miércoles, 25 de marzo de 2015

Capítulo 19


P.O.V. MELISSA BLACK  (Madre de Muhr)

-¿Me puedes explicar por que mi hijo está sedado y no me dejan verlo? –dije casi gritando. Mientras cerraba la puerta del consultorio de John de un portazo.

-Cálmate Melissa.-dijo John -Estás en un hospital. -Apreté los labios y lo miré furiosa, la extrema calma de John era una de las cualidades que siempre me habían atraído de él, pero nunca cuando mi hijo estaba de por medio. 
-Cálmate tú –sisee- Yo quiero respuestas.-Miré a Arthur Mackenna con mi mejor cara de abogada. Él tragó saliva, evidentemente incomodo y miraba de John a mí.

-Siéntate Melissa y te recomendaré que no intimides al doctor que atiende a tu hijo. –Intervino John intentando bromear. Rodé los ojos y resoplé.

-¿Pueden decirme que pasa? –dije con fastidio.

John se levantó de su silla, quería ofrecérmela, yo levanté la mano negando con la cabeza, me agarré de la silla que estaba delante de su escritorio dejando claro que si me apetecía sentarme me sentaría ahí. John suspiró y se volvió a sentar.

 –¿Arthur?– Elevé una ceja esperando sonar mas tranquila. Él dejo de jugar con sus labios y suspiró asintiendo. Definitivamente estaba cavilando.

-Siéntate por favor- Me dijo, señalando la silla en la que me apoyaba.

-Está bien. Si tanto necesitan que me siente, lo haré. Pero les dejo en claro, que su actitud solo me lleva a pensar que las cosas están muy mal con mi hijo.

Ya no iba a guerrear mas, algo de la calma de John me estaba alcanzando, es su padre y si Muhr estuviera realmente mal él no estaría tan tranquilo, mi marido tampoco es inmune al paternalismo. Me senté y miré fijamente a Mackenna, esperando que hablara.

-Ya le conté lo sucedido a John, pero te lo repetiré. –Hice una mueca sarcástica de “por fin”, levantando las manos al cielo. El sonrió. -Empecemos por que tu hijo está bien.

-¿Como va a estar bien, Arthur? –Nuevamente me irrité y chasquee la lengua.-¿Qué me dices? Si lo has sedado ¡por Dios! -Interrumpí. –Hazme el favor de no ser condescendiente conmigo y vé al grano, sin tanta anestesia. ¡¿Por qué diablos mi hijo esta sedado?!

-Tuvo una pelea y lo tuve que sedar.  –Mi cara de sorpresa debió ser épica, mi cerebro procesaba todas las posibilidades de que mi hijo se viera envuelto en una pelea dentro de las cuatro paredes de la habitación de Qhuinn. Negué totalmente confundida.

-Imposible, lo dejé hace solo unas tres horas y estaba casi catatónico. - Suspiré cansada, últimamente sentía que todo lo malo que puede suceder estaba sucediendo en mi hogar y directamente sobre mi hijo. Miré a John que jugaba con unos documentos mientras me observaba. En su mirada había comprensión.

-¿Que sucedió? –Froté mi sien, una horrible migraña amenazaba con empezar.

Mackenna aprovechó mi resignación para relatarme todo lo sucedido sin que yo tuviera la capacidad de interrumpirlo: el despertar de Qhuinn, la violenta visita del padre, la reacción de Muhrder, todo parecía cada vez mas irreal y novelesco.

-¿Y donde esta ahora el tipo? – Estaba indignada, ese animal no volvería a poner las manos sobre su hijo si yo podía evitarlo.

-Esta en la habitación 307, hay un guardia de seguridad con él. –Asentí y me puse de pie. -¿Algo más? Porque nada de lo que me has contado justifica que no me dejaras acceso a mi hijo. – Mackenna miró a John y John asintió.

-Lo siento Melissa, tienes razón. Pero te aseguro que tu hijo esta bien. John lo vió y lo examinó.- Miré a John quien asintió. Suspiré.

-¿Avisaron a la policía? – Mackenna asintió.

-En lo que al hospital respecta ustedes son los tutores legales de Qhuinn. Hemos tratado al padre de Qhuinn como el simple agresor de un menor, ignorando su parentesco con la victima. La policía esta esperando por ti. –dijo Mackenna.

-¿El hospital le dió el alta? – Mackenna negó.

-El detective Franz llegó cuando el tipo aun estaba en observación. –Miré a John en cuanto Mackenna nombro a Albert. Y él me devolvió la mirada sin emoción alguna, suspiré. Albert y Diana Franz se habían convertido en un tema incomodo en nuestro hogar. – Y él nos recomendó que esperáramos a que tú llegaras para darle el alta. Inclusive, ellos tampoco quieren intervenir hasta que tú hables con ellos.

-Ese fue un buen consejo, si le dabas el alta, tenias que dejarlo ir sino seria secuestro, el hospital podría ser demandado por Lohstrong. –miré de reojo a John que hizo una mueca burlona.

-Lo imaginé – dijo Mackenna que no pasó por alto la cara de John. -El padre de Qhuinn ya fue dado de alta hace una hora de manera interna, seguridad lo tiene en espera por el “papeleo”. He dilatado lo mas que he podido eso, por esperarte.

Y caí en la cuenta..

-Eres un manipulador Mackenna.-Sonreí

-Y tú una reconocida mama osa.- Me sonrió esperando mi compresión.

-Aunque me agrade tu altruismo, Arthur, no te vuelvas a poner entre una mama  osa y su hijo – lo miré seria- ¿Esta claro? –Mackenna asintió.

-Lo siento, Melissa. –Repitió-  Si en algo sirve, creo que Muhr no lo querría de otra manera, quiere mucho a su novio… a su amigo… a Qhuinn. –respingué. Respiré profundo, no se porque esa frase viniendo de Mackenna me caía como un balde de agua helada. Miré a John de reojo pero él estaba revisando unos documentos con mucha concentración.

-Vamos a solucionar ese tema de una vez. –Regresé a la conversación segura. No me gustaba que Mackenna estuviera tan al tanto de los sentimientos de mi hijo. -Si la policía ya está aquí haré la denuncia inicial y se lo llevaran detenido, luego de ver a mi hijo iré a sentarla formalmente a la delegación. –Miré a John y él me miró.-Tenemos que hablar TU y YO. Urgente. –Mi énfasis no dejaba opción a duda, no quería a Mackenna presente. Ya su sombra me empezaba a incomodar.
  
-Te esperaré aquí. –John asintió. Asentí una despedida a Mackenna  y salí.

 P.O.V. JOHN BLACK (Padre de Muhrder)

Mackenna se sentó tras mi escritorio y suspiró.

-¿Estoy demasiado cerca para tu confort? Ella parece molesta.- soltó Mac.

Apreté el tabique de mi nariz para luego rastrillarme el cabello hacia atrás.

-Esto no esta bien – Dije mirándolo. Me levanté de la silla y comencé a pasearme en la pequeña consulta.

-¿Qué quieres decir? tu hijo está bien y…

-No es eso Mac, sabes a lo que me refiero. -dije cabreado- No debiste negarle a Muhr, ella está en todo su derecho para ver a nuestro hijo cuando lo solicite.

-Por Dios John, no es como que su hijo acabara de salir de un coma y en menos de tres horas haya recibido una paliza de su padre…-Mackenna resopló y yo lo miré mortificado.

-El sarcasmo te queda muy profesional Mac.-dije serio.

-John, tú lo viste. No he secuestrado a tu hijo. Solo tiene una mano lastimada y tiene un poco de calmante para los nervios en su sistema. Yo necesitaba a Melissa aquí. – señaló la puerta- Allá, ayudando a ese chico.

-¿Qué te pasa hombre? ¿Quién te crees que eres? No puedes jugar a Dios con la gente. Sedaste a su hijo, lo internaste, lo mínimo que tenías que hacer era concederle eso… Si ella no te apreciara te podría poner una denuncia.

-Entonces es bueno que ella me aprecie… ¿no? – Mackenna me miró con una ceja elevada.

-Ella te aprecia Arthur.-Mackenna evitó mi mirada y se removió en la silla, se le veía cansado.

-Tenía que hacerlo John. Muhrder los tiene a ustedes para velar por él, él está y estará bien, sin embargo ese chico… -negó- él está solo… total  y absolutamente solo. Estás al tanto de lo canalla que es su padre ¿Y su madre? Ni siquiera se ha asomado por este lugar. ¡Son sus padres por el amor de Dios! –Mac se cubrió el rostro con las manos y tras apretar sus ojos las bajó. Yo solo lo escuchaba.- ¿Que clase de padres en vez de cuidarlo por el grave accidente lo agreden aún más? –Negó indignado- ¡Sabiendo lo delicado que esta de salud!

-Te has involucrado demasiado, Arthur.–dije con tranquilidad. –Eso, no es bueno.

-Tú sabes perfectamente que si Melissa hubiese visto a Muhr no se hubiese despegado de su lado hasta tenerlo despierto y a salvo en tu casa. Con la manito curada y sin ningún rasguño, pero esta denuncia tenía que hacerse ahora y sabes que ella es la más indicada para hacerlo. -suspiré resignado mirando hacia la nada mientras jalaba mi cabello.

-Subestimas a Melissa y su amor por las causas justas.- defendí a mi mujer, aunque sabía que algo de razón tenía Mac.

-Quizá o quizá tu solo endiosas a tu mujer. Pero no me correría el riesgo con Qhuinn. –ni lo quise mirar, empecé a sentir que la conversación estaba tomando un rumbo que no quería seguir.

-Quizá. De cualquier forma quien podría culparla por querer proteger a su hijo. Toda esta situación se esta poniendo demasiado intensa, Yo lo sé, Melissa lo sabe, y estoy seguro que tu también lo sientes. – Mac asintió. – Y estoy convencido que es sobre eso que desea hablar conmigo.
¿Viste como se ha comportado mi hijo? Él no era así, siempre ha sido tan frío y calculador en todo, sin embargo durante el período del coma no se despegó del lado de Qhuinn, veló por él chico día y noche, casi ni dormía por vigilar que Qhuinn no dejara de respirar, sé que le tiene mucha gratitud a su amigo y…

-Su novio -me interrumpió- Muhrder no solo siente gratitud por Qhuinn, lo de él es más, mucho más. -me congelé en mi sitio y miré directo a Mac-

-¿Qué dices hombre? Lo mismo le dijiste a Melissa. ¿De donde sacas eso de que son novios? – Ví un rastro de tristeza en su mirada pero desapareció rápidamente.

-Muhr es homosexual John y está enamorado de Qhuinn. –Negué aunque sabía que ahí estaban todas las señales gritándome que así era. - Me lo ha confesado.

-Imposible, mi hijo es hetero –Empecé a caminar nuevamente por el pequeño espacio- Quizá ha estado muy intimo con ese chico pero ¿que joven a su edad no anda de curioso sexual? ¡Todos lo hacen! Él debe estar solamente confundido, no debe ser nada serio. Además, él estaba de novio con Diana. Sé que ha explorado pero no creo que sea nada serio. –Chasquee la lengua- También me ha contado algo de sentimientos, pero ni me preocupo, eso a su edad dura lo que dura…dura. –Cuando terminé mi diatriba, me encontré con la cara roja de Mac, sus ojos húmedos me decían que había metido la pata hasta el fondo. Diablos. Antes de que pudiese decir más, él habló.

-Él realmente está enamorado John y es mejor que le comprendas y aceptes, tú mejor que nadie debería entenderle –Me sonrojé furiosamente y asentí, sabía que él tenía razón.

-Lo siento Mac…Yo... –Di un paso en su dirección pero su mirada me detuvo.-Sabes que no quise ser un estúpido insensible y que respeto los sentimientos de… Muhr.

-Eso espero John, es mi ahijado y como su padrino le pienso dar todo el apoyo que necesite, siempre que lo pida. –Apreté los labios, esto no haría muy feliz a mi mujer.- Y hasta cuando no lo pida. – Concluyó. Asentí y suspiré.

-Pues este romance hace más compleja la situación. ¿Te das cuenta que ya no podemos tener la Patria Potestad de Qhuinn? Si ellos están juntos, lo hace moralmente inaceptable. -rastrille mi cabello-  ¿Imaginas eso? No puedo tener bajo el mismo techo a mi hijo con su amante, ambos son menores de edad. Eso no es solo incorrecto es ilegal. –Mac lo entendió.- Tal vez lo mejor sea entregarle a servicios sociales, ellos sabrán que hacer. – me rendí.

-No puedes ser tan hijo de puta -me sobresalté ante el deje de ira que denotaba en sus palabras- ese chico le salvó la vida a TU hijo, merece algo mejor que una casa de acogida con gente desconocida. –Iba a tratar de explicar mi posición nuevamente, pero no me dejó hablar.- Entiéndelo John, el está solo, ha sido rechazado y abandonado de la peor manera por la gente que debería protegerle, no puedes pagarle de la misma manera -Ví la tensión en su cuerpo mientras su mirada se clavaba en la nada- Dame la tutela a mi.

-¿Hablas en serio? –me miró muy serio.

-Nunca he hablado tan seriamente. Realmente empatizo con Qhuinn. Su historia me es tan familiar y si hay alguien que sabe lo que está sintiendo, ese soy yo. –Mac agitó la cabeza tratando de regresar al presente, a veces sus recuerdos lo abrumaban.- Además, su evolución está bastante bien y espero que de aquí a quince días ya esté de alta médica, después de eso solo será cuestión de días para que sea mayor de edad, pero mientras tanto puedo cuidarle.

-¿Estas seguro? Siempre podemos encontrar alguna salida alternativa. Tienes razón, falta muy poco para su mayoría de edad y casi pasará la mitad del tiempo aquí. –negó.

-Qhuinn merece estar con alguien que quiera tenerlo, no con quien lo soporte. –hice una mueca avergonzado. Mac tenia el talento de hacerme sentir tan culpable.- Yo quiero ser su amigo. Estar para él. No le daré la espalda.

-Gracias –susurré. No sabía que mas agregar. Tenia la impresión de que Mac ya no hablaba de Qhuinn, y nada de lo que yo dijera, me dejaría bien parado. Asintió y salió de mi consulta sin mirar atrás.

Este día se sentía tan largo. Pensé antes de acomodarme en mi silla y cerrar los ojos. Gracias a Dios ya falta poco para que termine.
  
P.O.V. MELISSA BLACK (Madre de Muhr)

Los tres pisos que separaban la zona de consultorios del área de hospitalización se me hicieron interminables, quería acabar con esto y correr a ver a mi hijo. Mackenna y John se excedieron con restringirme verle. John me va a escuchar ahora que regrese, ¿Cuántas veces le he dicho que ubique a Mackenna? Él es solo un amigo. No es un miembro del matrimonio y mucho menos padre de Muhr o Selena. Entiendo ese cariño enorme que nos tiene, pero no puede tomar decisiones como si fuera… ¡Caray! A veces siento que mi matrimonio es de a tres. Me detuve frente a la habitación 307.

-Buenas noches Melissa.- Una voz profunda me hizo girar, a dos metros estaba Albert Franz. Alto, rubio y con unos ojos azules impresionantes. Lo duro de su trabajo solo había incrementado su atractivo con el correr de los años.

-Detective Franz – Saludé. Él cerró la distancia que nos separaba y extendió su mano. La tome y el apretón aunque firme, fue muy breve. A pesar de tener una amistad de años, el episodio con su hija nos había dejado una situación incomoda con la cual aun no habíamos tratado.

-¿Conoces al detenido? – Me señaló la habitación.

-Lo conozco y tú también, es el hijo del viejo Lohstrong. Hace años que él y su esposa están perdidos de la comunidad. En realidad no recuerdo que hayan participado alguna vez. El viejo lo tuvo en internados de chico y cuando reapareció ya estaba casado con Stella Williams y ella estaba embarazada. El viejo estaba tan feliz que al parecer le regalaron al hijo, porque fue el abuelo quien crío al niño.

-Ya los recuerdo. El abuelo Lohstrong murió de viejo de un paro cardíaco, en su casa, durmiendo. Hace como 6 años. Una buena muerte, si es que hay muerte buena. Al niño no lo ví, nunca salió de su habitación. No recuerdo haber visto ni a su hijo ni a la nuera.

-Esos cretinos irresponsables, dejaban a su hijo vivir al cuidado de un anciano. Y luego lo dejaron a cargo de institutrices, hasta que se acabaron el dinero del viejo y desde hace tres años vive a su vela. –negué indignada y fastidiada. A pesar de estar acostumbrada a estos casos sociales y haber entregado mi vida profesional a defender a las victimas, este caso me tocaba directamente y no me sentía cómoda en mis zapatos.-Quiero poner una denuncia formal contra ese hombre. No quiero que pueda acercarse a Qhuinn hasta que tenga mayoría de edad. 

-Tengo todo lo necesario conmigo –dijo y Asentí. Caminé junto a él hasta la salita de espera más cercana. -¿Y como esta el chico? –Preguntó con humildad el detective. Sin hacer contacto visual conmigo.

-Hoy salió del coma y al parecer esta mejorando. Al menos lo estaba hasta que ese animal lo golpeó, tuvieron que sedarlo otra vez. –Franz maldijo entre dientes. Albert Franz era un buen hombre, aunque nuestros hijos llevaban una amistad de apenas cuatro años, él y yo, habíamos compartido juntos trabajos por mas de 15 años. En mi oficio necesito mucho del apoyo de la policía y Franz y su noble corazón ha sido un puente maravilloso para resolver rápidamente muchos casos.

-Diana esta arrepentida –dijo de pronto. Apreté los labios. Me sentía entre la espada y la pared en esta situación. Aun recuerdo acompañarlo al entierro de la madre de Diana y sé lo duro que ha sido para él criar a su hija como un padre soltero.

-Lo sé, hablo conmigo. –Le dije, no pareció sorprendido, en realidad estoy segura que él la envío a mi, no creo que la frívola y mimada criatura en que se ha convertido esa niña esté ni un poquito arrepentida de lo que hizo, mas allá del susto de ir presa, no creo que sienta nada. -Y quiero que sepas que aunque puedo entenderla, sus acciones no fueron correctas. No quiero mentirte, mi hijo no está siento muy imparcial con este tema. Lo siento. –El detective respiro hondo.

-Ya tengo abogado. -Asentí. -Esta preparando el caso, ella es menor de edad aun, tu hijo es un año mayor.

-Mi hijo también es menor de edad.-  Lo miré a los ojos.

-Ella esta yendo al psicólogo. Fue un golpe fuerte descubrir las preferencias de su novio. –me envaré y lo notó. –Lo siento, no quise ser grosero. –Con un gesto de la mano desestimé el tema.

-Hablemos luego de esto, ahora mismo no es el momento. – dije incomoda por el giro de la conversación.- Ahora solo quiero firmar esos papeles e ir a ver a mi hijo. –Asintió.

-¿Quieres hablar con él? – Señalo la habitación con la cabeza refiriéndose al padre de Qhuinn ¿Quería? Negué y seguí firmando.

-Solo en la corte. –Miré a Franz luego de pensar un poco. –Sabes, todo esto me parece muy extraño, por que no investigas a este tipo y a su esposa. En mi experiencia siempre hay más que solo maldad. –Apreté el brazo de Albert.- Estoy segura que Muhr tomara personal tu ayuda. Que ayudes a Qhuinn, podría mejorar los sentimientos de él hacia Diana.

-Lo haré y si hay algo sucio lo encontraré. –le sonreí con sinceridad- Gracias por tu comprensión Melissa, no sabes como estoy muriendo por dentro a causa de la incertidumbre.

-Lo puedo imaginar Albert y estoy tratando de que las cosas mejoren para ti. Para ustedes. –Albert me dio una sonrisa sin dientes y se puso de pie, le entregué los documentos y me puse de pie también.

-Seguramente que te veré en la estación. –Asentí. Iré saliendo de aquí.

-No te apures, tienes 24 horas. –Me guiño un ojo.- Sino nos vemos, te mantendré informada de cualquier novedad.

Asentí y caminé directo a los ascensores. No me quede a observar como se llevaban a Lohstrong. Tenía un hijo que ver y un marido a quien recordarle que soy la “única” madre de su hijo.

 P.O.V. JOHN BLACK (Padre de Muhrder)

Apoyé mi mano en el gran ventanal que daba hacia la avenida, Mackenna hacía ya unos minutos que se había retirado y me encontraba solo en mi consultorio, sumergido en mis pensamientos, mi hijo había pasado por tiempos difíciles, demasiado complejos para alguien tan joven como él.

Primero el episodio con Levi y ahora esto, no debe ser algo fácil de digerir y a veces las confusiones emocionales pueden influir en acciones y decisiones.

Pasé la mano por mi cabeza, rastrillando mi cabello. Sabía que estaba negando la orientación sexual de mi hijo, pero simplemente no lo creía posible. No por que me pareciera mal o bien, simplemente no creía que fuera gay.

Muhrder ha pasado por vivencias demasiado intensas en corto tiempo. Todos en realidad. Diablos. Por primera vez en mi vida, sentía que el papel de padre me quedaba grande.

Necesito orientación. Cogí el teléfono y marqué a Daniel Menchelli, es tarde así que ya no creo que esté en su consulta, llamé a su móvil. Tomé asiento en la silla frente a mi escritorio mientras terminaba de marcar. Me contestó de inmediato y tras un saludo cordial, lo puse al tanto del motivo de mi llamada.

Lo primero que me dijo como el excelente profesional que es, es que lo que su paciente y él han hablado no lo compartiría conmigo. Yo le dije que lo respetaba mucho por eso, pero que yo sí iba a compartir con él lo que sabía y esperaba con eso, ayude a mi hijo a recuperar la brújula de su vida.

Daniel me animo con amabilidad a que continuara y me escuchó. Le conté con detalles todo lo relacionado a los nuevos sucesos del día, él ya sabía lo del accidente y la resistencia de Muhr a conversar con él. Asumimos que era por que no quería despegarse de Qhuinn, pero él me explicó que quizá también fuera a causa de su recién aceptada orientación sexual. Quizá no se sintiera cómodo compartiéndola.

Estaba sumergido en mi relato cuando la puerta se abrió lentamente, era Melissa. Le señalé con un dedo la silla junto a mí, ella se sentó sin hacer ruido y le prestó atención a mi llamada.

-Si… como te digo, más allá de lo que dice, son sus acciones lo que me preocupan. No es él mismo y me preocupa que todo sea una confusión emocional a causa de tantos sucesos en tan corto tiempo. No sé como manejar esto, necesito que nos apoyes… si… tengo claro que no es una enfermedad, créeme que lo sé y no tengo reparos en su opción de vida, solo quiero que tome las decisiones adecuadas para que no cometa errores en ello, esto no le afecta solo a él… aja…vale… haré eso y haré que te llame ¿te parece? -rastrillé mi cabello- estupendo, estamos en contacto. Gracias. Adiós.

Miré a Melissa que me miraba fijamente, tenía el brazo apoyado en el escritorio y la mano sosteniendo su barbilla. Su expresión era indescifrable.

-Antes que me digas cualquier cosa, hablaba con Daniel Menchelli el psicólogo de Muhr.

-Sé quien es el psicólogo de mi hijo. –Me respondió algo borde, seguía enojada.- Estos días he estado en contacto con él, no me gustaba el ostracismo de Muhr. – Asentí.

-Lo he puesto al tanto de lo ocurrido hoy y ya escuchaste, le he pedido su apoyo.

-Por que no quieres que cometa errores que dañarían a terceros. –Afirmó elevando una ceja –Interesante- Concluyó. Su mirada mostraba que había sido herida con mis palabras. Hoy no atinaba una.

-Sé por donde quieres ir y te agradecería que no tuvieras el mal gusto de traer el pasado a colación. –dije intentando traer su lógica a la conversación.

-¿El pasado? Ummm..... Que bueno que dices eso, porque opino lo mismo que tu. El pasado debe permanecer en el pasado. Incluso las amistades. –Abrí la boca pero la deje terminar- Sobre todo las amistades. Quizá va siendo hora que Arthur se consiga su propia familia, y deje de usar la mía como reemplazo. No pienso seguir tolerando una mas de sus intromisiones.

-Melissa no seas mezquina, Arthur ha sido –negué- ES, un miembro de la familia, los niños lo aman, lo respetan, lo consideran un tío, un segundo padre, para ellos es…

-¿Y tu John? – me interrumpió. -¿Tu qué sientes por Arthur? ¿Tu como lo ves?

-¿Yo?... –me mortifiqué con su pregunta con trampa.- Obvio que lo amo también y lo respeto mucho. –dije sin duda alguna.

-¿Y por mi? ¿Qué sientes por mí? –suspiré y la atraje a mis brazos, la senté en mi regazo y la miré a los ojos.

-Tú eres mi único y verdadero amor. –me torció la boca. – Y te amo y te respeto…

-Pues bájale un par de rayitas a tu amor por él y agrégalas al respeto por mi. –Se bajó de mi regazo y caminó hasta la ventana, giró y me miro muy seria.-Déjalo fuera de nuestra casa John. No me faltes el respeto nuevamente poniéndolo por encima de mí cuando se trata de alguna decisión de nuestros hijos. Si te sientes culpable por algún daño colateral de tus decisiones pasadas. NO pienso pagarlo yo.

-Melissa… -suspiré.-

-Lo siento John, creo ya bastante tiempo he adoptado a Arthur Mackenna, es hora de que madure y siga adelante sin nosotros… Sin ti. – resoplé y asentí.

-Se ofreció a tener la tutela de Qhuinn. –Melissa frunció el ceño pero asintió, ella evidentemente ya había pensado en las implicancias legales del dichoso romance.

-Siempre tan noble. –Dijo en un tonito de voz sarcástico- Muhr lo adorara por eso. Tengo que hablar con mi hijo antes de que se entere de este cambio de tutela por otra boca. –Hice una mueca.

-Sabes que Mac no es así. –Ella elevó los hombros de manera infantil.

-Yo que tu no apostaría. –Dijo con amargura- Al parecer tiene debilidad por los hombres Black. –agregó con malicia.

-Melissa!! – subí la voz muy indignado, se había pasado.

-Está bien, perdón, me excedí. –Negó con la cabeza, realmente estaba arrepentida por su ligereza.- Eso fue impertinente, lo siento. –Asentí disculpándola. - Imagino que ya puedo ver a mi hijo ¿verdad?

-Claro que si, nunca se te impidió verlo, solo esperábamos que te ocuparas del tema legal primero. – Ella asintió y se dirigió hasta la puerta, frenó y dió la vuelta, regresó donde mi y me tomó del rostro. Me miró a los ojos y noté su angustia. –Te amo – le dije y me besó.

Salió de la habitación y me quede pensando en nuestra conversación. Amaba a Melissa, pero odiaba las “charlas”, quizá si tenía un poco de suerte Mac tomará su distancia sin necesidad de ninguna “charla” con él. Sonreí. Si, quizá podía posponer esa “charla” otros 18 años mas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario