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B
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LAYLOCK
Si aquella
noche difícil de olvidar.
Salimos los tres, muchos de los hermanos nos
llamaban los tres mosqueteros. John, Qhuinn y yo. Normal casi siempre íbamos
juntos. Qhuinn unos meses atrás, lo nombraron Ahstrux Nohtrum de John ya que el
continuo acaso de Lash y las continuas peleas entre ellos eran terribles. Esa
noche John decidió hacerse un tatuaje, estaba muy pillado por la guerrera Xhex,
quería hacerse algo que representara un sentimiento o algo referente con ella.
Llegamos a dicho lugar, una chica atractiva
nos atendió, claro los ojos de ella se desviaban a Qhuinn el muy cabrón,
disfrutaba con ese tipo de escenas.
El responsable o el maestro que hacia ese
tipo de anagramas, nos paso a la camilla, Me senté a su lado mientras por el
rabilo del ojo veía como Q... flirteaba con la chica. El muy HDP, sabia mis
sentimientos hacia él y no le importaba. Coqueteaba sin miramientos daba igual
un bar, la calle, restaurante, qué más da. Solo pensaba en follar y punto. John,
me calmaba con su mirada y entre gestos, me decía: “no le hagas caso Blay ya
sabes cómo piensa”
-¡Ey! chicos ¿os importa si me pierdo unos
minutos? estaré detrás de esa cortina - Diciendo esto se fue hacia la chica-
El aire me asfixiaba, estaba
hiperventilando. Como… ¡Dios mío! como me hace eso. Mire cada paso que dio
hasta llegar a la cortina, dentro se encontraba esa zorra. Lo peor de todo que
la cortina estaba entreabierta y observe como se bajaba los pantalones. Sus
anchos hombros ocupaban gran parte del estrecho lugar. La chica se arrodillo
delante de él metiéndose su polla en la boca. Se me paro el corazón. No, no yo
debería estar en su lugar solo yo ¿Porque me haces esto? pensé con el alma en
mi mano.
Me acerque al oído de John.
-¿Te importa si algo un rato fuera a fumarme
un pitillo?
-Ve hermano, no hay problema... tranquilo -Sacudió
la cabeza entre gesto y gesto-
En grandes zancadas, salí hacia la calle no
antes de escuchar jadeos y risas. Maldito cabrón. La brisa de la noche sacudió
mi rostro se empezaron a llenar mis pulmones. Palpe una plana cajetilla de
Dunhill rojos, retire un cigarrillo, me lo puso entre los labios y lo encendí. La
primera calada fue el cielo. Siempre la mejor de todas las que la seguían. Mientras
exhalaba, mi cabeza no paraba de pensar, odio leer entrelíneas, ver conexiones
donde no las había, malinterpretar acciones, miradas y toques casuales. Patético,
de verdad. En pocas caladas me fulmine el pitillo.
Tire la colilla con tal fuerza que fue a parar
a la mitad de la calle. Frote mi cabeza dándome ánimos. No mires, no sucumbas a
que el vea que te estás corroyendo por dentro, no des signo de debilidad. Todo
eso pensaba mientras, me dirija otra vez al lado de John. Jodido infierno, al
pasar por la estúpida cortina. Qhuinn le había dado la vuelta a la chica, fallándola
por detrás. Intente de nuevo apartar la mirada, pero la onda de un profundo
gemido llevó mis ojos una vez más a... La cabeza de Qhuinn, que se había girado
de forma que estaba mirando por fuera de la cortina. Cuando sus ojos y los míos
se encontraron, su mirada desigual centelleó casi como si estuviera más
sintonizado con quien estaba mirando, que con quien se estaba tirando. Temblaba
por los putos celos, como era posible que se estuviera follando a una zorra y
me mirara a mí, ¿Por qué? Que buscaba ver dolor y frustración en mi
mirada.
Jesucristo las dos horas más largas de mi
vida.
Terminando del tatuaje, John se puso la
camiseta. No sin antes el artista limpiar y desinfectar el tatuaje, desde luego
era algo hipnótico mirar como la aguja penetraba la piel, para luego ver
terminado un precioso dibujo. Con aires sonrientes.
Qhuinn dio signos de vida, se le veía
satisfecho y sus ojos expresaban placer. Baje mi mirada,
no podía contemplar esos ojos bicolor plagados de lujuria.
A la mierda,
por una cosa u otra siempre venían a mi cabeza recuerdos de él,
siempre.
Frote mis
sienes, mis pies se movieron hacia la ducha, necesitaba el agua. Necesitaba que
se fueran todos esos recuerdos dañinos.
¿Será así
siempre?

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