domingo, 17 de agosto de 2014

Capítulo 12



A
NGELOS
Destellé en un lugar cercano al aeropuerto y a paso decidido avancé entre la multitud para dirigirme hacia el hangar donde el avión de Black debería estar para el vuelo de regreso a  Nueva Orleans. Llevaba el tiempo justo y una apariencia de mierda, ¿la verdad? A estas alturas poco me importaba, lo único de real importancia lo había arruinado y con creces.

-No podemos esperar más al señor Santiago, el vuelo debe realizarse ahora o…

-No se preocupen que ya estoy aquí, imagino que ya podemos iniciar el viaje.

El piloto simplemente asintió y se perdió en la cabina, la mirada de Lex estaba clavada como chinchetas en mi mientras tomaba ubicación en mi asiento, hizo el ademán de decirme algo, sin embargo, la pelirroja Diana entro en escena haciendo de anfitriona y ofreciendo o preguntando cosas a las cuales no presté la mas mínima atención, sólo estaba concentrado en mirar hacia afuera, hacia la nada, no es que estuviera evitando mirar la cara de desprecio y asco de Lex, no que va.

Solo deseaba mantenerme entero lo suficiente como para llegar con mediana dignidad al Santuario.

¿Qué haré al llegar? ¿Solo recoger los pedazos y seguir adelante? Si claro, total y absolutamente patético, digno de peli rosa de domingo por la tarde ¿Alguien traerá el pop corn también? Queridos dioses tendría que haber destellado simplemente directo al Santuario en vez de estar aquí, encerrado en este minúsculo lugar junto a Lex.

¿En qué mierda estaba pensando?

Ese es el asunto, no estaba pensando, para variar solo estaba actuando de manera primitiva, instintiva por llamarlo de alguna manera. Aunque en este momento sé muy bien que Black me detesta por lo que hice necesitaba verle aunque fuese por última vez, asegurarme que estaba bien, que llegaría sin novedades a EEUU.

Maldito instinto de protección.

-¿Dónde estuviste metido? Tienes una apariencia de mierda, casi pensé que no vendrías.

-Pero estoy aquí ¿no? Dije que llegaría y lo hice, fin del asunto –dije sin mirarle-

-Tú y yo tenemos que…

-¿Señores? –La voz de Dayana interrumpió a Lex- ajusten sus cinturones, comenzaremos el despegue en este momento.

En completo silencio nos quedamos, la chica se encontraba cerca, lo cual silenciosamente agradecí, no quería esta conversación, no quería enfrentar la situación, no ahora, no en este lugar, no soportaría su desprecio.

A penas el avión tomo vuelo y dieron el aviso de poder librar los cinturones me levanté con la mayor rapidez humana posible.

-voy por una ducha.

ALEXANDER
Ya en el hotel me instalé en el ventanal de mi habitación cómo si desde allí pudiese ver a Angelos volver.

-¡Con un carajo!

Golpee la pared, se me revolvía las entrañas de preocupación, ¿qué hice? ¿El que lo haya besado le molestó?, pero si siempre dio a entender que le gustaba mi contacto. ¿Le causó repulsión que haya tocado a Dyanne? Pero él la tocaba y fui invitado. No, no entendía y necesitaba hacerlo, necesitaba tener a Ang frente a mí, que me explique y con un demonio, quería tocarlo, volver a besarle.

¡¡¡Mierda!!! Alexander Black quería besar a un hombre, quería tocarlo, acariciarlo, sentir su piel desnuda y rozar todo su cuerpo, apoyé la frente en mi antebrazo, perdiendo la mirada en la noche. 


Pero amaneció y nada, vino el bufet, no probé bocado, y las horas pasaron hasta que llegó el momento de tomar el avión, con las maletas de Ang y las mías, partí rumbo al aeropuerto, abordé el jet con una ansiedad mezclada entre miedo a que le hubiera sucedido algo o que se haya largado de parranda y se haya quedado dormido. Esta última hipótesis no era factible, lo descarté de inmediato.

 
No sacaba la vista del reloj y el capitán impaciente miraba también su registro de vuelo.

-Señor Black, ya es hora.


-Esperemos hasta el último momento -Al decirlo veo a Dyanne aparecer y con una sonrisa se dirige a nosotros-


-Ya está todo organizado.


Asiente y se retira, pero antes me sonríe complacida pero sin dar a entender nada. Metí las manos en los bolsillos, agradecía que tomara normal la situación, porque en estos momentos solo mi mente estaba centrada en otro.

De nuevo el capitán se dirige a mí, pero es Ang quien contesta, lo recorro de pies a cabeza, pero no me mira, pasa de largo y se sienta en su silla, me coloco frente a él.


-¿Dónde estuviste metido?, Tienes una apariencia de mierda -¡mierda! Parecía una vieja regañando a su pareja- Casi pensé que no vendrías -peiné para atrás mis cabellos, en un gesto nervioso, tratando de bajar los ánimos-


-Pero estoy aquí ¿no? Dije que llegaría y lo hice, fin del asunto.


No me miraba, y gruñí por bajo, las emociones que me invadían eran extrañas por el hecho de que jamás me interesé por nadie, y ahora uno de mi mismo género era el que me llevaba a sentir estas emociones encontradas, posesivas, y de querer tomarlo del cuello y hundir mi lengua en su boca y hacerlo callar.


-Tu y yo tenemos que…


-Señores… estamos por despegar, ajusten…


La voz de Dyanne acallo lo que inicié, primera vez la miré con frialdad, pero ajuste mi asiento y el cinturón. Al quedar el vuelo estable, Ang fue a su cabina, casi salté detrás de él, pero Dyanne me trajo una llamada desde EE.UU.


Conteste rápidamente y cuando fui para hablar su puerta estaba trabada, di vuelta y me metí a la mía, allí recorrí el poco espacio, dejando casi arruinado la alfombra. Agudice el oído pero su puerta no se destrabó, opté al final por apoyarme en la pared cerca de mi puerta, controlando algún cambio. Rechacé comer, no tenía hambre, esas 13 horas de vuelo fueron un completo infierno.


Cuando bajamos a aduana, el Ang que conocía no estaba, este joven era un taciturno desconocido que solo caminaba a mi lado sin hablar, ni buscar mantener un contacto.


-Gracias por el viaje -su voz se escuchó antes de que se alejara-


-¡¡Ang, espera!!


Intenté caminar tras de él, pero mi secretaria salió a mi encuentro. ¡Maldito trabajo de mierda! La agenda electrónica ya estaba desplegada y un sin número de citas concertadas de ante mano, la mirada buscó entre la multitud, pero ya no lo vi.

ANGELOS
A paso rápido me perdí entre la gente y a penas estuve a las afueras del aeropuerto, avance en dirección a los estacionamientos donde pude destellar a un lugar más tranquilo, ya sin gente a mi alrededor donde podría despejarme un poco.

No le buscaría, ya había sido suficientemente malo mi actuar impulsivo como para soportar su mirada de asco hacia mí, bien claro me lo había dejado en reiteradas ocasiones, él es hétero, gusta de los coños y las tetas, para mi simplemente no hay cabida para algo más allá de una amistad. La cual también he arruinado después de que nos folláramos a… a… a como mierda se llame la tía.

Fin de la cuestión.

-Entonces… ¿Por qué estas siguiendo su auto? –Dijo una vocecilla en mi cabeza-

¡Cállate maldita zorra!

Aunque mi cabeza “intentaba” ser racional, como siempre ganaba mi parte animal como buen Katagario, simplemente quería asegurarme de que estaba bien, que llegaría a su departamento sin novedades.

-Si claro ¿lo dices para convencerme a mi o a ti mismo? ¡Ups! Espera, somos lo mismo

-¡Cállate hija de puta!

Por puro instinto sabía perfectamente el vehículo en el que se estaba trasladando Lex y destellando edificio tras edificio seguí su pista hasta llegar a un edificio de apartamentos. En mi forma de leopardo tenía una vista más aguda por lo que me agazapé en un edificio aledaño y esperé. No tardó mucho tiempo en que las luces de cierto departamento se encendieran y me dieran aviso que Black había llegado, ahora podría destellar al Santuario, ya nada más podía hacer, pero para variar… mi cerebro proponía y mi instinto disponía, así que permanecí allí.

Le vi pasear por lo que debía ser la sala de estar, se le veía inquieto, no se quedaba más que unos segundos en un lugar para luego cambiar a otro, se servía un trago y lo dejaba, seguía caminando, cogía el vaso y bebía, de manera constante se frotaba la nuca, un gesto que había logrado identificar como de preocupación o incomodidad. Caminó hacia el gran ventanal y su mirada se veía perdida, estaba sumergido en sus pensamientos, después de un rato, su mirada quedo fija en mi, un escalofrío recorrió mi columna vertebral, era como si el tiempo se hubiese congelado en ese instante, nos estábamos mirando fijamente hasta que algo hizo desviar su atención hacia dentro del departamento, momento en el cual me oculté en la oscuridad, le vi retornar al ventanal para luego, de manera rápida, coger su chaqueta y volver a salir.

ALEXANDER
Entre al departamento, las llaves hicieron un ruido sordo al caer de la mesa de entrada al suelo, ni me importo, directo a buró de las bebidas y me serví un vaso lleno, revisé los mensajes, abrí el correo, dejé sin leer los mails, mi mano en la nuca trataba de aliviar la tensión, me paré frente al ventanal, clavé la mirada en el vacío y solo veía en mi mente los ojos de Ang, esa angustia allí. Sonó el móvil y fui a atender, era mi abogado avisando que ya estaba en curso todo, que podía estar tranquilo, que el negocio que había cerrado, me había producido una ganancia de varios billones de dólares. Negué el dinero no me importaba, solo quería estar con él. Lo reconocía amaba a ese impulsivo joven que me había vuelto el mundo al revés, pero me gustaba sentirme así, solo con él.

Tomando la decisión de mi vida, me largué rumbo al Santuario, manejar esa distancia fue fácil, pero el problema es quedarse sin diesel a solo 10 cuadras era lo más frustrante, deje él coche y me dispuse a caminar esa distancia, solo cruzar una plazoleta y tomaría la calle para llegar, acostumbrado a caminar conocía como llegar, pero algo me rozó y casi me tumbó, miré y no vi que era, faltaba tres horas para amanecer, volví a emprender el camino cuando una voz me detuvo.


-Dime dónde está


La hermosa mujer era la misma de Sídney, solo que ahora no se mostraba amable, estaba parada en frente, no ahora a mi lado, detrás, ¿Qué mierda le pasaba a esta?

-¿A quién buscas?


-No te hagas del estúpido, sabes a quién busco -con una rapidez impresionante se aproxima y me huele- lo tienes en tu piel, eres su maldita perra -me mira y levanta una ceja bien formada- ¿o él es una gata mimosa para ti?

Su tono de voz me sulfuró, no estaba entendiendo nada, hasta que otro apareció desde atrás y me tomo de los brazos.


-Tenemos algo con que jugar mon sherry


La sonrisa de ella hace que me retuerza, la fuerza de él es impresionante, casi me saca los hombros con la presión, pero no me dejaría lastimar fácilmente, con un rápido movimiento envío mi cabeza hacia atrás, escuchando su hueso nasal al estrellarse. Me suelta en forma rápida, no dejaría que unos ladrones me asaltaran aunque se vistieran de la mejor manera. Pero no me alejé mucho cuando la mujer me tomó del cuello elevándome, eso me sorprendió, no era alta, pero me sostenía despegándome del suelo, si no fuese porque estaba a punto de morir estrangulado por una mujer, me sorprendería por ese mismo hecho. Una mujer me elevaba del suelo y me estaba asfixiando con una sola mano, todo se volvió negro, aunque escuche un gruñido y sentí caer bruscamente. Sacudí la cabeza y vi aparecer a quien menos me esperaba.

ANGELOS
Lex comenzó a toser y a luchar por cada bocanada de aire mientras hacía lo animalmente posible por medir fríamente a mi enemigo, quien estaba en el lugar era la última persona en el planeta a quien esperaba ver, siempre le desee muerta y aunque la última vez que la vi sólo tenía 20 años, tenía su imagen grabada a fuego en mi memoria y la cicatriz de su ataque en mi pecho me recordaba a diario a la maldita pequeña zorra. Comienzo a aplaudir.

-Vaya, vaya, vaya, si hubiese sabido que hoy teníamos reunión de “Reencuentros Familiares” hubiese cooperado con las galletitas para el té –hago un rápido barrido visual a evaluando la situación- veo que no has cambiado en nada Amy, sigues siendo la misma arpía sonriente que recordaba. Aunque para ser sincero, después de tanto tiempo pensé que ya te habían puesto el pijama de madera y cubierto con una alfombra de pasto –Su mirada fue fulminante hacia mí-

-Quien tendría que estar muerto eres tu pedazo de mierda, pero no, lograste escapar una vez, pero eso no ocurrirá ahora –dice con frialdad- Sabía que aparecerías si tocábamos a tu pequeña perra humana, pero no te preocupes, así como apareces, desaparecerás… Evanz

De manera inmediata el tío que le acompañaba se lanza sobre mí para iniciar una feroz pelea, sin embargo mientras avanzaba cambio  a su forma más fuerte, a la de un were leopardo.

-¡CORRE!

Fue la única advertencia que logré darle a Lex que atónito se quedó viendo la escena de la transformación y no es para menos, aquello solo ocurre en las películas clase B.

Desvié totalmente mi atención del estado de Black y me centre en la lucha, estaba en completa desigualdad, me negaba a cambiar a mi forma más fuerte, no quería que me viese de esa manera Lex, aunque sonara estúpidamente descerebrado, detestaría que él me tuviese miedo.

La pelea era en total desigualdad, hacía lo posible por esquivar sus mordidas y arañazos, a lo más solo podía protegerme e intentar quebrar algún hueso, pero que Black intentara ayudarme en esto, fue una muy mala decisión. A penas se incorporó el tal Evanz se lanzó a su cuello, por primera vez en mi vida sentí pánico, sin embargo este no me paralizó e intenté alejarlo con un fuerte empujón de su ataque, donde sólo recibió un parcial zarpazo, la mayor parte del daño lo recibí en mi espalda, él cayó a tierra.

-¡Mátale, maldito idiota!

A penas esto fue dicho sentí el fuerte piquete del dardo, había acertado a mi muslo, la fuerza se desvanecía y Black sujetaba su brazo. Lo siguiente no lo pensé dos veces, acorté la distancia que me separaba con Lex mientras escuchaba los chillidos de Amy que harían una buena competencia con una Banshee y me lancé con todo sobre él, envolviéndole en mis brazos cerré los ojos y destellamos a su departamento.

Lex estaba lívido observando todo a su alrededor, el color de su rostro era el de la leche cuajada, dio varios pasos hacia atrás alejándose de mí, mi cuerpo estaba fallando.

-No me… tengas… miedo –dije sin aliento- ayúdame.

Todo se fue a negro.

ALEXANDER
Ver aparecer a Ang y enfrentarse a ella de una forma socarrona y con desparpajo me dejó confundido, ¿era a él por quien preguntaban? 

Atontado en el suelo, me trato de incorporar, pero la voz de ella y el movimiento del otro, que frente a mis ojos se convirtiera en un leopardo enorme, me hace caer de culo, el susto primero que me invadió fue casi dejado de lado cuando lo veo atacarle, no medí las consecuencias, solo me lancé para evitar que cayera sobre la espalda de Ang, aunque me gritó que corriera, no lo dejaría, y cagado más que un palo de palomar fui a por él. Y al suelo de nuevo me vi cuando Ang me empujó, un zarpazo me tocó y aunque me vi con la muerte besando mi cara en forma de unos colmillos y garras impresionantes, y con la sensación del desgarro de mi carne, latiendo en forma punzante, fue el olor de Ang y sus fuertes brazos lo que me rodearon y no ese saco de pelos que buscaba que engrose su lista de menú del día, al segundo una corriente eléctrica que me recorrió, y en mi departamento aparecimos.

¿Qué mierda pasó? ¿Cómo estábamos allí? -Retrocedí, me alejé de él, de mis temores e interrogantes-


-No me… tengas… miedo


Me dijo, pero empezó a cambiar de leopardo a Ang, ¿No tener miedo? Mi amigo, el ser que creía conocer, del que me enamoré era ¿un animal? ¿Un extraterrestre? ¿Qué mierda era? 

Su cuerpo se quedó quieto y estaba en forma de animal, respiraba pausado, me acerqué gateando, vi el dardo en su costado y se lo saqué, estaba sedado, eso explicaba porque se desmayó, debía pesar más de 150 kilos, recorrí su cuerpo, si despertaba y me ataca, pasaría a ser su desayuno, de varias mordidas me terminaría

  
Me senté a su lado observando, meditando en lo que había descubierto hoy


¿Habría más de la especie de él?


Me quedé apoyado contra la pared controlando su respiración ¿quién era la mujer? Una puta mierda, no lo sabía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario