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A
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LEXANDER
Con una
toalla envolviendo mis caderas, otra restregando el pelo, una sonrisa está pintada
en la cara mientras salgo del baño, la sonrisa es de satisfacción pura, de
sentirme al fin completo, esa sensación recorre cada parte de mi ser.
Hago una
mueca, cuando sin querer rozo la herida en la parte de atrás de mi cabeza, pero
es efímero, porque se me va todo rastro de dolor cuando el cuerpo desnudo de
Ang me recibe. Aún estamos en el "Santuario", en su dormitorio y él
allí gloriosamente desnudo en la cama, con ese cuerpo fibroso, duro. Mío.
Ahora, sé
más cosas de este mundo, secretos que jamás hubiera soñado en mi vida, en el
trascurso de unas horas, pero sobre todo sé que amo a alguien tan especial, que
me consume todo rastro de inhibición, no me importaría salir y gritar que por
fin encontré lo que sin saberlo buscaba en esta vida.
Ang al verme
se despereza de manera muy gatuna, se levanta acercándose a mí y sonríe.
El deseo se enciende de nuevo en mi cuerpo, pero ahora es a él a quien deseo en
mí, así como lo tuve yo. Su entrega me
ha calado hondo, me permitió tomarle como nunca antes lo habían hecho, he sido
su primero y seré su único, aquello removió de manera importante mis
sentimientos, el sentir como de manera humilde se entregó en cuerpo y en alma a
un inexperto. Ahora, lo tengo pegado a mí, su aroma me invade de nuevo.
El nerviosismo me hace dudar ¿Qué debo hacer? ¿Cómo entregarme a él? siempre lo
he hecho con mujeres, es sido el que lleva el control en todo, primero en las
decisiones sobre mis estudios, luego en la empresa, en la cama y ahora, enamorado
hasta las trancas de otro hombre, sé lo que quiero, lo quiero a él, pero no sé
cómo debo actuar
-Te deseo,
Ang.
No dice
nada, solo desliza sus labios por mi barbilla y comienza a besar de manera
golosa mi cuello, sorprendido me doy cuenta que la toalla ha desaparecido de
mis caderas y la sensación de piel contra piel por poco me lleva al orgasmo
como si fuera un adolescente hormonado, me insta que me coloque de cara contra
el muro y que separe mis piernas. Cierro, abro mis puños contra la pared, está
pegado a mi espalda, su aliento me eriza la piel.
El deseo
hace que mi verga supure, las palmas apoyadas y la cara vuelta para ver como se
sitúa e inicia un descenso y ascenso por mi espalda, se frota con descaro
mientras sus manos recorren mi cuerpo con pericia, acariciando todo de una
manera llena de avaricia, siento como su insipiente barba se restriega una y
otra vez, tu torso sus manos, todo él se frota en mi provocando que mis niveles
de calor se eleven febrilmente.
-¿Qué estás
haciendo? –Pregunto entre jadeos-
-A tu cuerpo
le falta algo –Dice mientras su ronroneo se acentúa aún mas-
-¿Qué… qué
falta? –Me insta a quedar frente a él-
-Mi olor en
ti Lex, me gusta que huelas a mí
Gimo ante
sus deseos y mi cabeza se azota contra el muro a mi espalda cuando entierra su
rostro en mi sexo, frotándose, acariciando mi verga y mis testículos con sus
mejillas y labios, inhala con fuerza como si estuviese disfrutando de mi aroma.
Me insta a que me recueste sobre la mullida alfombra y lo observo, es un verdadero
predador al acecho de su próxima comida, su mirada es hambrienta y llena de
necesidad, comienza a gatear de manera muy felina mientras sube por mi cuerpo acariciando
todo a su paso, repitiendo el proceso de frotarse en mi, aquello me tenía
ardiendo, mi pene ya dolía de necesidad.
-Ang por
favor, tómame. Hazme tuyo.
El muy
cabrón sonrió y se lamio los labios como si estuviese a punto de zamparse el
más delicioso bocado, me estremecí. Enterró su rostro en mi cuello, lamiendo y
dando suaves mordidas, comenzó el descenso dejando un rastro húmedo con su
lengua, ocasionando un nudo en mi estomago, separó mis piernas y se acomodó
entre ellas, alzó mis rodillas hasta sus hombros, me sentía expuesto, sin
embargo, y tal como si estuviese frente
a un banquete comienza a devorar mi entrada, me acaricia y lame.
-¡CRISTO
SANTO!
¡Él tenía su
rostro enterrado allí! ¿Cómo es posible que se sienta tan bien?
Con la ayuda
de sus dedos comienza a dilatarme, primero con un dedo, la sensación es
extraña, pero no mala. Escuche el chasquido de un tubo al abrirse, el
lubricante. Esparció el gel en sus dedos y logro penetrarme con dos, mi cuerpo
se dilataba y el anillo de músculos comenzó a aceptar la intromisión, me
expandía abriendo sus dedos.
-Esto te
gustará, relájate y disfruta amor.
Nuevamente
enterró su rostro en… allí, solo que esta vez separó mis nalgas y logró
deslizar su lengua en mí, casi por reflejo quiero de nuevo cerrarme a su
invasión, pero el querer ser parte de él, demostrarle que confío y que me
entregaré con mi corazón y cuerpo son más fuertes. Me rindo a él y me intoxico
con su lujuria.
Sí, me rindo
a ese placer que siento al tener a Ang acariciándome de una forma tan íntima y
dedicada que jamás soñé que permitiría a hombre alguno, me deja tembloroso y
excitado, la forma en que me prepara me hace desear más, desear tenerlo en mi
cuerpo como él me dejó estar también en el suyo, con una entrega sin tapujos,
sin miedos. Después de todo, el amor es el amor, da lo mismo lo que tenga entre
las piernas, solo importa que es el indicado.
-Quiero que
me tomes como a tu mitad Ang, déjame ser parte de ti, como me lo hiciste sentir
al dejarme estar en tu cuerpo.
Al terminar de decir esa declaración rotunda, es como si hubiera iniciado mis
votos de unión, quería pertenecerle para toda mi vida.
Me da una
juguetona pero fuerte mordida en la nalga y ríe divertido al ver mi sorpresa,
cuando endurezco mi nalga. Después acaricia mis caderas e ingle al mismo tiempo
que se va alzando y me insta a ponerme sobre mis manos y rodillas, se posiciona
detrás de mí, su polla la ciento dura como barra de acero, llevo mi mano hacia
él. Lo escucho gemir al rozarle, su glande está húmedo, supura y se me escapa
un jadeo, sé que me desea y me lleno de orgullo masculino al saber que soy yo y
solo yo quien provoca aquello en este hombre.
Besa mis hombros en forma suave y en la parte trasera de mi cuello, todo eso
mientras se coloca en el lugar adecuado
-Amaré tu
cuerpo como nunca antes lo he hecho con alguien Lex, así es como lo hacemos los
leopardos con sus parejas. Iré suave, Delicioso, simplemente relájate
Apoyo mi
frente en el piso al escucharlo, su voz me pone cachondo, pero un pequeño temor
me estruja las entrañas, me abro más de piernas, al sentir como se toma a sí
mismo para empezar a empujar, gimo al sentirlo, es incomodo, doloroso ¡su
capullo ya está en mi! y comienza a avanzar y a retroceder lentamente, cada vez
entrando con mayor profundidad. Lo hace con paciencia que agradezco porque mi
macho no es nada despreciable en tamaño y las ganas de tenerlo son como
grilletes que me unen a él. Mi corazón late a un ritmo muy veloz, todo mi
cuerpo grita que lo necesita
-¿Estas…
bien?
-Te amo, pero despacio ¡aggg! -digo casi entre jadeos-
-y yo a ti
Lex, te amo como jamás imagine que podría.
Susurra como
respuesta en mi nuca, cuando sus caderas se apegan a mi trasero denotando una
penetración total, envolviendo en ese momento con sus brazos mi cuerpo. Se nota
que disfruta como lo hago yo, esa sensación de tenerlo en mí, de ser uno solo,
me invade, Al momento de sentir un beso en la parte trasera de mi cuello se
retira muy lentamente y casi por completo, para luego penetrarme de nuevo con
fuerza, haciendo que ambos gimamos de puro placer. Mi mejilla y la parte alta
de mi torso apoyadas en la alfombra, caderas se elevan para recibirlo, toda su
envergadura entra, todo mi macho, me reclama, mi verga se engrosa, bajo la mano
y me tomo acariciando despacio, tomando desde mis testículos a mi glande, se me
escapa un quejido de placer.
-¡Mierda Lex!
Tan apretado –dices entre dientes-
-¡Joder,
eres grande! –Comenzó a retirarse, pero mi mano se fue como un rayo a su cadera
e impedí que retirara su polla
-¡No te
atrevas a parar ahora maldita sea!
Usando toda
mi fuerza lo atraje hacia mí para una penetración total, él gruño de manera
salvaje y sus embestidas se tornaron bruscas, el sonido de su ingle al chocar
con mi culo se escucha claramente, carne contra carne. Con cada gemido
proveniente de Ang, más control le daba sobre mi cuerpo, dejándome envolver por
las sensaciones de conexión con él. Me hacía estremecer por completo y cada vez
que mis músculos se tensaban en mi centro, mayores eran los gemidos de
satisfacción de mi macho.
Sentí su
mano deslizarse por mi cuerpo hasta empuñar mi propia mano mientras me
masturbaba, ahora él me indicaba el ritmo, me sentía al borde del precipicio, a
punto de caer en el más maravilloso de los placeres carnales que haya conocido,
sin embargo, algo faltaba, pero no sabía el qué. Me apoyé sobre mi mano y mis
rodillas y comencé a moverme para hacer el encuentro con cada salvaje estocada,
pero algo me faltaba. Ang se apoyó en mi espalda y susurro en mi oído.
-Sé… bien
lo… que necesitas… y te lo… daré. Te… amo con todo. –dijo entre una mezcla de
jadeos, gemidos y gruñidos-
Vuelvo mi
cabeza hacía un costado y nuestras bocas se encuentran, el beso que
intercambiamos en puro placer, mezclado con amor correspondido. Comenzó a
llenar de besos mi mejilla, hombro y cuello.
-Córrete
para mi Delicioso.
Y sin más,
mordió fuertemente la parte trasera de mi cuello en el momento en que se
clavaba salvajemente en mi, el orgasmo que me golpeo fue semejante a una bomba
de protones estallando en mi interior, mi visión se fue a negro mientras
observaba con los ojos abiertos múltiples estrellas, sentía los latidos
furiosos de su polla enterrada profundamente y la cálida sensación pulsante de
sus chorros de semen llenándome, mi propio orgasmo fue derramado sobre su mano,
la sensación de alivio fue un bálsamo calmante después de una larga y erótica
agonía, su mano libre elevó mi torso hasta que quedé sentado sobre sus piernas
y mi cabeza cayó sobre su hombro mientras el aún me tenía firmemente sujeto con
sus dientes.
Suyo
completamente.
Nuestro
orgasmo fue largo y devastador, remeció todo, botó cada barrera de prejuicio y
posiciono sobre firmes cimientos lo que sentimos mutuamente. Tan maravilloso
que hasta nuestros corazones marcaban el mismo alocado ritmo y nuestras
respiraciones iban a un mismo compas. Una sincronía perfecta y única.
No estaría
nunca más solo.
Las horas
pasaron, en esa habitación, el olor de nuestro cuerpo mezclado saturó por
completo las cuatro paredes, los temores
y tabúes fueron enterrados uno en brazos del otro.
-Lamento la
mordida
Susurras
bajito contra la lastimada piel mientras me brindas las más delicadas lamidas y
besitos que hubiera imaginado ¿Quién lo diría? Que un hombre tan rudo puede ser
tan suave, remolón y disfrutaba de los arrumacos.
-Es curioso,
pero no me duele
Un sonido de golpe en la puerta y la voz de Aimee avisando que traía comida,
fue el único momento que nos separó de estar uno en brazos del otro, sin
embargo, mientras comíamos siempre estábamos en búsqueda del contacto del otro,
ya sea en alimentarnos mutuamente, una suave caricia, una sonrisa de
complicidad, todo muy íntimo y cómodamente familiar.
Conversamos
de todo y de todos, aunque con tus poderes de Abra Kadabra me lo habías
mostrado, agradecí que me lo repitieras de manera oral, aún no me acostumbraba
a todo el cuento de Houdini mezclado con Criss Angel, El Mago Enmascarado y
David Copperfield metidos en una coctelera con forma de Tigre.
Mis brazos
te rodearon y los tuyos a mi cuerpo, trazamos planes de que haríamos después de
solucionar el problema de tu madre, no ella no podría ser llamada madre.

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