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ANDER
-Pásame los
archivos Mich
Una pila de
carpetas cayó sobre mi escritorio hecho de un tablón grande apoyado en dos
caballetes, la oficina del periódico de la Universidad no era nada glamorosa,
pero me daba las herramientas que necesitaba y ayudaba a practicar en lo que me
gustaba, el periodismo investigativo.
Después de
dos semanas de haber llegado de la mini
escapada a la casa de mamá Angelina, el volver a la rutina y seguir
investigando sobre los casos de abuso que se habían ocultado en la universidad,
me tenía preocupado, angustiado. Las amenazas que había recibido en forma de
cartas anónimas, reventones de neumáticos al pobre de Chester, me aseguraban
que iba por buen camino.
Abrí una de
las carpetas y cayo una foto en donde mostraba a un chico todo golpeado. Era
una promesa en ese tiempo, obtenía las mejores calificaciones en física
Quántica, pero se marchó. Pasé el dedo por las anotaciones y allí estaba, había
hecho reiteradas denuncias sobre asaltos, acosos, pero quedaron en la nada.
-Xander mira esto -Mich se acercó con otra carpeta, en donde si figuraba los
nombres de John y Gregory como los agresores y un Mathew- ¿ves hay otro
involucrado?
-Espera -ingrese
en la computadora para acceder a los datos del nuevo individuo- aquí -señalo la
pantalla- se marchó después de otra denuncia, su familia se mudo de ciudad.
-¿Crees que
podríamos contactarnos con él?
-Tengo una
mejor idea, vamos a hablar personalmente con él -tomo mi chaqueta y salgo a la
calle, pasando por la puerta de mi jefe- señor Laurens, tenemos otro dato,
iremos a Bethel, allí encontramos un
eslabón perdido.
-Black, te
estás metiendo en un gran problema, pero muchacho, me gusta como actúas, ese
espíritu de encontrar la verdad y no dejarte sobornar por nadie, ni nada es
fresco y es lo que se necesita ahora -se levantó de su silla y saco unos
billetes- toma este dinero, carga combustible a ese armatoste que tienes como
auto, son más de 640 kilómetros solo ida. Cuídense los dos
Tome el
dinero, caray no dejaría de hacerlo, era largo el trayecto.
Llamé por
teléfono a Tiago, pero imaginé que estaría en clases y no atendería, le escribo
una línea de texto.
SMS: Tiago. Voy de viaje a Bethel, Mich me
acompaña, son como 5 horas de ida y otras de vuelta, imagino que estaré de
regreso mañana.
Ya en el
auto tamborileo el volante mientras, Mich impaciente, cambiaba de emisora de una a otra
estación
-¿Quieres
tranquilizarte?
-¿Hablamos? No me gusta estar encerrado en un auto mucho
tiempo.
-¿Qué deseas
saber?
-¿Tienes
novia? -Miro a Mich, era un joven muy atractivo, con unos 20 años, de pelo
castaño, ojos marrones-
-No, no
tengo novia.
-¡Caray
Xander! pero veo como están detrás de ti, en la cafetería siempre te rondan.
-No me gusta
ninguna de ellas. -me encojo de hombros- ¿Y tú tienes alguna?
-Tenía, pero
se cansó de que le dedique más tiempo al periódico que a ella.
-No mentía,
Mich, le das prioridad a esto.
-¡Mira quién
habla!
Reí a
carcajadas, el camino se hizo corto comentando de los gustos, pero no toqué el
tema de nuevo. Mich, volvió a dar énfasis en lo bueno de mi acción y que
hacíamos un bien a los demás que habían sufrido por culpa de ese par.
Nuestro
objetivo era dar todas las pruebas de que lo de Tiago no era un caso aislado y
que ese par estaba detrás de muchos de los casos de Bullying en la Universidad
y que se debía hacer algo y dar un castigo que sea ejemplo para todos.
A las 19:48 entramos a la ciudad, Mich, revisaba la
dirección y me guiaba, llegamos a un vecindario de mediana economía. La casa
estaba en una esquina de la zona Este. Mich se bajó detrás y caminó
rápidamente. Tocamos a la puerta para que esta se abra rápidamente.
-Buenas
noches -Una señora de más de 40 años nos recibió-
-¿Señora
Wallas? -extendí mi mano y ella la tomo muy amable- somos de la Universidad
Anchorage -Los ojos de ella se abrieron y sus pupilas se expandieron, demostró
temor y al momento achico los ojos. Se puso a la defensiva, retrocedió un paso-
-¿Qué
desean?
-Hablar
sobre lo que ocurrió el año pasado en la Universidad y su hijo Mathew.
-¡Váyanse! -intento
cerrar la puerta-
-Otro joven
fue agredido por los amigos de su hijo -dijo Mich-
-Ellos no
eran sus amigos, solo unos aprovechados, que quisieron usarlo de chivo
expiatorio. Por eso nos mudamos, lo alejamos de ellos, creían por ser hijos de
papá podrían hacer lo que quisieran. Pero se equivocaron, mi Math tiene a sus
padres y no somos tontos.
-Señora
Wallas, necesitamos testigos para hacer que no ocurra de nuevo -le alenté,
dándome cuenta de lo enfadada que aún estaba por lo ocurrido-
-Necesitan
una lección, deben aprender que el dinero no lo compra todo.
-¿Se
animaría a firmar una declaración, sobre lo que pasó con su hijo y los otros
dos?
-Lo haría y
sé que Mathew está arrepentido y él lo hará también.
Me sentí
feliz, con lo que había conseguido. La
señora Wallas nos hizo pasar, llamó a Mathew. Este primero se sorprendió de
nuestra visita, y al principio tuvo reparos, pero su madre apoyó nuestra
acción.
Nos
retiramos cerca de las 23:22 hrs, el camino a Anchorage, se hizo veloz, llegué
al departamento a eso de las 3:25 de la mañana.
Estaba
cansado, pero feliz, dejé a Mich en su casa
y volví al departamento, este estaba oscuro, aunque en la habitación de
Tiago se veía una débil luz, pasé de largo, me saqué mis ropas, los tiré en el
suelo dejándome caer de bruces en la cama, estaba molido.
Abrí mi
móvil, allí estaba un email, lo abrí. Río, me preparo a contestar.
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De: Peter
Pan
Fecha: 15 de
Octubre 4:25 am
Para:
Aprendiz de Mago
Asunto:
Caperucita y el Lobo
Tú eres
Hamlet y yo me siento Caperucita, me veo con capa roja y tratando de esquivar
al Lobo que me quiere atrapar.
A veces la
vida es una obra en donde actuamos a beneficio de otros, pero hoy quiero
escribir el final y allí destripar al lobo, no solo darle un susto. Si tienes
dudas de lo que eres, es un largo camino para encontrarte, pero lo debes hacer.
De eso depende seas feliz. Vamos, da oportunidad y toma ese cráneo y lánzalo
lejos.
Peter Pan
Afilando
la puntería para cazar al lobo.

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