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A
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NGELOS
Sidney,
Australia. 1:45 am en el bar “El Infierno”
Si la
felicidad se pudiera manifestar a través de un estado, Black podría volar en
vez de caminar.
Aquella
tarde había llegado al hotel arrasando de felicidad, había logrado un excelente
negocio y logró firmar los contratos necesarios para cerrar el trato, de hecho
lo primero que hizo fue encerrarme en un apretado abrazo que me dejó casi con
taquicardia, sudores y una polla en estado de acero… solo casi, ¡qué va! Aún no
me acostumbraba a lo sensorial de su actuar conmigo, siempre en búsqueda de
contacto, por más leve que fuese, nunca con una doble intensión, simplemente él
es así, muy de piel.
Habíamos
decidió salir de copas aquella noche, buscando un bar al cual no hubiésemos ido
antes, todo con el fin de lograr despistar a Diddy, “la pelirroja acosadora”,
era increíble que con su súper radar supiera siempre el lugar en el cual
estábamos y esta noche no había sido la excepción, sus coqueteos pasaron de
normal a nivel descarado y sus vestimentas eran tan pequeñas que servían para
vestir un Playmovil, en serio, no sé cómo no se le arrancan las tetas con esos
escotes ¡joder! Por otro lado hay que admirar la perseverancia de la chica, de
verdad que no se cansaba
Aunque no
era tan tarde, habíamos comenzado tan temprano con las rondas de vodka y whisky
que a esas alturas Black ya estaba más que contentillo. Logré despachar de
manera rápida a Dayana para largarnos del lugar.
-Es hora de
irnos Alex, el taxi ha llegado –Te acercas demasiado a mi rostro para hablarme-
-Me gusta
cuando dices eso
-¿El qué?
–Dije mirando fijamente tus deliciosos, besables y lamibles labios-
-Alex, me
gusta cuando me dices Alex, es como… más íntimo.
Cerré mis
ojos fuerte e inspire para controlarme, cada vez se hacía mas difícil. Por su
parte Black… es decir, Alex, daba dos pasos atrás y uno adelante, Reí para mi
mismo y deslicé mi brazo en su cintura para acarrearlo fuera del local hasta
dejarle como costal de patatas en el taxi.
ALEXANDER
El día
llegaba a su fin, los tumbos en el taxi y luego en el ascensor me hacen reír,
busco la tarjeta que abre la habitación y ya la veo en las manos de Ang.
-Todavía me sorprende lo rápido que eres ¡y esos reflejos de gato! -Pasas mi
brazo por tus hombros y yo palmeo suave tu mejilla al caminar entrando al
salón -¿qué tomamos ahora, un whisky, un vodka o una cerveza? -me derrumbo en
el sofá y saco un cigarrillo- que maldito hijo de puta con suerte soy -doy una
calada al cigarrillo- tengo un buen amigo y cerré un excelente trabajo, me
compraré la casa que quiero Ang, una que soñé, es un hermoso rancho en las
afueras de Wyoming, caballos, mucho terreno para montar.
Rodo mi cuerpo y me levanto hacía el mini bar, tomo hielo y un vaso, me sirvo
una medida.
-Creo que te llevaré a conocerlo, quiero lo apruebes.
-¿Otro viaje Lex? Claro -Te acercas a donde estoy y rodeo de nuevo tus hombros,
hablándote al oído.
-Esa forma como dices Lex, es muy -pausa larga, pensando- que me acaricias,
aquí -toco sobre mi corazón- y aquí -levanto mi mano y señalo mi cabeza- se me
queda muy dentro -bebo de un trago mi bebida- voy a bañarme, ya se me ha subido
todo a la cabeza.
-Refréscate, Lex, luego lo haré yo.
-Nos ve… mos en… segui… da -arrastrando las palabras voy a la ducha-
Empiezo a desprender mi camisa, la tiro al piso saco tambaleándome los
pantalones y el bóxer, luchando más aún porque no me quite los zapatos.
-Cago… en su pu… t... a -por fin desnudo me meto en la ducha, el agua me saca
un poco lo mareado, sacudo mi cabeza y después de varios minutos salgo
envolviéndome con una toalla las caderas y entro al salón-
- Ang, ya está libre el…
Mi boca se
cerró, lo que veía era lo más caliente que me haya pasado, no por el acto en sí,
más bien, por verlo a él, casi desnudo sobre Dyanne, como sus manos la
acariciaban, lo sexual del acto.
ANGELOS
Acunado
entre sus muslos me encontraba, tratando de estimularme para lograr aunque sea
una erección decente. Hacía un rato habían golpeado la puerta de manera
apresurada y para total asombro era la pequeña pelirroja
-¿Dianna?
-Llámame
como quieras mientras uses esto en mí
Su actuar
era de total descaro cuando acunó en su mano mi polla, me dio un ligero empujón
para hacer ingreso al cuarto y de manera inmediata se apegó a mi besándome con
desespero mientras se frotaba como gata en celo contra mi cuerpo… el cual no
reaccionaba a su erótico y sensual actuar… nop, ni siquiera una leve erección.
Tomando mi
mano me llevó hasta el sofá para sentarme y frente a mi comenzó a mostrarme lo
que tenía, sentándose a horcajas sobre mis piernas. Consideré la aquello como
una buena oportunidad para recuperar energía, además, podía oler perfectamente
que no estaba en celo u ovulando, como Were, nuestros cuerpos se recargaban,
por así decirlo, mediante el sexo y durante la estadía había utilizado
demasiada de mi magia para mantener mi forma de humano durante las jornadas
diurnas, eso junto con la falta de horas de descanso tranquilo estaban haciendo
grandes mellas en mi. Así que cerrando mis ojos y evocando imágenes más
estimulantes que la pelirroja que se frotaba sobre mí, llegaron a mi mente.
Ojos azules
que me miran entrecerrados por el deseo, cuerpo tonificado y musculoso que se
frota en mi, manos grandes que me acarician, movimientos bruscos y posesivos de
parte de ambos…
Me costó una
enormidad hacer la disociación de lo que imaginaba con lo que tenía, puesto que
la chica que tenía encima no concordaba para nada con lo que mi cuerpo, desde
hace días, pedía a gritos, sin embargo, logre una decente erección y de manera
hábil Dayana comenzó a bajar el cierre.
-He querido
esto desde que puse mis ojos en ti
Salió de
abajo mío y se acercó su bolso del cual sacó una tira de condones y una gran
botella de lubricante, sin duda tenía todo planeado desde hacía rato.
-No podía
dejar pasar la oportunidad, esta es nuestra última noche y mañana al atardecer
ya partimos, tenía que ser hoy
Dejó todo a
mano, sin siquiera cuestionar mis actos la tomé por la cintura de forma brusca
y la lancé sobre el sofá, posando mi cuerpo sobre el de ella evocando mi
galería de imágenes estimulantes para excitarme, cosa que me estaba costando la
vida, capturé su pecho en mi boca mientras con mi mano estimulaba su centro.
-¿Porqué no
se une a nosotros? Estoy más que preparada para estar con los dos
Quedé de
piedra, Lex nos observaba.
ALEXANDER
Bajo la
toalla mi polla había sufrido un pequeño brinco, estaba excitado, ver a Ang
masturbarse y acariciar al mismo tiempo a Dyanne, me dejó con el glande llorando
de deseo.
Caminé acercándome a ellos, tenía su pollera enrollada en las caderas, sus bragas
tiradas a sus pies, su blusita de tiras subida dejando al desnudo sus pechos y
pezones, era hermosa, pero mucho más, lo era él, tomó mi mano jalando, me senté
en el sofá y ella se dio vuelta subiendo a horcajadas sobre mí, nos besamos, un
beso erótico sexual, en segundos quedó desnuda, tomó un preservativo y con
precisión me lo puso para subir al instante y empalarse en mi cuerpo, aprisioné
sus pechos, los pellizque, de pronto se separa y sale de mi cuerpo, su mano no
deja de acariciar mi erección pero se coloca sobre Ang, y lo tomo en su boca,
nos acaricia a los dos, cuando veo que Ang, gruñe y se retuerce de placer,
quiero tocarlo, me pican las yemas de los dedos, pero es ella quien ahora lo
monta, lo cabalga con fuerza.
-Los quiero a los dos
Me mira y toma el gel untándome y así sin más se desprende de Ang y sube
dándome su espalda, sostengo sus
caderas, guio mi dolorosa polla y va entrando en su recto, separo bien sus
cachetes y embisto de una vez, se escapa un quejido de placer, al estar dentro
de ella, la recuesto sobre mi pecho, tomo sus senos los acaricio de nuevo, la
muevo un poco y llevo un pezón a mi boca. Ang se mueve, se coloca sobre
nosotros, tomo los muslos de Dyanne, le separo bien dejándola expuesta a la
mirada de él. Imagino una visión impresionante, mi polla entrando y saliendo de
ella y su vagina esperando mojada por él.
ANGELOS
Contemplar a
Black desnudo, deliciosa y totalmente desnudo era una fantasía hecha realidad.
Cuerpo fibroso, músculos definidos y una lamible polla que latía de necesidad.
Me tuve que morder la lengua hasta sentir sangre en mi boca cuando le vi
penetrar a la maldita humana, ver como ella le daba el placer que debiese ser
mi puto derecho me dejaba rayando en la locura de los instintos de macho, sin
embargo, Lex es un hombre libre, no ha sido reclamado ni marcado por nadie, no
tenía derecho a hacer estallar mi ¿ira? ¿Celos? ¿Posesión?, creo que todo eso
junto multiplicado por el infinito.
-Hazlo, te…
necesito… Ang
Sus palabras
en medio de un jadeo mientras penetraba a la pelirroja me sacaron de mis
pensamientos. Terminé de desnudar mi cuerpo y me coloque un condón, aunque
jamás en mi vida había usado este chisme, supuse que para el bienestar mental
de la chica lo haría, después de todo yo no podía contraer ninguna enfermedad
de contacto sexual y tampoco trasmitía nada.
Lex estaba
tendido en el sofá con la chica sobre su espalda, él le separaba los muslos
para enseñarme el bien lubricado coño de la pelirroja, sin embargo mi mirada se
clavo en sus ojos azules cargados de deseo y sin romper el contacto visual me
acomodé entre los suaves muslos y tomándome a mí mismo me enterré hasta le empuñadura de una sola
buena estocada en el cuerpo de ella, calle su grito con un beso y cerré mis
ojos ante la deliciosa sensación de la verga de Lex deslizándose por su ano,
tan solo una delgada membrana nos separaba, los movimientos que realizamos
estaban en completa sincronía, más que disfrutar del cuerpo de ella, disfrutaba
de la sensación que me trasmitía él.
De pronto,
un par de manos grandes y fuertes se posaron en mi culo instándome a ir con
mayor premura, me separe un poco de la chica y me vi atrapado en su mirada
azul, no hubo palabras entre nosotros, no eran necesarias, motivado por su
osadía, deslicé mi mano hacia el lugar en donde estábamos todos conectados y
atrape sus testículos en un puño, acariciándolos, sintiendo como su polla se
perdía en el interior de la chica.
-Más –dijiste
en un ahogado gemido-
Necesitaba
más, no era suficiente esto, comencé a dar suaves besos por la mejilla de la
pelirroja hasta acercarme a tu rostro, nos encontrábamos a centímetros de
distancia y cada vez era menos el espacio que nos separaba, el contacto visual
no se rompía, estábamos absortos de placer y deseo ¿por la chica? ¿Por la
cercanía nuestra? ¿Por el deseo reprimido?, me importaba una mierda el motivo,
solo deseaba más de él. Jugándomela con todo simplemente lo besé.
ALEXANDER
Sentí su mano en mis testículos y su polla rozándome,
estaba a punto de derramarme, su aliento en mi cara, mi deseo de besar esa
boca, eso es lo que quería desde que lo acaricie, toque sus nalgas, esas que
quería morder.
Ahora su boca rozaba y al fin gruñí al sentir su boca,
atrape su labio y su lengua succione, me metí en su boca, toqué su cabeza y
atraje más hacía la mía, seguí moviendo mi pelvis, cerré mis ojos, no se
merecía Dyanne lo que hacíamos, solté su boca y me concentré en dar placer a la
mujer que estaba entre nosotros, quería que tenga su orgasmo, quería de nuevo
la boca de Ang en mi boca, sentir su sabor. Quería enterrarme en su cuerpo y no
en el de ella.
Me concentré en darle placer, hasta que gimió tan fuerte que
estaba seguro vendrían a ver qué pasaba.
Ang no me
miró a los ojos y siguió bombeando dentro de ella, aparto su mirada en todo
momento
-¡¡Si, Quiero más, sii!!
La voz de Dyanne se escuchaba sin parar. Al sentir su
orgasmo él se retiro y también lo hice yo después de alcanzar el mío.
Ella se paro y luego tumbó en el sofá sonriendo.
-Son
geniales como imaginé serian
ANGELOS
A penas la
hembra se corrió me separe de ella de manera inmediata, por primera vez en mi
larga vida sentí el follar como un acto asqueroso, me sentía sucio, quité el
condón metí mi polla aún dura en mis pantalones, no había logrado correrme, no
después de sentir su rechazo.
Lo había
arruinado todo.
Me estaba
asfixiando en el apartamento, necesitaba con urgencia salir de aquel lugar, el
hedor a sexo, fluidos y deseo me estaba dando nauseas, mis manos comenzaron a
temblar de ira mientras terminaba de vestirme. Les ignoré por completo.
-¿Para dónde
vas Ang?
-Necesito
salir.
-¿Ang?...
oye mírame… Angelos.
-Solo déjalo
estar ¿sí? No te preocupes que llegare a tiempo para coger el avión.
No podía
verle a sus ojos cuando ellos destilaran rechazo y asco hacia mí por lo que
había propiciado, no podría soportar aquello, simplemente me largué sin mirar
atrás como alma que se la lleva el diablo, sin un rumbo fijo y con sólo las ganas
de correr y correr, como si con eso lograra dejar atrás lo ocurrido solo hacia
un rato en donde cometí el peor error de mi vida.
Y dolía como
una perra, me sentía hecho trizas mientras aceleraba el paso por las calles de
Sydney en búsqueda de… cualquier cosa con la que lograra botar frustración y
por sobre todo sobrellevar la agonía que sentía en aquel momento.
Miré hacia
el cielo y me enfoqué en la azotea de un edificio dejando que mi cuerpo se
transformara en moléculas y se transportara a aquel sitio, de manera inmediata
destellé una botella de vodka y comencé a beber como si de agua se tratara.
No surtía el
efecto deseado.
-¡Maldita
sea si es hetero!
Grité, gruñí
y maldije a todo y a todos, sobre todo a mí mismo, lancé con ira la botella
medio vacía contra el piso, el licor y los restos de vidrio se dispersaron…
Vidrios...
Destellé mi
chaqueta y cogí de manera mecánica uno de ellos, con mi mente totalmente en
blanco inhale profundamente mientras mi mirada se perdía en el oscuro
firmamento regado de estrellas
-Lo he
arruinado todo, lo he arruinado todo, lo he arruinado todo…
Comencé a
repetir como un mantra mientras pequeños hilos de color carmesí se deslizaban
silenciosamente por mis brazos.
ALEXANDER
No me había
mirado, solo se incorporó y su mano temblaba, Dyanne hablaba, pero con un
carajo, sólo era él quien me preocupaba, su cara estaba de color ceniciento, se
terminó de vestir y no me contuve más, le reclamé lo que hacía.
-¿Para dónde vas Ang? -mi voz estaba ronca por la preocupación-
-Necesito salir -me contesto con una voz neutra casi en forma desesperada-
-¿Ang?... oye mírame… Angelos. -me levanté, pero ya salía-
-Solo déjalo estar ¿sí? No te preocupes que llegare a tiempo para coger el
avión -Fueron sus palabras cuando se cerraba la puerta detrás de él-
-¿Lex? -vi con la vista periférica como Dyanne ya tomaba su ropa en forma
lánguida, lo caballero en mi primo en ese instante.
-Dyanne, perdona esta situación -caminé hacía el dormitorio, directo a la
maleta, como pude me puse los pantalones, busqué una camisa, salí hacía la sala
de nuevo -no sé qué ha pasado, creo Ang, se sintió indispuesto y como es muy
reservado, decidió salir.
Dyanne ya estaba casi vestida y respiré mejor, busqué algún indició de que
sintiera mal, pero ya se estaba pintando los labios y poniéndose sus zapatos.
-Lex, no te preocupes por mi -cerró su bolso- soy adulta y de espíritu libre,
estoy satisfecha por lo de hoy, muy satisfecha, nos veremos en el vuelo –sonríe-
y de esto nadie sabrá nada, quiero conservar mi empleo, y también otro posible
encuentro si se da.
-Eres muy amable y comprensiva Dyanne -meto las mano es el bolsillo, deseaba
salir detrás de Ang- ¿podrás salir sola? Quiero ver a donde fue Angelos.
-ya salgo -camino rumbo a la puerta, se dio vuelta y sonrío satisfecha- Gracias
por una placentera noche.
Ni bien salió corrí rumbo al dormitorio, tomé mi billetera y ya estaba
corriendo hacía los ascensores, llegué cuando se cerró, de seguro en el iba
ella, llamé al otro y cuando me tiré prácticamente dentro, traspiraba de
impaciencia.
¿Qué le pasó? ¿Le habré ofendido? ¿Hice algo malo?
Solo le
seguí, dejé que mis instintos se dieran rienda suelta, y en todo ese momento lo
único que quise es estar con él, sin ella en medio.
Se abrieron las puertas y ya afuera me acerco al botones.
-¿Vio salir a un hombre de cómo 25 años, pelo castaño claro y ojos avellanas?
-Sí, salió
rumbo a la avenida.
Recorrí rumbo al indicado por él y no lo vi, di vuelta y tropecé de lleno
contra una mujer. Se escapó un quejido bajo, las uñas de ella se metieron en mi
piel, en donde la camisa estaba remangada, un hilo de sangre cayó hasta gotear
-¿Se lastimó? - La sostuve y mi sorpresa fue mayor cuando reconocí a la mujer
del Karaoke-
-¡¡¡Ayyy!!! -llevó su dedo a la boca- mi uña, se rompió -se quejó- No, solo me
sorprendí, perdón, no quise yo lastimarlo.
La veo acomodar su ropa y me sonríe lentamente, tratando de excusarse.
-La recuerdo, del centro, la otra noche. -traté de que parara un poco ese
rasguño-
-Sí, te recuerdo. -Traté de cortar la conversación, miré hacia los lados, no
veía a Ang-
-Perdone la deje, pero estoy apurado.
-No, soy yo la que lo dejo estoy llegando tarde. -Nos separamos y seguí
buscando a Ang, sin lograrlo, con preocupación volví al hotel-

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