque
no te atraía ni una sola tía del cole y te pille haciéndote una paja viendo a
Jared Leto –se sonrojó furiosamente y me acerqué a él para hacer énfasis a lo
que quería decirle- ¿es necesario que te enrostre que aún no sales del closet?
¿Y que sigues siendo el mito urbano de muchas historias pornográficas que las
porristas inventan? –Susurré- ¿Es necesario que te recuerde que aún eres
virgen?
-¡Cállate!
-¡No me callo!
Porque estas siendo injusto con él. Detente a pensar con la cabeza fría de una
puta vez y deja de autolamentarte, es demasiado patético para venir de ti, en
serio hermano. ¿Crees que para él ha sido fácil aceptar que le gustan las
pollas? ¿Qué un día despertó y ¡ZAZ! Aceptó que le ponen cachondo los tíos?
–negué con la cabeza y chasqueé varias veces la lengua- nop, nop, nop y te
puedo asegurar que no le ha sido fácil, créeme cuando te lo digo porque se pone
muy hablador cuando se emborracha –reí divertido recordando- las ha pasado de
putas y estaba muy confundido –tomé mi móvil y comencé a escribirle a Muhrder-
dale una oportunidad Q-cito, él las ha tenido de perras, dale la oportunidad de
que al menos te demuestre lo que siente por ti –apreté enviar y le miré directo
a los ojos- no arruines la oportunidad de ser feliz solo porque te gusta
revolcarte en tu propia mierda y disfrutas lanzándosela a él, puede que se
canse y realmente se aleje para siempre ¿y eso dónde te dejaría? Sólo y
lamentando lo que podría haber sido una verdadera relación entre ustedes. – Me
puse de pie y acomodé mi remera. -Ahora me largo, pero vendré seguido a darte
la lata, de seguro mañana me paso después del cole, te traeré los apuntes para
que tengas algo que hacer a parte de pajearte viendo a la pelirroja que tienes
de enfermera –yo reí divertido de mi propia broma y Qhuinn rodó los ojos- Cuídate
¿vale? Quiero que salgas pronto de este lugar.
Sabía que le
había dado bastante material para que su rumiante mente masticara por un buen
rato, así que le di un suave apretón en la mano y tras nuestra despedida salí
del cuarto. Esperaba el ascensor cuando este se abrió y Black salió de este, le
cogí del brazo y lo detuve.
-Estoy apostando
mis cartas a ti Black, no la cagues. Qhuinn ha sido aporreado lo suficiente y
es intolerante al abandono, eso lo destroza. Sólo te pido que seas paciente.
Puede que te grite que te alejes, pero sé muy bien que él desea todo lo
contrario, en el fondo solo desea probar tu tolerancia, le lastimó mucho que te
perdieras esos días. Recuerda esto, él tiene fuertes sentimientos hacia ti –me
acerqué lo suficiente para susurrar en su oído- no me defraudes, que si le
dañas tendrán tus padres que recoger tu cuerpo con cuchara o como mínimo
terminarás tomando sopa con pajita
Si hubiese
podido habría reído a carcajadas por su cara, pero aquello hubiese matado el
mágico momento, así que antes que se cerraran las puertas del ascensor ingresé
y con una inclinación de cabeza junto a una cabrona sonrisa como despedida, fue
lo último que él vio de mi.
P.O.V. Qhuinn
Lohstrong
Froté mi mano
buena por mi cara y evité un suspiro ¿realmente me estaba comportando de esa
manera? ¿En serio? Me llamó “Reina del Drama”. Diablos, no me había dado cuenta
de lo profundo que estaba sumergido dentro de mi mierda.
“¿Qué más puedes
esperar? Has estado por días en este hospital en coma, llenando tu puto cuerpo
con anestésicos y medicación para
inducir tu calma porque con tus arranques de “Diva” te dio por dártelas de
Harry Houdini, sabes que pensar demasiado las cosas es pésimo para ti,
cabezota”
-Mierda, maldita
voz de la conciencia… -Dije para mi mismo mientras intentaba rasquetear la piel
de mi brazo escayolado, después de la conversación con Vlad logre
visualizar mi comportamiento desde
afuera y de verdad que me avergonzaba de mi mismo, estuve realmente insoportable
con las enfermeras, sobre todo con aquella pelirroja, aún así pienso que el
doctor Mortis se lo merecía al igual que toda la familia Black… Bueno, tal vez
no toda. Sele ha sido buena conmigo…
“¿Y qué sobre
Muhrder?”
-Es un grano en
el culo –mascullé entre dientes.
Pero en el fondo,
bien en el fondo, sabía que Vlad tenía razón, fui lapidario y ni siquiera le di
un atisbo de oportunidad para que justificara su ausencia, no sabía que le
había retenido allá afuera, tal vez le sucedió algo ineludible… o a su perfecta
familia americana.
-No, no tiene
justificación –dije para mi mismo.
Él podría haber
llamado, o tan siquiera un mensaje o una nota con cualquier persona –empuñé mi
mano- sin embargo solo desapareció, lo peor de todo fue que no cumplió con su
palabra, el dijo que vendría y me abandonó, al igual como lo ha hecho todo el
mundo una y otra vez… como lo está haciendo ahora, en la primera oportunidad se
marchó.
Desvié mi mirada
del techo hacia el vial del suero que goteaba con tranquila letanía, no había
mucho que ver, pero es lo que hay. Mis ojos comenzaron a cerrarse producto del
cansancio en el momento en que la puerta se abrió, mi corazón saltó a mil por
hora, pero mi amargura creció de manera exponencial cuando la pelirroja
enfermera ingresó.
-Te he traído tu
almuerzo, por favor, trate de comer aunque sea algo –dijo antes de irse-
Apreté mi
quijada y suavemente empujé la mesa con ruedas lejos de mi alcance, con solo
sentir el olor a comida mi estómago se revolvía de pura rabia, frustración…
Dolía y mucho.
-¿Qué hice mal?
Susurré para mi
mismo mientras despacito me hacía bolita en mi cama e intentaba solo
desaparecer entre las mantas, mientras una profunda pena contaminaba mi corazón
y silenciosas lágrimas surcaban mi rostro.
Más profundo,
más abajo.
Estaba ya
agotado de todo esto, me sentía destrozado. Toda esa tristeza comenzó a
desbordarme en un llanto desgarrador que intentaba, de manera infructuosa,
contener.
-¿Qhuinn?
¡Qhuinn! ¡Joder qué pasa! – La voz de Muhr llenó mis oídos, pero no alcanzó a
mi corazón herido.
No podía hablar,
me giré apenas y me aferré a él como si mi vida dependiera de ello mientras me
desahogaba.
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