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A
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NGELOS
Destellé en
un lugar cercano al aeropuerto y a paso decidido avancé entre la multitud para
dirigirme hacia el hangar donde el avión de Black debería estar para el vuelo
de regreso a Nueva Orleans. Llevaba el
tiempo justo y una apariencia de mierda, ¿la verdad? A estas alturas poco me
importaba, lo único de real importancia lo había arruinado y con creces.
-No podemos
esperar más al señor Santiago, el vuelo debe realizarse ahora o…
-No se
preocupen que ya estoy aquí, imagino que ya podemos iniciar el viaje.
El piloto
simplemente asintió y se perdió en la cabina, la mirada de Lex estaba clavada
como chinchetas en mi mientras tomaba ubicación en mi asiento, hizo el ademán
de decirme algo, sin embargo, la pelirroja Diana entro en escena haciendo de
anfitriona y ofreciendo o preguntando cosas a las cuales no presté la mas
mínima atención, sólo estaba concentrado en mirar hacia afuera, hacia la nada,
no es que estuviera evitando mirar la cara de desprecio y asco de Lex, no que
va.
Solo deseaba
mantenerme entero lo suficiente como para llegar con mediana dignidad al
Santuario.
¿Qué haré al
llegar? ¿Solo recoger los pedazos y seguir adelante? Si claro, total y
absolutamente patético, digno de peli rosa de domingo por la tarde ¿Alguien
traerá el pop corn también? Queridos dioses tendría que haber destellado
simplemente directo al Santuario en vez de estar aquí, encerrado en este
minúsculo lugar junto a Lex.
¿En qué
mierda estaba pensando?
Ese es el
asunto, no estaba pensando, para variar solo estaba actuando de manera
primitiva, instintiva por llamarlo de alguna manera. Aunque en este momento sé
muy bien que Black me detesta por lo que hice necesitaba verle aunque fuese por
última vez, asegurarme que estaba bien, que llegaría sin novedades a EEUU.
Maldito
instinto de protección.
-¿Dónde
estuviste metido? Tienes una apariencia de mierda, casi pensé que no vendrías.
-Pero estoy
aquí ¿no? Dije que llegaría y lo hice, fin del asunto –dije sin mirarle-
-Tú y yo
tenemos que…
-¿Señores?
–La voz de Dayana interrumpió a Lex- ajusten sus cinturones, comenzaremos el
despegue en este momento.
En completo
silencio nos quedamos, la chica se encontraba cerca, lo cual silenciosamente
agradecí, no quería esta conversación, no quería enfrentar la situación, no ahora,
no en este lugar, no soportaría su desprecio.
A penas el
avión tomo vuelo y dieron el aviso de poder librar los cinturones me levanté
con la mayor rapidez humana posible.
-voy por una
ducha.
ALEXANDER
Ya en el
hotel me instalé en el ventanal de mi habitación cómo si desde allí pudiese ver
a Angelos volver.
-¡Con un
carajo!
Golpee la
pared, se me revolvía las entrañas de preocupación, ¿qué hice? ¿El que lo haya
besado le molestó?, pero si siempre dio a entender que le gustaba mi
contacto. ¿Le causó repulsión que haya tocado a Dyanne? Pero él la tocaba y fui
invitado. No, no entendía y necesitaba hacerlo, necesitaba tener a Ang frente a
mí, que me explique y con un demonio, quería tocarlo, volver a besarle.
¡¡¡Mierda!!! Alexander Black quería besar a un hombre, quería tocarlo,
acariciarlo, sentir su piel desnuda y rozar todo su cuerpo, apoyé la frente en
mi antebrazo, perdiendo la mirada en la noche.
Pero amaneció y nada, vino el bufet, no probé bocado, y las horas pasaron hasta
que llegó el momento de tomar el avión, con las maletas de Ang y las mías,
partí rumbo al aeropuerto, abordé el jet con una ansiedad mezclada entre miedo
a que le hubiera sucedido algo o que se haya largado de parranda y se haya
quedado dormido. Esta última hipótesis no era factible, lo descarté de
inmediato.
No sacaba la vista del reloj y el capitán impaciente miraba también su registro
de vuelo.
-Señor Black, ya es hora.
-Esperemos hasta el último momento -Al decirlo veo a Dyanne aparecer y con una
sonrisa se dirige a nosotros-
-Ya está todo organizado.
Asiente y se
retira, pero antes me sonríe complacida pero sin dar a entender nada. Metí las
manos en los bolsillos, agradecía que tomara normal la situación, porque en
estos momentos solo mi mente estaba centrada en otro.
De nuevo el capitán se dirige a mí, pero es Ang quien contesta, lo recorro de
pies a cabeza, pero no me mira, pasa de largo y se sienta en su silla, me
coloco frente a él.
-¿Dónde estuviste metido?, Tienes una apariencia de mierda -¡mierda! Parecía
una vieja regañando a su pareja- Casi pensé que no vendrías -peiné para atrás
mis cabellos, en un gesto nervioso, tratando de bajar los ánimos-
-Pero estoy aquí ¿no? Dije que llegaría y lo hice, fin del asunto.
No me miraba, y gruñí por bajo, las emociones que me invadían eran extrañas por
el hecho de que jamás me interesé por nadie, y ahora uno de mi mismo género era
el que me llevaba a sentir estas emociones encontradas, posesivas, y de querer
tomarlo del cuello y hundir mi lengua en su boca y hacerlo callar.
-Tu y yo tenemos que…
-Señores… estamos por despegar, ajusten…
La voz de Dyanne acallo lo que inicié, primera vez la miré con frialdad, pero
ajuste mi asiento y el cinturón. Al quedar el vuelo estable, Ang fue a su
cabina, casi salté detrás de él, pero Dyanne me trajo una llamada desde EE.UU.
Conteste rápidamente y cuando fui para hablar su puerta estaba trabada, di
vuelta y me metí a la mía, allí recorrí el poco espacio, dejando casi arruinado
la alfombra. Agudice el oído pero su puerta no se destrabó, opté al final por
apoyarme en la pared cerca de mi puerta, controlando algún cambio. Rechacé
comer, no tenía hambre, esas 13 horas de vuelo fueron un completo infierno.
Cuando bajamos a aduana, el Ang que conocía no estaba, este joven era un taciturno
desconocido que solo caminaba a mi lado sin hablar, ni buscar mantener un
contacto.
-Gracias por el viaje -su voz se escuchó antes de que se alejara-
-¡¡Ang, espera!!
Intenté
caminar tras de él, pero mi secretaria salió a mi encuentro. ¡Maldito trabajo
de mierda! La agenda electrónica ya estaba desplegada y un sin número de citas
concertadas de ante mano, la mirada buscó entre la multitud, pero ya no lo vi.
ANGELOS
A paso
rápido me perdí entre la gente y a penas estuve a las afueras del aeropuerto,
avance en dirección a los estacionamientos donde pude destellar a un lugar más
tranquilo, ya sin gente a mi alrededor donde podría despejarme un poco.
No le
buscaría, ya había sido suficientemente malo mi actuar impulsivo como para
soportar su mirada de asco hacia mí, bien claro me lo había dejado en
reiteradas ocasiones, él es hétero, gusta de los coños y las tetas, para mi
simplemente no hay cabida para algo más allá de una amistad. La cual también he
arruinado después de que nos folláramos a… a… a como mierda se llame la tía.
Fin de la
cuestión.
-Entonces… ¿Por qué estas siguiendo su auto?
–Dijo una vocecilla en mi cabeza-
¡Cállate
maldita zorra!
Aunque mi
cabeza “intentaba” ser racional, como siempre ganaba mi parte animal como buen
Katagario, simplemente quería asegurarme de que estaba bien, que llegaría a su
departamento sin novedades.
-Si claro ¿lo dices para convencerme a mi o
a ti mismo? ¡Ups! Espera, somos lo mismo
-¡Cállate
hija de puta!
Por puro
instinto sabía perfectamente el vehículo en el que se estaba trasladando Lex y
destellando edificio tras edificio seguí su pista hasta llegar a un edificio de
apartamentos. En mi forma de leopardo tenía una vista más aguda por lo que me
agazapé en un edificio aledaño y esperé. No tardó mucho tiempo en que las luces
de cierto departamento se encendieran y me dieran aviso que Black había
llegado, ahora podría destellar al Santuario, ya nada más podía hacer, pero
para variar… mi cerebro proponía y mi instinto disponía, así que permanecí
allí.
Le vi pasear
por lo que debía ser la sala de estar, se le veía inquieto, no se quedaba más
que unos segundos en un lugar para luego cambiar a otro, se servía un trago y
lo dejaba, seguía caminando, cogía el vaso y bebía, de manera constante se
frotaba la nuca, un gesto que había logrado identificar como de preocupación o
incomodidad. Caminó hacia el gran ventanal y su mirada se veía perdida, estaba
sumergido en sus pensamientos, después de un rato, su mirada quedo fija en mi,
un escalofrío recorrió mi columna vertebral, era como si el tiempo se hubiese
congelado en ese instante, nos estábamos mirando fijamente hasta que algo hizo
desviar su atención hacia dentro del departamento, momento en el cual me oculté
en la oscuridad, le vi retornar al ventanal para luego, de manera rápida, coger
su chaqueta y volver a salir.
ALEXANDER
Entre al
departamento, las llaves hicieron un ruido sordo al caer de la mesa de entrada
al suelo, ni me importo, directo a buró de las bebidas y me serví un vaso
lleno, revisé los mensajes, abrí el correo, dejé sin leer los mails, mi mano en
la nuca trataba de aliviar la tensión, me paré frente al ventanal, clavé la
mirada en el vacío y solo veía en mi mente los ojos de Ang, esa angustia allí.
Sonó el móvil y fui a atender, era mi abogado avisando que ya estaba en curso
todo, que podía estar tranquilo, que el negocio que había cerrado, me había
producido una ganancia de varios billones de dólares. Negué el dinero no me
importaba, solo quería estar con él. Lo reconocía amaba a ese impulsivo joven
que me había vuelto el mundo al revés, pero me gustaba sentirme así, solo con
él.
Tomando la decisión de mi vida, me largué rumbo al Santuario, manejar esa
distancia fue fácil, pero el problema es quedarse sin diesel a solo 10 cuadras
era lo más frustrante, deje él coche y me dispuse a caminar esa distancia, solo
cruzar una plazoleta y tomaría la calle para llegar, acostumbrado a caminar
conocía como llegar, pero algo me rozó y casi me tumbó, miré y no vi que era,
faltaba tres horas para amanecer, volví a emprender el camino cuando una voz me
detuvo.
-Dime dónde está
La hermosa
mujer era la misma de Sídney, solo que ahora no se mostraba amable, estaba
parada en frente, no ahora a mi lado, detrás, ¿Qué mierda le pasaba a esta?
-¿A quién buscas?
-No te hagas
del estúpido, sabes a quién busco -con una rapidez impresionante se aproxima y
me huele- lo tienes en tu piel, eres su maldita perra -me mira y levanta una
ceja bien formada- ¿o él es una gata mimosa para ti?
Su tono de voz me sulfuró, no estaba entendiendo nada, hasta que otro apareció
desde atrás y me tomo de los brazos.
-Tenemos algo con que jugar mon sherry
La sonrisa
de ella hace que me retuerza, la fuerza de él es impresionante, casi me saca
los hombros con la presión, pero no me dejaría lastimar fácilmente, con un
rápido movimiento envío mi cabeza hacia atrás, escuchando su hueso nasal al
estrellarse. Me suelta en forma rápida, no dejaría que unos ladrones me
asaltaran aunque se vistieran de la mejor manera. Pero no me alejé mucho
cuando la mujer me tomó del cuello elevándome, eso me sorprendió, no era alta,
pero me sostenía despegándome del suelo, si no fuese porque estaba a punto de
morir estrangulado por una mujer, me sorprendería por ese mismo hecho. Una
mujer me elevaba del suelo y me estaba asfixiando con una sola mano, todo se
volvió negro, aunque escuche un gruñido y sentí caer bruscamente. Sacudí la
cabeza y vi aparecer a quien menos me esperaba.
ANGELOS
Lex comenzó
a toser y a luchar por cada bocanada de aire mientras hacía lo animalmente
posible por medir fríamente a mi enemigo, quien estaba en el lugar era la
última persona en el planeta a quien esperaba ver, siempre le desee muerta y
aunque la última vez que la vi sólo tenía 20 años, tenía su imagen grabada a
fuego en mi memoria y la cicatriz de su ataque en mi pecho me recordaba a
diario a la maldita pequeña zorra. Comienzo a aplaudir.
-Vaya, vaya,
vaya, si hubiese sabido que hoy teníamos reunión de “Reencuentros Familiares”
hubiese cooperado con las galletitas para el té –hago un rápido barrido visual
a evaluando la situación- veo que no has cambiado en nada Amy, sigues siendo la
misma arpía sonriente que recordaba. Aunque para ser sincero, después de tanto
tiempo pensé que ya te habían puesto el pijama de madera y cubierto con una
alfombra de pasto –Su mirada fue fulminante hacia mí-
-Quien
tendría que estar muerto eres tu pedazo de mierda, pero no, lograste escapar
una vez, pero eso no ocurrirá ahora –dice con frialdad- Sabía que aparecerías
si tocábamos a tu pequeña perra humana, pero no te preocupes, así como
apareces, desaparecerás… Evanz
De manera
inmediata el tío que le acompañaba se lanza sobre mí para iniciar una feroz
pelea, sin embargo mientras avanzaba cambio
a su forma más fuerte, a la de un were leopardo.
-¡CORRE!
Fue la única
advertencia que logré darle a Lex que atónito se quedó viendo la escena de la
transformación y no es para menos, aquello solo ocurre en las películas clase
B.
Desvié
totalmente mi atención del estado de Black y me centre en la lucha, estaba en
completa desigualdad, me negaba a cambiar a mi forma más fuerte, no quería que
me viese de esa manera Lex, aunque sonara estúpidamente descerebrado,
detestaría que él me tuviese miedo.
La pelea era
en total desigualdad, hacía lo posible por esquivar sus mordidas y arañazos, a
lo más solo podía protegerme e intentar quebrar algún hueso, pero que Black
intentara ayudarme en esto, fue una muy mala decisión. A penas se incorporó el
tal Evanz se lanzó a su cuello, por primera vez en mi vida sentí pánico, sin
embargo este no me paralizó e intenté alejarlo con un fuerte empujón de su
ataque, donde sólo recibió un parcial zarpazo, la mayor parte del daño lo
recibí en mi espalda, él cayó a tierra.
-¡Mátale,
maldito idiota!
A penas esto
fue dicho sentí el fuerte piquete del dardo, había acertado a mi muslo, la
fuerza se desvanecía y Black sujetaba su brazo. Lo siguiente no lo pensé dos
veces, acorté la distancia que me separaba con Lex mientras escuchaba los
chillidos de Amy que harían una buena competencia con una Banshee y me lancé
con todo sobre él, envolviéndole en mis brazos cerré los ojos y destellamos a
su departamento.
Lex estaba
lívido observando todo a su alrededor, el color de su rostro era el de la leche
cuajada, dio varios pasos hacia atrás alejándose de mí, mi cuerpo estaba
fallando.
-No me…
tengas… miedo –dije sin aliento- ayúdame.
Todo se fue
a negro.
ALEXANDER
Ver aparecer
a Ang y enfrentarse a ella de una forma socarrona y con desparpajo me dejó
confundido, ¿era a él por quien preguntaban?
Atontado en el suelo, me trato de incorporar, pero la voz de ella y el
movimiento del otro, que frente a mis ojos se convirtiera en un leopardo
enorme, me hace caer de culo, el susto primero que me invadió fue casi dejado
de lado cuando lo veo atacarle, no medí las consecuencias, solo me lancé para
evitar que cayera sobre la espalda de Ang, aunque me gritó que corriera, no lo
dejaría, y cagado más que un palo de palomar fui a por él. Y al suelo de nuevo
me vi cuando Ang me empujó, un zarpazo me tocó y aunque me vi con la muerte
besando mi cara en forma de unos colmillos y garras impresionantes, y con la
sensación del desgarro de mi carne, latiendo en forma punzante, fue el olor de
Ang y sus fuertes brazos lo que me rodearon y no ese saco de pelos que buscaba
que engrose su lista de menú del día, al segundo una corriente eléctrica que me
recorrió, y en mi departamento aparecimos.
¿Qué mierda pasó? ¿Cómo estábamos allí? -Retrocedí, me alejé de él, de mis
temores e interrogantes-
-No me… tengas… miedo
Me dijo,
pero empezó a cambiar de leopardo a Ang, ¿No tener miedo? Mi amigo, el ser que
creía conocer, del que me enamoré era ¿un animal? ¿Un extraterrestre? ¿Qué
mierda era?
Su cuerpo se quedó quieto y estaba en forma de animal, respiraba pausado, me
acerqué gateando, vi el dardo en su costado y se lo saqué, estaba sedado, eso
explicaba porque se desmayó, debía pesar más de 150 kilos, recorrí su cuerpo,
si despertaba y me ataca, pasaría a ser su desayuno, de varias mordidas me
terminaría
Me senté a su lado observando, meditando en lo que había descubierto hoy
¿Habría más
de la especie de él?
Me quedé apoyado contra la pared controlando su respiración ¿quién era la
mujer? Una puta mierda, no lo sabía.

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