domingo, 17 de agosto de 2014

Capítulo 15



A
LEXANDER
Con una toalla envolviendo mis caderas, otra restregando el pelo, una sonrisa está pintada en la cara mientras salgo del baño, la sonrisa es de satisfacción pura, de sentirme al fin completo, esa sensación recorre cada parte de mi ser.

Hago una mueca, cuando sin querer rozo la herida en la parte de atrás de mi cabeza, pero es efímero, porque se me va todo rastro de dolor cuando el cuerpo desnudo de Ang me recibe. Aún estamos en el "Santuario", en su dormitorio y él allí gloriosamente desnudo en la cama, con ese cuerpo fibroso, duro. Mío.  

Ahora, sé más cosas de este mundo, secretos que jamás hubiera soñado en mi vida, en el trascurso de unas horas, pero sobre todo sé que amo a alguien tan especial, que me consume todo rastro de inhibición, no me importaría salir y gritar que por fin encontré lo que sin saberlo buscaba en esta vida.

Ang al verme se despereza de manera muy gatuna, se levanta acercándose a mí y sonríe.

El deseo se enciende de nuevo en mi cuerpo, pero ahora es a él a quien deseo en mí, así como lo tuve yo.  Su entrega me ha calado hondo, me permitió tomarle como nunca antes lo habían hecho, he sido su primero y seré su único, aquello removió de manera importante mis sentimientos, el sentir como de manera humilde se entregó en cuerpo y en alma a un inexperto. Ahora, lo tengo pegado a mí, su aroma me invade de nuevo.


El nerviosismo me hace dudar ¿Qué debo hacer? ¿Cómo entregarme a él? siempre lo he hecho con mujeres, es sido el que lleva el control en todo, primero en las decisiones sobre mis estudios, luego en la empresa, en la cama y ahora, enamorado hasta las trancas de otro hombre, sé lo que quiero, lo quiero a él, pero no sé cómo debo actuar


-Te deseo, Ang.

No dice nada, solo desliza sus labios por mi barbilla y comienza a besar de manera golosa mi cuello, sorprendido me doy cuenta que la toalla ha desaparecido de mis caderas y la sensación de piel contra piel por poco me lleva al orgasmo como si fuera un adolescente hormonado, me insta que me coloque de cara contra el muro y que separe mis piernas. Cierro, abro mis puños contra la pared, está pegado a mi espalda, su aliento me eriza la piel.

El deseo hace que mi verga supure, las palmas apoyadas y la cara vuelta para ver como se sitúa e inicia un descenso y ascenso por mi espalda, se frota con descaro mientras sus manos recorren mi cuerpo con pericia, acariciando todo de una manera llena de avaricia, siento como su insipiente barba se restriega una y otra vez, tu torso sus manos, todo él se frota en mi provocando que mis niveles de calor se eleven febrilmente.

-¿Qué estás haciendo? –Pregunto entre jadeos-

-A tu cuerpo le falta algo –Dice mientras su ronroneo se acentúa aún mas-

-¿Qué… qué falta? –Me insta a quedar frente a él-

-Mi olor en ti Lex, me gusta que huelas a mí

Gimo ante sus deseos y mi cabeza se azota contra el muro a mi espalda cuando entierra su rostro en mi sexo, frotándose, acariciando mi verga y mis testículos con sus mejillas y labios, inhala con fuerza como si estuviese disfrutando de mi aroma. Me insta a que me recueste sobre la mullida alfombra y lo observo, es un verdadero predador al acecho de su próxima comida, su mirada es hambrienta y llena de necesidad, comienza a gatear de manera muy felina mientras sube por mi cuerpo acariciando todo a su paso, repitiendo el proceso de frotarse en mi, aquello me tenía ardiendo, mi pene ya dolía de necesidad.

-Ang por favor, tómame. Hazme tuyo.

El muy cabrón sonrió y se lamio los labios como si estuviese a punto de zamparse el más delicioso bocado, me estremecí. Enterró su rostro en mi cuello, lamiendo y dando suaves mordidas, comenzó el descenso dejando un rastro húmedo con su lengua, ocasionando un nudo en mi estomago, separó mis piernas y se acomodó entre ellas, alzó mis rodillas hasta sus hombros, me sentía expuesto, sin embargo,  y tal como si estuviese frente a un banquete comienza a devorar mi entrada, me acaricia y lame.

-¡CRISTO SANTO!

¡Él tenía su rostro enterrado allí! ¿Cómo es posible que se sienta tan bien?

Con la ayuda de sus dedos comienza a dilatarme, primero con un dedo, la sensación es extraña, pero no mala. Escuche el chasquido de un tubo al abrirse, el lubricante. Esparció el gel en sus dedos y logro penetrarme con dos, mi cuerpo se dilataba y el anillo de músculos comenzó a aceptar la intromisión, me expandía abriendo sus dedos.

-Esto te gustará, relájate y disfruta amor.

Nuevamente enterró su rostro en… allí, solo que esta vez separó mis nalgas y logró deslizar su lengua en mí, casi por reflejo quiero de nuevo cerrarme a su invasión, pero el querer ser parte de él, demostrarle que confío y que me entregaré con mi corazón y cuerpo son más fuertes. Me rindo a él y me intoxico con su lujuria.

Sí, me rindo a ese placer que siento al tener a Ang acariciándome de una forma tan íntima y dedicada que jamás soñé que permitiría a hombre alguno, me deja tembloroso y excitado, la forma en que me prepara me hace desear más, desear tenerlo en mi cuerpo como él me dejó estar también en el suyo, con una entrega sin tapujos, sin miedos. Después de todo, el amor es el amor, da lo mismo lo que tenga entre las piernas, solo importa que es el indicado.

-Quiero que me tomes como a tu mitad Ang, déjame ser parte de ti, como me lo hiciste sentir al dejarme estar en tu cuerpo.

Al terminar de decir esa declaración rotunda, es como si hubiera iniciado mis votos de unión, quería pertenecerle para toda mi vida.


Me da una juguetona pero fuerte mordida en la nalga y ríe divertido al ver mi sorpresa, cuando endurezco mi nalga. Después acaricia mis caderas e ingle al mismo tiempo que se va alzando y me insta a ponerme sobre mis manos y rodillas, se posiciona detrás de mí, su polla la ciento dura como barra de acero, llevo mi mano hacia él. Lo escucho gemir al rozarle, su glande está húmedo, supura y se me escapa un jadeo, sé que me desea y me lleno de orgullo masculino al saber que soy yo y solo yo quien provoca aquello en este hombre.

Besa mis hombros en forma suave y en la parte trasera de mi cuello, todo eso mientras se coloca en el lugar adecuado


-Amaré tu cuerpo como nunca antes lo he hecho con alguien Lex, así es como lo hacemos los leopardos con sus parejas. Iré suave, Delicioso, simplemente relájate

Apoyo mi frente en el piso al escucharlo, su voz me pone cachondo, pero un pequeño temor me estruja las entrañas, me abro más de piernas, al sentir como se toma a sí mismo para empezar a empujar, gimo al sentirlo, es incomodo, doloroso ¡su capullo ya está en mi! y comienza a avanzar y a retroceder lentamente, cada vez entrando con mayor profundidad. Lo hace con paciencia que agradezco porque mi macho no es nada despreciable en tamaño y las ganas de tenerlo son como grilletes que me unen a él. Mi corazón late a un ritmo muy veloz, todo mi cuerpo grita que lo necesita

-¿Estas… bien?

-Te amo, pero despacio ¡aggg! -digo casi entre jadeos-


-y yo a ti Lex, te amo como jamás imagine que podría.

Susurra como respuesta en mi nuca, cuando sus caderas se apegan a mi trasero denotando una penetración total, envolviendo en ese momento con sus brazos mi cuerpo. Se nota que disfruta como lo hago yo, esa sensación de tenerlo en mí, de ser uno solo, me invade, Al momento de sentir un beso en la parte trasera de mi cuello se retira muy lentamente y casi por completo, para luego penetrarme de nuevo con fuerza, haciendo que ambos gimamos de puro placer. Mi mejilla y la parte alta de mi torso apoyadas en la alfombra, caderas se elevan para recibirlo, toda su envergadura entra, todo mi macho, me reclama, mi verga se engrosa, bajo la mano y me tomo acariciando despacio, tomando desde mis testículos a mi glande, se me escapa un quejido de placer.

-¡Mierda Lex! Tan apretado –dices entre dientes-

-¡Joder, eres grande! –Comenzó a retirarse, pero mi mano se fue como un rayo a su cadera e impedí que retirara su polla

-¡No te atrevas a parar ahora maldita sea!

Usando toda mi fuerza lo atraje hacia mí para una penetración total, él gruño de manera salvaje y sus embestidas se tornaron bruscas, el sonido de su ingle al chocar con mi culo se escucha claramente, carne contra carne. Con cada gemido proveniente de Ang, más control le daba sobre mi cuerpo, dejándome envolver por las sensaciones de conexión con él. Me hacía estremecer por completo y cada vez que mis músculos se tensaban en mi centro, mayores eran los gemidos de satisfacción de mi macho.

Sentí su mano deslizarse por mi cuerpo hasta empuñar mi propia mano mientras me masturbaba, ahora él me indicaba el ritmo, me sentía al borde del precipicio, a punto de caer en el más maravilloso de los placeres carnales que haya conocido, sin embargo, algo faltaba, pero no sabía el qué. Me apoyé sobre mi mano y mis rodillas y comencé a moverme para hacer el encuentro con cada salvaje estocada, pero algo me faltaba. Ang se apoyó en mi espalda y susurro en mi oído.

-Sé… bien lo… que necesitas… y te lo… daré. Te… amo con todo. –dijo entre una mezcla de jadeos, gemidos y gruñidos-

Vuelvo mi cabeza hacía un costado y nuestras bocas se encuentran, el beso que intercambiamos en puro placer, mezclado con amor correspondido. Comenzó a llenar de besos mi mejilla, hombro y cuello.

-Córrete para mi Delicioso.

Y sin más, mordió fuertemente la parte trasera de mi cuello en el momento en que se clavaba salvajemente en mi, el orgasmo que me golpeo fue semejante a una bomba de protones estallando en mi interior, mi visión se fue a negro mientras observaba con los ojos abiertos múltiples estrellas, sentía los latidos furiosos de su polla enterrada profundamente y la cálida sensación pulsante de sus chorros de semen llenándome, mi propio orgasmo fue derramado sobre su mano, la sensación de alivio fue un bálsamo calmante después de una larga y erótica agonía, su mano libre elevó mi torso hasta que quedé sentado sobre sus piernas y mi cabeza cayó sobre su hombro mientras el aún me tenía firmemente sujeto con sus dientes.

Suyo completamente.

Nuestro orgasmo fue largo y devastador, remeció todo, botó cada barrera de prejuicio y posiciono sobre firmes cimientos lo que sentimos mutuamente. Tan maravilloso que hasta nuestros corazones marcaban el mismo alocado ritmo y nuestras respiraciones iban a un mismo compas. Una sincronía perfecta y única.

No estaría nunca más solo.

Las horas pasaron, en esa habitación, el olor de nuestro cuerpo mezclado saturó por completo las cuatro paredes,  los temores y tabúes fueron enterrados uno en brazos del otro.

-Lamento la mordida

Susurras bajito contra la lastimada piel mientras me brindas las más delicadas lamidas y besitos que hubiera imaginado ¿Quién lo diría? Que un hombre tan rudo puede ser tan suave, remolón y disfrutaba de los arrumacos.

-Es curioso, pero no me duele

Un sonido de golpe en la puerta y la voz de Aimee avisando que traía comida, fue el único momento que nos separó de estar uno en brazos del otro, sin embargo, mientras comíamos siempre estábamos en búsqueda del contacto del otro, ya sea en alimentarnos mutuamente, una suave caricia, una sonrisa de complicidad, todo muy íntimo y cómodamente familiar.


Conversamos de todo y de todos, aunque con tus poderes de Abra Kadabra me lo habías mostrado, agradecí que me lo repitieras de manera oral, aún no me acostumbraba a todo el cuento de Houdini mezclado con Criss Angel, El Mago Enmascarado y David Copperfield metidos en una coctelera con forma de Tigre.


Mis brazos te rodearon y los tuyos a mi cuerpo, trazamos planes de que haríamos después de solucionar el problema de tu madre, no ella no podría ser llamada madre.

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