|
A
|
NGELOS
No fui capaz
de interrogarte al respecto, puesto que todos mis pensamientos se esfumaron en
el momento en que tu deliciosa boca tomo con posesión mi polla, realmente mi
cerebro se fundió y quedó como gelatina sin cuajar cuando tu lengua comenzó a
saborear toda mi envergadura, me estremecía en completo éxtasis al sentir cómo
mordisqueabas los contornos de mi capullo, gemía y jadeaba como alma en
purgatorio.
-Dientes…
cuidado… con los dientes –dije entre gemidos-
-¡Mierda! no
volveré a… -De manera inmediata me senté en la cama y atraje su rostro hacia el
mío tan cerca que nuestra visión del otro casi se desencajaba, cerré mi puño en
su cabello y cité amenazante-
-Si osas
detenerte juro por los dioses que te encierro en este cuarto, te follo hasta
freírte los sesos y tan salvaje que no podrás sentarte en meses –tras un
segundo de silencio estallas en carcajadas-
-Vale, ya
veo que la teoría no es suficiente para llevar una buena práctica –comienzas a frotar
tu nuca en ese habitual gesto que denota tu nerviosismo o preocupación, beso
tus labios y susurro sobre ellos-
-Te mostraré
cómo tocarme y todo lo que me gusta, no te preocupes –acaricio tu sonrojada
mejilla con mis nudillos mientras sonrío-
tócame Lex, conóceme, estoy seguro que sabes cómo hacerlo, somos
semejante, no lo veas como una desventaja, todo lo contrario, mi cuerpo como
humano es igual al tuyo.
Después de
aquello, algo cambio en Black sus manos y boca comenzaron a recorrer todo mi
cuerpo, primero de manera vacilante, mirándome de reojo en busca de aprobación,
pero poco a poco comenzó a tomar más confianza en sus caricias, era como si
quisiera memorizar cada parte de mí. Se detuvo en cada tatuaje, delíneandolos
con la lengua, cosa que provocó que rogara por un alivio que me fue negado, se
tomó todo el tiempo que deseo en reconocerme íntimamente, jamás en la vida
alguien se había tomado tanta molestia. Por lo general los habituales touch and
go siempre buscaban lo mismo, saciar una necesidad carnal propia para luego
poder alardear y jactarse de haber sido follado por el cantante de The Howlers
de dudosa reputación, bastante poco importaba yo o ellos, en mi caso, si
acababa satisfecho o si sentía algo, era de poca relevancia. Si lo analizaba,
aquello era bastante patético.
Tomé a Lex
desde sus costados y le insté a que se recostara sobre mí para atrapar en un
necesitado beso, cargado de saliva, mordidas y deseo, este momento era mejor
que cualquier sueño masturbatorio que hubiese ideado en mi pervertida y
calenturienta mente, esto era lo que en sueños buscaba y que al final en vez de
encontrarlo, sólo llegó a mí.
Quería… no,
mejor dicho necesitaba dar un salto de fe, dar un paso total y absolutamente
decisivo que sabía que marcaría mi vida, no podría existir mejor momento,
instante o persona con quien hacerlo, por algo no se me había pasado ni en mis
mas alocados pensamientos, siquiera imaginarlo era algo absurdo, pero ahora
todo es distinto, sabía desde mi interior que él es el adecuado, era como si mi
leopardo lo supiera desde sus entrañas, no hay otro como él. Separando por un
momento nuestras bocas y apoyando mi frente en la suya le dije con voz decidida
-Quiero
darte algo que lo le he dado a nadie en 280 años Lex, quiero que me folles
-¿Q – Q –
Qué? –te deslizas por mi cuerpo hasta recostarte en mi costado, tu rostro es de
total alucine-
-Lo que
oíste, quiero que seas mi primero
-Tú nunca
has sido… -niego con la cabeza-
-¡Oh por
Dios! Pero, pero, pero… -Callé tus objeciones con un beso-
-Se que lo
harás bien
-¡Nunca he
hecho eso Ang!, nunca he… ya sabes
-Te ayudare,
no soy una frágil hembra, no me romperé ni me lastimarás, sólo dame todo lo que
tengas, sin contenciones ¿vale?
Después de
eso nos acariciamos mutuamente por un largo rato y le insté a que me preparara
él mismo, destellando un frasco de lubricante unte sus dedos y llevé su mano hacia el centro de mi cuerpo. Sus
manos temblaban mientras le motivaba a que acariciara mi entrada sin llegar
penetrar aún, mis caderas se movían al ritmo de sus íntimas caricias, mi cuerpo
respondía a él.
-Métemelo,
necesito más
Black
simplemente asintió, aleje mi propia mano para dejar que él obrara su magia.
Mientras deslizaba un dedo en mi interior con una lentitud exasperante, siempre
estuvo atento a cualquier cambio en mi expresión, como si buscase algún singo
de dolor o molestia.
Como si sucediera
aquello.
Sentía mi
cuerpo como un amasijo de nervios a punto de estallar, tan tenso como cuerdas
de guitarra, me encontraba ardiendo en una hoguera en donde él avivaba las
llamas agregando lentamente gasolina, estallaría en combustión espontánea en
cualquier momento.
Comenzó a
deslizar dentro y fuera, el nivel de mis gemidos pasó de “agónico” a “alma de
purgatorio”, rogué por más de él cuando logró encontrar aquel punto en mi
interior que me provocaba fuertes sensaciones de placer, vi el reflejo de miedo
en sus ojos, sin embargo deslizó un segundo dedo en mi interior y comenzó a
dilatarme abriendo sus dedos como tijeras, estimulando y expandiendo el anillo
de músculos, preparando mi cuerpo para darle la bienvenida al suyo.
-Estoy…
listo… para ti. -Asintió y deslizó sus dedos fuera de mí e intenté ponerme de
vientre contra la cama-
-No Ang,
quiero verte a los ojos en todo momento
Me mantuve
de espalda contra la cama, separé mis piernas y flecté mis rodillas lo suficiente para que se acomodara sobre mí.
Lo hizo. Cogió su miembro con su temblorosa mano y se acomodó en mi entrada,
sentía la deliciosa sensación de la punta roma de su capullo justo donde debía.
-Por favor
Ang, avísame si lo estoy arruinando, he visto mucho, pero de verdad no sé cómo
lo hago…
-¡Maldita
sea solo fóllame!
Dije más en
un gruñido animal cuando cojí sus caderas y lo empuje con fuerza hacia mí,
provocando que su penetración fuese fuerte, salvaje y profunda, le tenía por
completo en mi interior, me sentía totalmente lleno, al fin completo. La
quemadura fue intensa, dolía como la maldita puta, pero cuando se intentó
retirar, la sensación de deslizamiento húmedo fue como una caricia en todas mis
terminaciones nerviosas, me hizo estremecer y gemir de satisfacción, el dolor
inicial poco a poco fue menguando, cambiando a un placer indescriptible
-¡Serás
animal! Quería ir suave estúpido idiota
-Lo soy Lex…
ahora fóllame
Y comenzó a
hacerlo, apoyó sus manos de manera firme en la parte superior del cabecero de
la cama para mantener su torso elevado y primero sus embistes fueron de manera
exasperantemente lenta, pero aumentando el ritmo cada vez más, mientras se
relajaba y permitía que su cuerpo tomara dominio por sobre la razón se tornó
más violento, el delicioso sonido de carne contra carne y el de sexo húmedo y
sudoroso llenaba el ambiente en un armonioso compas de dominio, posesión y
entrega mutua.
En aquel instante,
en el que estábamos en el cenit de la pasión su rostro estaba completamente
extasiado, había logrado dejarse llevar por este instante y vivirlo, disfrutarlo
y paladearlo, sabía que lo estaba disfrutando tanto como yo. En este momento en
que el orgasmo era un próximo desenlace inminente, sentía que al final todo
encajaba a la perfección, que dos seres, animal y humano, que vivían por tanto
tiempo en una soledad acompañada de rostros que no lograban llenar un vacío
cada vez era más profundo, que cada uno lograba sobrellevar como se podía, al
fin lograban sentirse completos.
Ya no
estaría solo, nunca más solo. Me aferré a la idea, sintiéndola de verdad como
un hecho consumado, no como aquellos espejismos producidos por los efectos
alucinógenos de las drogas, el exceso de alcohol o por el orgasmo obtenido en
la parte trasera del bar con un contenedor de semen sin rostro.
Esto es una
simple realidad y el asumirla, me llegó como un fuerte golpe en medio del
pecho, pero no con dolor, sino con alegría.
Deslicé una
mano entre nuestros cuerpos y comencé a masturbarme al mismo enloquecedor ritmo
que marcaba Black, sentí el característico hormigueo en la parte inferior de mi
nuca.
-Estoy… por…
correrme –dijiste-
-Muérdeme
cuando… lo hagas –y lo hiciste, rudo, justo en mi hombro-
Como si de
un golpe eléctrico se tratase, sentí como me atravesó un rayo por la columna
vertebral, recorrió todo mi cuerpo hasta mi polla y con un gruñido digno de
documental de “animales de África”, me corrí como nunca me había sucedido.
Aprisioné tu verga en mí, ordeñándote cada gota de tu propia corrida a medida
que las convulsiones me atacaban, mí pecho y el tuyo, quedaron pintados con mi
propio semen que brotaba a fuertes chorros interminables. Mi visión se fue a
negro, aunque podría jurar que pude ver las estrellas tras mis ojos cerrados.
Te
desplomaste sobre mí, ambos ya estábamos momentáneamente sin fuerzas y
jadeábamos luchando por llevar un poco de oxígeno a nuestros pulmones.
-Por mucho
que me gustes Lex, deberás dejar de darte esos atracones con chocolates, pesas
como un camión. –rio divertido-

No hay comentarios:
Publicar un comentario