sábado, 30 de agosto de 2014

Capítulo 8



QHUINN
-Ves, tú que lo defendías tanto, mira como nos dejó con la casa desmantelada… HDP… pero más vale solo que mal acompañado ¿verdad preciosa? ya verás que de alguna manera lograremos salir adelante, la pregunta del millón es ¿de dónde mierda sacaré el dinero para pagar todo lo de la casa? Mmmm… tendré que buscar otro trabajo para los fines de semana –resoplo- ahora sí que no tendré vida –como un bocado de tallarines- No pongas esa cara que comida no te faltará, prefiero dejar de comer yo antes que pases hambre tu, mira que TÚ protegido se llevo inclusive eso, el saco nuevo de comida que te había comprado… bueno… se llevó todo en realidad. Menos mal que tú y el Chiky andaban fuera o también se los hubiera llevado. Increíble como en 36 horas desmanteló todo y se largó vaya uno a saber dónde. Eso sí –bebo un trago de jugo- me importa una mierda dónde está o ir a pedirle explicaciones, no tengo lo que es ni una puta intensión de ir a buscarlo o que me devuelva algo, al fin y al cabo sólo se llevo sus cosas, las mías están intactas. Definitivamente mientras más conozco a la gente, mas te quiero a ti Pantufla.

Sentado en el piso en medio de lo que fue el living comedor, mientras acariciaba suavemente el pelaje de la panza de mi gata, observaba a mi alrededor la desolada escena y tengo un rápido flash back de lo sucedido en las últimas horas.

Luego de abandonar la habitación de Blay, me sentí hecho una mierda, caminé y caminé por la ciudad por muchas horas, sin darme cuenta mis pasos me habían llevado de vuelta a mi lugar seguro, el cementerio. Vagué entre tumbas y panteones, mi pecho se sentía apretado y la comprensión de que lo que sentía por Blay era algo más que un simple “él me gusta” o un “sí… nos llevamos bien”. Estaba enamorado, total y absolutamente. Dolía como la mierda saber que no era correspondido y sobre todo tenía grabada a fuego la imagen de él en los brazos de otro que lo acariciaba y… No, no, no y no… definitivamente no llevaré mis pensamientos a recordar aquella jodida y puta escena.

Lo único que no me cuadraba en toda esa historia era el por qué fue detrás de mí. A buen entendedor pocas palabras y con lo que vi, me dejó más que claro mi posición en todo esto. Aún así, se sentía tan bien cuando me abrazaba; cuando aguantaba más que gustoso las largas sesiones en las que sólo me dedicaba a acariciarlo suavemente; cuando después de haber tenido un magnifico encuentro sexual y agotados, te dedicabas a apapacharme y a jugar con mi pelo mientras pensabas que yo dormía sobre tu pecho.  ¡Jesucristo! Realmente pensé que me aceptabas tal cual soy. Era primera vez que alguien en este puto planeta encontraba “adorable” que fuera tan despistado e infantil en ocasiones, que me ocurrieran pequeños accidentes sólo porque mi mente está más conectada con el espacio sideral que con la tierra. Decías que era como Peter Pan en la Tierra de Nunca Jamás.

Reí tristemente al recordar la vez que te acompañé al centro comercial a cancelar una cuenta. Cuando hicimos ingreso a la gran tienda realmente mis ojos brillaron  cuando pasamos por la sección infantil con todos aquellos geniales juguetes. Aquello no pasó desapercibido para ti e inmediatamente jalando mi mano nos metimos entre los estantes y las filas y filas de juguetes. Reías y te divertías sólo con mirarme. Todo lo curioseaba y tocaba, sobre todo aquellos que tenían botones y que al apretarlos algo hacían. Era tal mi efervescencia que logre contagiarte y terminamos los dos  jugando con unos autos a control remoto.

Aquel fue un día genial.

Pensé en todo y nada; en lo destrozado que estaba, siempre de brazos cruzados como si de esa manera lograra mantenerme entero.

Sagradamente cada una hora estaba llamando a la clínica para saber cómo se encontraba, gracias a dios las respuestas fueron siempre favorables.

-¿Cómo mierda pude equivocarme tanto?

Me preguntaba una y mil veces. Pasé el resto del día en mi lugar seguro hasta que la oscuridad nuevamente me envolvió y me vi obligado a retornar el camino a casa. Aunque me sentía apaleado, cansado y un tanto hambriento, todo el recorrido lo hice a pie, necesitaba la frescura de la brisa del crepúsculo acariciando mi  rostro y el tiempo necesario para despejarme. Después de un par de horas de largo recorrido, una de las primeras cosas que llamaron profundamente mi atención fue que mis perros no ladraron al sentir el sonido de las llaves…. Jodidamente  raro.

Mayúscula fue mi impresión cuando al hacer ingreso a casa, no había nada. Literalmente mi mandíbula cayó a tierra. En el living comedor, solo estaba el televisor de pantalla plana junto con mis consolas de video juegos, el equipo de música y mis CD’s. En la cocina, se habían llevado todos los electrodomésticos. Su cuarto estaba totalmente vacío y el mío intacto, salvo por una nota dejada sobre la cama.

Qhuinn:
No tengo cara para decirte lo arrepentido que estoy por lo sucedido, por lo mismo me voy y me llevo todas mis cosas para no molestarte más.
Si un día necesitas de mí o quieres conversar sólo llámame.
Hasta siempre.

-¡Qué HDP! Si claaaaro, como si quisiera saber de ti… jodido bastardo. Vete a la mierda.

Haciendo una pelotita con la nota la lanzo a cualquier parte. Observo fijamente a mis gatos que están perezosamente retozando sobre mi cama. ¡NOOO!, me llega el pensamiento a mi cabeza como si me hubiese caído un ladrillo, acelero mis pasos hacia el ventanal y de un tirón corro las cortinas. Efectivamente, se llevó a los perros

-Maldito HDP, bastardo, mal nacido, arrogante imbécil, tarado….

Una infinidad de calificativos que quedaban pequeños ante la rabia que tenía en ese momento.

Aunque me sentía total y absolutamente rendido por el shock de emociones que había pasado, me dedique las siguientes dos horas en buscar y pegar imágenes de aliento, fuerza y ánimo en el muro de Face de Blay, todas en privado obviamente… a pesar de todo lo vivido, no quería causarle problemas con su…

-No pienses en ello –me censuro-

Más de 100 imágenes saturando su cuenta, había pensado en enviar mensajes por Whatsapp, pero su móvil se había hecho trisas con el accidente. Después de ello tal cual estaba caí muerto en la cama y había despertado mucho después por el suave deslizar de los bigotes de mi gato que a esas alturas ellos estarían tan hambrientos como yo. Luego de una ducha rápida me dispuse a cocinar.

-HDP, hasta la mercadería te llevaste.

Maldiciendo a la nada me preparé algo rápido, tallarines con salsa. Ya era bastante avanzada la tarde cuando me senté en medio de mi desolado living a comer con solo la compañía de mi gato que me miraba como si comprendiera cada una de mis palabras

-¿Sabes una cosa Pantu? Hoy le dan el alta a Blay, sólo espero que este bien –sigo comiendo y hablo con la boca llena- esa herida en su cabeza me tiene preocupado, aunque todos los exámenes decían que no había nada de qué preocuparse…

-¿Siempre acostumbras hablarle a tu gato?

Me atoro con la comida y comienzo a toser… Blay está en casa.

BLAYLOCK
Tres intensos días ingresado en el hospital. El techo de la habitación se me caía encima. Mi familia no me dejaba ni un minuto a solas. Estaba muy agobiado. En mis noches el sueño me abandonaba, entre el dolor del brazo y la cabeza que sentía que me explotaba, no había forma de descansar. Esta maldita herida que me cruzaba la parte de atrás de la cabeza, me mataba.

En las noches de desvelos, o sea todas ellas. Un solo pensamiento me sacudía “él”. Desde el día del accidente, que desperté con su mano apretada a la mía, sus besos y abrazos, sus palabras de ánimo… su mirada brillante que perforaba la mía. Desapareció... Se largo, en el momento que entro mi familia, solo vi su espalda y un llamado de mi parte. Frote con la mano izquierda mi frente, bajando la palma por mi rostro, suspiraba ¿Que voy hacer?  Tenía un asunto pendiente y debía resolverlo. Aunque él no quisiera verme más. Mi deber era contarle lo que verdaderamente paso.


Viernes, por fin me daban de alta del hospital. Mi hermano a mi lado, jamás me dejo un momento a solas. Estábamos muy unidos. Llamo a un taxi para volver a casa.


-Hermano, ve tu solo, necesito tomar el aire -le dije mirando al horizonte-

-Blay ¿vas a la playa un rato?


-Si, necesito reflexionar.


-Es por Qhuinn ¿verdad?


Me abrazo por los hombros, apretándome ligeramente. Asentí, me subí al taxi.

-A la cala San Cristóbal, por favor.

Llegamos en poco tiempo, antes de salir del taxi le dije al conductor.

-Espéreme aquí

Camine hacia el espigón, mi sitio preferido, me senté mirando el mar.

-¡¡Dios!! ¿Qué hago?

En todo este tiempo ni una sola llamada, ni una sola visita ¿Tan poco le importaba? ¿Todo fue una mentira? Saque el nuevo móvil de mi bolsillo. Preparado para llamarle, no quería dejar las cosas así. No… no.... mejor voy a verle y lo que tenga que decirle se lo diré en la cara. Así soy yo, nada de escudos, de frente. Me levante y me volví a meter al taxi. Dándole la nueva dirección.

Me quede parado dentro del taxi, respire profundo pague la cuenta y salí. La puerta del exterior estaba entre abierta, me deslice por ella. Asome la cabeza por uno de los ventanales.


Estaba sentado en el suelo, con uno de su gato a su lado. Sonreí, parecía triste. Suspire y camine hacia él. La puerta estaba abierta. Quizás debería haber tocado el timbre. Pero me arriesgue a entrar sin llamar.

-¿Siempre acostumbras a hablar a tu gato? –Sonreí-


QHUINN
Mi plato salió despedido lejos cuando de un salto me puse de pié, mi pantalón quedó pringado de espaguetis, mi gato salió corriendo bufando,  me sacudí rápidamente.

-Bla… y... Bla... y ¿Estás bien? ¿Qué… Qué haces aquí?

¡Mierda! hasta tartamudo me puse, acorte la distancia con el impulso irresistible de abrazarlo para asegurarme que se encontraba bien, hago el amago de hacerlo sin embargo me detengo de inmediato al escuchar sus palabras

-He venido a solucionar algo que tenemos pendiente Qhuinn, después de eso saldré por esa puerta -señala con un dedo- y no volverás a saber de mí.

Asiento y muerdo mi labio inferior y hago una mueca de dolor, el labio partido aún se está curando, con el dorso de mi mano me toco, al menos no ha sangrado. Sin embargo no paro de observarle de arriba abajo un y otra vez. Tenerlo en casa parece tan irreal, sonrío al contemplarle.

-Te ves mucho mejor, Margarita y Rebeca tenían razón, les debo una caja de chocolates.

-¿Margarita y Rebeca?

Inclino mi cabeza de pronto muy interesado en los restos de salsa que manchan por todo lugar el piso.

-Ammm… las enfermeras del los turnos del día y la noche… fui un tanto… insistente en llamar para saber cómo estabas y aunque insistían en que estabas evolucionando bien, igual seguía llamando cada una hora desde que salí de la clínica. Me preocupa la lesión en tu cabeza… ¡Diablos! Soy un pésimo anfitrión –río nervioso mirando a mí alrededor- ammm…. Deja que te traiga algo de beber y algunos cojines para sentarnos… la nana fue un tanto exagerada con el aseo de primavera.

Rio de mi propia broma mientras camino nervioso hacia el dormitorio, al llegar me apoyo con ambas manos en el muro y azoto mi cabeza tres veces sin saber que pensar.

-Solo tómalo con calma… por algo está aquí.

Me digo a mi mismo en un bajo susurro. Recojo cantidades de cojines y almohadas y me las llevo todas hacia la sala de estar, dejándolos todos en el suelo.

-Dime ¿Qué es lo que ha pasado aquí?

-Pues…Ya Sabes Quien quería otra oportunidad conmigo, me negué y… pues quiso tomarme a la fuerza, nos trenzamos a golpes –rio sin humor- al menos lo dejé  sin poder tener descendencia y hablando como barítono. Por eso fui a tu casa esa noche. Cuando regresé se había largado y llevado todo lo suyo… incluyendo a los niños –digo tristemente mirando por el ventanal en donde deberían estar mis perros- deja que te traiga algo para beber.

BLAYLOCK

En el aire solo se respiraba tensión. Lo mire fijándome en su labio hinchado, en su rostro algunos moratones ya de un color amarillento. Se sentía nervioso, no dejaba de mover manos y piernas.

Una rabia penetro en todo mi cuerpo, maldiciendo a ese cabrón que lo había dañado. Lo observaba muy atentamente y también escuchaba cada palabra que pronunciaba. Había estado preocupado por mí, llamando a cada hora. Las dos enfermeras que me atendían en turnos de mañana y noche. Suspire, pero no había venido a verme.


Caminó hasta la habitación trayendo en sus brazos varios cojines para poder sentarme. Ya que la casa estaba prácticamente desierta de muebles.


-Qhuinn, no te molestes no me voy a sentar ni voy a beber nada. Gracias por tu ofrecimiento, pero debo de irme... Antes de todo, soy un hombre fiel. Y debo de explicarte lo que vistes en mi casa.


-No, no es necesario Blay…


-Para mi si lo es ¿qué fue lo que vistes?


No dejaba de mirarlo, cada gesto de él me hablaba. Estaba enfadado, cabreado pero firme.

-Responderme


-Te vi besándote con ese tipo de tu apartamento.

-No.

-si, te vi... yo acudí a ti y tu andabas con ese... -me reprochaste duramente-


-Tu viste a él besándome, yo no me moví del sitio, ni me abrace a él, ni le correspondí. Estaba tenso, sin hacer nada, quería que se diera cuenta que jamás volvería a estar con él. Y la mejor manera era que viera mi frialdad ¿lo entiendes? lo entiendes Qhuinn…


Yo... yo… esa noche comprendí lo que siento por ti... Me enamore como un tonto... y si un capullo, ya que tu no sientes lo mismo. No me has dado ninguna oportunidad, me juzgarte sin preguntar y encima ni apareciste por el hospital

Sonrió hipócrita. Me di la vuelta para salir por donde mismo había entrado. Empuje la puerta con mi brazo sano y volví mi mirada. Ahí estabas en medio de tu salón, quieto mirando al suelo, sin decir ni una palabra. Antes de salir de su vida volví a hablar.

-Adiós Qhuinn


Salí sin rumbo fijo solo quería desaparecer...

QHUINN
Me obligue a mi mismo a respirar mientras lo escuchaba… inhala… exhala… inhala… exhala, me sentía nervioso y en ese momento todo me estorbaba, las manos, las piernas, me movía inquieto en mi lugar. Él está cabreado, aunque al mirarlo detenidamente se nota la tristeza en los ojos, aunque trata de disimularlo con sarcasmo.

-¿Enamorado de mi?

Esas palabras resuenan en mi cabeza sin alcanzar a darles crédito ¿será cierto? ¡Jesucristo! Necesito que sea verdad… mi corazón dio un brusco vuelco y comenzó una acelerada carrera, simplemente me embriague en ellas, sin embargo ¿Se va?... ¡Qué se va! Avanzo rápido, me encuentro desconcertado y de un fuerte manotazo cierro la puerta antes que salga, me cruzo de brazos y me apoyo en la puerta.

-Y una mierda que te vas Blaylock ¡Te quedas! Yo  escuche cada una de tus palabras, lo mínimo que puedes concederme es que ahora tú me escuchas a mí. No puedes tirarme una bomba de semejante magnitud y largarte como si nada… no, no y no. No te dejaré marchar así como si nada.

Esa maldita noche después de jugar al saco de boxeo con el innombrable, la primera y única persona que vino a mi puta mente fuiste TÚ, quise llamarte ¿sabes? pero ¡UPS! En mi iracunda ceguera posboxeo lo olvide… estaba desesperado por poner distancia, de largarme de aquí lo antes posible e irme contigo rápidamente. Créeme, no estaba con el interruptor de “racionalidad” en ON, no después de lo que pasó aquí, el golpe en mi quijada remeció mi cerebro y desconectó el par de neuronas funcionales que me quedan y no iba a quedarme a ver con mayor detención  de la escena que se estaba mostrando en tu casa Blaylock, reconocer todo lo que me dijiste sería hacer un análisis detallado del cuadro y realmente no estaba en mis cabales para hacerlo

-¡No te excuses con eso, me juzgaste sin siquiera preguntarme! –Acortaste la distancia-

-¡Y que mierda querías que preguntara si lo que vi es que el maldito HDP te estaba tocando con deseo, te besaba y tu se lo permitías! Golpearlo fue lo primero que hice cuando me besó y acarició a la fuerza mientras trataba de sacármelo de encima ¡Me considero tuyo no de él ni de nadie, maldita sea! –Doy un paso hacia ti- Y con lo que respecta al hospital, estuve contigo dándote los primeros auxilios, te acompañé en la ambulancia, por poco y me trenzo a golpes con los paramédicos que no querían que te acompañara. No solté tu mano hasta que entraste a pabellón y sí, acepto que me fui cuando llego tu familia… me sentía como aceituna en una pastel de chocolate. Partiendo porque no los conozco, a ninguno de ellos ¿Qué iba a decirles? “Hola soy Qhuinn el amante de su hijo” –ruedo los ojos- el Título de amante no me basta, aunque sé muy bien que esa es la relación que llevamos. Pero, aquello no me basta, quiero más que eso… yo…. Yo te amo Blay… lo que ves es lo que soy, pero puedo luchar por mejorar muchas cosas -dando unos pasos al costado libero y abro la puerta- ¿Tómame o déjame? La decisión es tuya.

BLAYLOCK
De un manotazo justo delante de mi cara cierra la puerta. Giro mi cabeza frunciendo las cejas.

-Ya está todo dicho Qhuinn...


-Y una mierda que te vas Blaylock ¡Te quedas! Yo escuche cada una de tus palabras, lo mínimo que puedes concederme es que ahora tú me escuchas a mí. No puedes tirarme una bomba de semejante magnitud y largarte como si nada… no, no y no. No te dejaré marchar así como si nada.


Muerdo mi labio, reprimiéndome no deseaba seguir metiendo mas mierda. Oí atentamente cada palabra tanto verbal como corporal. Ya que mi vista no dejaba de observar su cuerpo. Mi mano sana acariciaba mi brazo escayolado, parecía una tontería pero eso me aliviaba. Me estaba soltando todo un sermón y contándome lo que paso tras mí accidente. El me socorrió, me acompaño al hospital, cada vez me hablaba con un paso se deslizaba hacia mí.


-¡No te excuses con eso, me juzgaste sin siquiera preguntarme!


Ambos nos quedamos a pocos centímetros uno del otro, nuestros cuerpos parecían imanes.

-…Te amo Blay lo que ves es lo que soy...


Por poco caigo al suelo ¿el siente lo mismo que yo? ¡Jodida mierda! Me quede paralizado en medio de su salón, como un robot esperando que le dieran a un click y poder moverme. El con un empujo abrió la puerta de la calle, cortésmente ofreciéndome una salida. Me di la vuelta para enfrentarlo y saber que lo que había oído era verdad. Pero su mirada, sus ojos bicolor expresaban dolor y tristeza. Me acerque a él, en dos zancadas con mi mano sana lo agarre de su camiseta tirando su cuerpo hacia mí. Lo bese con todo el amor que sentía ¡El me amaba! benditas palabras. Sus manos rodearon mi cuerpo abrazándome suavemente. Susurre en sus labios.


-Vente a vivir conmigo... 

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