domingo, 17 de agosto de 2014

Capítulo 11



A
NGELOS
Sidney, Australia. 1:45 am en el bar “El Infierno”

Si la felicidad se pudiera manifestar a través de un estado, Black podría volar en vez de caminar.

Aquella tarde había llegado al hotel arrasando de felicidad, había logrado un excelente negocio y logró firmar los contratos necesarios para cerrar el trato, de hecho lo primero que hizo fue encerrarme en un apretado abrazo que me dejó casi con taquicardia, sudores y una polla en estado de acero… solo casi, ¡qué va! Aún no me acostumbraba a lo sensorial de su actuar conmigo, siempre en búsqueda de contacto, por más leve que fuese, nunca con una doble intensión, simplemente él es así, muy de piel.

Habíamos decidió salir de copas aquella noche, buscando un bar al cual no hubiésemos ido antes, todo con el fin de lograr despistar a Diddy, “la pelirroja acosadora”, era increíble que con su súper radar supiera siempre el lugar en el cual estábamos y esta noche no había sido la excepción, sus coqueteos pasaron de normal a nivel descarado y sus vestimentas eran tan pequeñas que servían para vestir un Playmovil, en serio, no sé cómo no se le arrancan las tetas con esos escotes ¡joder! Por otro lado hay que admirar la perseverancia de la chica, de verdad que no se cansaba

Aunque no era tan tarde, habíamos comenzado tan temprano con las rondas de vodka y whisky que a esas alturas Black ya estaba más que contentillo. Logré despachar de manera rápida a Dayana para largarnos del lugar.

-Es hora de irnos Alex, el taxi ha llegado –Te acercas demasiado a mi rostro para hablarme-

-Me gusta cuando dices eso

-¿El qué? –Dije mirando fijamente tus deliciosos, besables y lamibles labios-

-Alex, me gusta cuando me dices Alex, es como… más íntimo.

Cerré mis ojos fuerte e inspire para controlarme, cada vez se hacía mas difícil. Por su parte Black… es decir, Alex, daba dos pasos atrás y uno adelante, Reí para mi mismo y deslicé mi brazo en su cintura para acarrearlo fuera del local hasta dejarle como costal de patatas en el taxi.

ALEXANDER
El día llegaba a su fin, los tumbos en el taxi y luego en el ascensor me hacen reír, busco la tarjeta que abre la habitación y ya la veo en las manos de Ang.

-Todavía me sorprende lo rápido que eres ¡y esos reflejos de gato! -Pasas mi brazo por tus hombros y yo palmeo suave tu mejilla al caminar entrando al salón -¿qué tomamos ahora, un whisky, un vodka o una cerveza? -me derrumbo en el sofá y saco un cigarrillo- que maldito hijo de puta con suerte soy -doy una calada al cigarrillo- tengo un buen amigo y cerré un excelente trabajo, me compraré la casa que quiero Ang, una que soñé, es un hermoso rancho en las afueras de Wyoming, caballos, mucho terreno para montar.


Rodo mi cuerpo y me levanto hacía el mini bar, tomo hielo y un vaso, me sirvo una medida.


-Creo que te llevaré a conocerlo, quiero lo apruebes.


-¿Otro viaje Lex? Claro -Te acercas a donde estoy y rodeo de nuevo tus hombros, hablándote al oído.


-Esa forma como dices Lex, es muy -pausa larga, pensando- que me acaricias, aquí -toco sobre mi corazón- y aquí -levanto mi mano y señalo mi cabeza- se me queda muy dentro -bebo de un trago mi bebida- voy a bañarme, ya se me ha subido todo a la cabeza.


-Refréscate, Lex, luego lo haré yo.


-Nos ve… mos en… segui… da -arrastrando las palabras voy a la ducha-


Empiezo a desprender mi camisa, la tiro al piso saco tambaleándome los pantalones y el bóxer, luchando más aún porque no me quite los zapatos.


-Cago… en su pu… t... a -por fin desnudo me meto en la ducha, el agua me saca un poco lo mareado, sacudo mi cabeza y después de varios minutos salgo envolviéndome con una toalla las caderas y entro al salón-


- Ang, ya está libre el…


Mi boca se cerró, lo que veía era lo más caliente que me haya pasado, no por el acto en sí, más bien, por verlo a él, casi desnudo sobre Dyanne, como sus manos la acariciaban, lo sexual del acto.

ANGELOS
Acunado entre sus muslos me encontraba, tratando de estimularme para lograr aunque sea una erección decente. Hacía un rato habían golpeado la puerta de manera apresurada y para total asombro era la pequeña pelirroja

-¿Dianna?

-Llámame como quieras mientras uses esto en mí

Su actuar era de total descaro cuando acunó en su mano mi polla, me dio un ligero empujón para hacer ingreso al cuarto y de manera inmediata se apegó a mi besándome con desespero mientras se frotaba como gata en celo contra mi cuerpo… el cual no reaccionaba a su erótico y sensual actuar… nop, ni siquiera una leve erección.

Tomando mi mano me llevó hasta el sofá para sentarme y frente a mi comenzó a mostrarme lo que tenía, sentándose a horcajas sobre mis piernas. Consideré la aquello como una buena oportunidad para recuperar energía, además, podía oler perfectamente que no estaba en celo u ovulando, como Were, nuestros cuerpos se recargaban, por así decirlo, mediante el sexo y durante la estadía había utilizado demasiada de mi magia para mantener mi forma de humano durante las jornadas diurnas, eso junto con la falta de horas de descanso tranquilo estaban haciendo grandes mellas en mi. Así que cerrando mis ojos y evocando imágenes más estimulantes que la pelirroja que se frotaba sobre mí, llegaron a mi mente.

Ojos azules que me miran entrecerrados por el deseo, cuerpo tonificado y musculoso que se frota en mi, manos grandes que me acarician, movimientos bruscos y posesivos de parte de ambos…

Me costó una enormidad hacer la disociación de lo que imaginaba con lo que tenía, puesto que la chica que tenía encima no concordaba para nada con lo que mi cuerpo, desde hace días, pedía a gritos, sin embargo, logre una decente erección y de manera hábil Dayana comenzó a bajar el cierre.

-He querido esto desde que puse mis ojos en ti

Salió de abajo mío y se acercó su bolso del cual sacó una tira de condones y una gran botella de lubricante, sin duda tenía todo planeado desde hacía rato.

-No podía dejar pasar la oportunidad, esta es nuestra última noche y mañana al atardecer ya partimos, tenía que ser hoy

Dejó todo a mano, sin siquiera cuestionar mis actos la tomé por la cintura de forma brusca y la lancé sobre el sofá, posando mi cuerpo sobre el de ella evocando mi galería de imágenes estimulantes para excitarme, cosa que me estaba costando la vida, capturé su pecho en mi boca mientras con mi mano estimulaba su centro.

-¿Porqué no se une a nosotros? Estoy más que preparada para estar con los dos

Quedé de piedra, Lex nos observaba.

ALEXANDER
Bajo la toalla mi polla había sufrido un pequeño brinco, estaba excitado, ver a Ang masturbarse y acariciar al mismo tiempo a Dyanne, me dejó con el glande llorando de deseo. 

Caminé acercándome a ellos, tenía su pollera enrollada en las caderas, sus bragas tiradas a sus pies, su blusita de tiras subida dejando al desnudo sus pechos y pezones, era hermosa, pero mucho más, lo era él, tomó mi mano jalando, me senté en el sofá y ella se dio vuelta subiendo a horcajadas sobre mí, nos besamos, un beso erótico sexual, en segundos quedó desnuda, tomó un preservativo y con precisión me lo puso para subir al instante y empalarse en mi cuerpo, aprisioné sus pechos, los pellizque, de pronto se separa y sale de mi cuerpo, su mano no deja de acariciar mi erección pero se coloca sobre Ang, y lo tomo en su boca, nos acaricia a los dos, cuando veo que Ang, gruñe y se retuerce de placer, quiero tocarlo, me pican las yemas de los dedos, pero es ella quien ahora lo monta, lo cabalga con fuerza.


-Los quiero a los dos 


Me mira y toma el gel untándome y así sin más se desprende de Ang y sube dándome su espalda,  sostengo sus caderas, guio mi dolorosa polla y va entrando en su recto, separo bien sus cachetes y embisto de una vez, se escapa un quejido de placer, al estar dentro de ella, la recuesto sobre mi pecho, tomo sus senos los acaricio de nuevo, la muevo un poco y llevo un pezón a mi boca. Ang se mueve, se coloca sobre nosotros, tomo los muslos de Dyanne, le separo bien dejándola expuesta a la mirada de él. Imagino una visión impresionante, mi polla entrando y saliendo de ella y su vagina esperando mojada por él.


ANGELOS
Contemplar a Black desnudo, deliciosa y totalmente desnudo era una fantasía hecha realidad. Cuerpo fibroso, músculos definidos y una lamible polla que latía de necesidad. Me tuve que morder la lengua hasta sentir sangre en mi boca cuando le vi penetrar a la maldita humana, ver como ella le daba el placer que debiese ser mi puto derecho me dejaba rayando en la locura de los instintos de macho, sin embargo, Lex es un hombre libre, no ha sido reclamado ni marcado por nadie, no tenía derecho a hacer estallar mi ¿ira? ¿Celos? ¿Posesión?, creo que todo eso junto multiplicado por el infinito.

-Hazlo, te… necesito… Ang

Sus palabras en medio de un jadeo mientras penetraba a la pelirroja me sacaron de mis pensamientos. Terminé de desnudar mi cuerpo y me coloque un condón, aunque jamás en mi vida había usado este chisme, supuse que para el bienestar mental de la chica lo haría, después de todo yo no podía contraer ninguna enfermedad de contacto sexual y tampoco trasmitía nada.

Lex estaba tendido en el sofá con la chica sobre su espalda, él le separaba los muslos para enseñarme el bien lubricado coño de la pelirroja, sin embargo mi mirada se clavo en sus ojos azules cargados de deseo y sin romper el contacto visual me acomodé entre los suaves muslos y tomándome a mí mismo  me enterré hasta le empuñadura de una sola buena estocada en el cuerpo de ella, calle su grito con un beso y cerré mis ojos ante la deliciosa sensación de la verga de Lex deslizándose por su ano, tan solo una delgada membrana nos separaba, los movimientos que realizamos estaban en completa sincronía, más que disfrutar del cuerpo de ella, disfrutaba de la sensación que me trasmitía él.

De pronto, un par de manos grandes y fuertes se posaron en mi culo instándome a ir con mayor premura, me separe un poco de la chica y me vi atrapado en su mirada azul, no hubo palabras entre nosotros, no eran necesarias, motivado por su osadía, deslicé mi mano hacia el lugar en donde estábamos todos conectados y atrape sus testículos en un puño, acariciándolos, sintiendo como su polla se perdía en el interior de la chica.

-Más –dijiste en un ahogado gemido-

Necesitaba más, no era suficiente esto, comencé a dar suaves besos por la mejilla de la pelirroja hasta acercarme a tu rostro, nos encontrábamos a centímetros de distancia y cada vez era menos el espacio que nos separaba, el contacto visual no se rompía, estábamos absortos de placer y deseo ¿por la chica? ¿Por la cercanía nuestra? ¿Por el deseo reprimido?, me importaba una mierda el motivo, solo deseaba más de él. Jugándomela con todo simplemente lo besé.

ALEXANDER
 Sentí su mano en mis testículos y su polla rozándome, estaba a punto de derramarme, su aliento en mi cara, mi deseo de besar esa boca, eso es lo que quería desde que lo acaricie, toque sus nalgas, esas que quería morder.
Ahora su boca rozaba y al fin gruñí al sentir su boca, atrape su labio y su lengua succione, me metí en su boca, toqué su cabeza y atraje más hacía la mía, seguí moviendo mi pelvis, cerré mis ojos, no se merecía Dyanne lo que hacíamos, solté su boca y me concentré en dar placer a la mujer que estaba entre nosotros, quería que tenga su orgasmo, quería de nuevo la boca de Ang en mi boca, sentir su sabor. Quería enterrarme en su cuerpo y no en el de ella.
Me concentré en darle placer, hasta que gimió tan fuerte que estaba seguro vendrían a ver qué pasaba.
Ang no me miró a los ojos y siguió bombeando dentro de ella, aparto su mirada en todo momento

-¡¡Si, Quiero más, sii!! 


La voz de Dyanne se escuchaba sin parar. Al sentir su orgasmo él se retiro y también lo hice yo después de alcanzar el mío.
Ella se paro y luego tumbó en el sofá sonriendo.
-Son geniales como imaginé serian

ANGELOS
A penas la hembra se corrió me separe de ella de manera inmediata, por primera vez en mi larga vida sentí el follar como un acto asqueroso, me sentía sucio, quité el condón metí mi polla aún dura en mis pantalones, no había logrado correrme, no después de sentir su rechazo.

Lo había arruinado todo.

Me estaba asfixiando en el apartamento, necesitaba con urgencia salir de aquel lugar, el hedor a sexo, fluidos y deseo me estaba dando nauseas, mis manos comenzaron a temblar de ira mientras terminaba de vestirme. Les ignoré por completo.

-¿Para dónde vas Ang?

-Necesito salir.

-¿Ang?... oye mírame… Angelos.

-Solo déjalo estar ¿sí? No te preocupes que llegare a tiempo para coger el avión.

No podía verle a sus ojos cuando ellos destilaran rechazo y asco hacia mí por lo que había propiciado, no podría soportar aquello, simplemente me largué sin mirar atrás como alma que se la lleva el diablo, sin un rumbo fijo y con sólo las ganas de correr y correr, como si con eso lograra dejar atrás lo ocurrido solo hacia un rato en donde cometí el peor error de mi vida.

Y dolía como una perra, me sentía hecho trizas mientras aceleraba el paso por las calles de Sydney en búsqueda de… cualquier cosa con la que lograra botar frustración y por sobre todo sobrellevar la agonía que sentía en aquel momento.

Miré hacia el cielo y me enfoqué en la azotea de un edificio dejando que mi cuerpo se transformara en moléculas y se transportara a aquel sitio, de manera inmediata destellé una botella de vodka y comencé a beber como si de agua se tratara.

No surtía el efecto deseado.

-¡Maldita sea si es hetero!

Grité, gruñí y maldije a todo y a todos, sobre todo a mí mismo, lancé con ira la botella medio vacía contra el piso, el licor y los restos de vidrio se dispersaron…

Vidrios...

Destellé mi chaqueta y cogí de manera mecánica uno de ellos, con mi mente totalmente en blanco inhale profundamente mientras mi mirada se perdía en el oscuro firmamento regado de estrellas

-Lo he arruinado todo, lo he arruinado todo, lo he arruinado todo…

Comencé a repetir como un mantra mientras pequeños hilos de color carmesí se deslizaban silenciosamente por mis brazos.

ALEXANDER
No me había mirado, solo se incorporó y su mano temblaba, Dyanne hablaba, pero con un carajo, sólo era él quien me preocupaba, su cara estaba de color ceniciento, se terminó de vestir y no me contuve más, le reclamé lo que hacía.

-¿Para dónde vas Ang? -mi voz estaba ronca por la preocupación-


-Necesito salir -me contesto con una voz neutra casi en forma desesperada-


-¿Ang?... oye mírame… Angelos. -me levanté, pero ya salía-


-Solo déjalo estar ¿sí? No te preocupes que llegare a tiempo para coger el avión -Fueron sus palabras cuando se cerraba la puerta detrás de él-


-¿Lex? -vi con la vista periférica como Dyanne ya tomaba su ropa en forma lánguida, lo caballero en mi primo en ese instante.


-Dyanne, perdona esta situación -caminé hacía el dormitorio, directo a la maleta, como pude me puse los pantalones, busqué una camisa, salí hacía la sala de nuevo -no sé qué ha pasado, creo Ang, se sintió indispuesto y como es muy reservado, decidió salir. 


Dyanne ya estaba casi vestida y respiré mejor, busqué algún indició de que sintiera mal, pero ya se estaba pintando los labios y poniéndose sus zapatos.


-Lex, no te preocupes por mi -cerró su bolso- soy adulta y de espíritu libre, estoy satisfecha por lo de hoy, muy satisfecha, nos veremos en el vuelo –sonríe- y de esto nadie sabrá nada, quiero conservar mi empleo, y también otro posible encuentro si se da.


-Eres muy amable y comprensiva Dyanne -meto las mano es el bolsillo, deseaba salir detrás de Ang- ¿podrás salir sola? Quiero ver a donde fue Angelos.


-ya salgo -camino rumbo a la puerta, se dio vuelta y sonrío satisfecha- Gracias por una placentera noche.


Ni bien salió corrí rumbo al dormitorio, tomé mi billetera y ya estaba corriendo hacía los ascensores, llegué cuando se cerró, de seguro en el iba ella, llamé al otro y cuando me tiré prácticamente dentro, traspiraba de impaciencia.


¿Qué le pasó? ¿Le habré ofendido? ¿Hice algo malo?


Solo le seguí, dejé que mis instintos se dieran rienda suelta, y en todo ese momento lo único que quise es estar con él, sin ella en medio.

Se abrieron las puertas y ya afuera me acerco al botones.


-¿Vio salir a un hombre de cómo 25 años, pelo castaño claro y ojos avellanas?


-Sí, salió rumbo a la avenida.

Recorrí rumbo al indicado por él y no lo vi, di vuelta y tropecé de lleno contra una mujer. Se escapó un quejido bajo, las uñas de ella se metieron en mi piel, en donde la camisa estaba remangada, un hilo de sangre cayó hasta gotear


-¿Se lastimó? - La sostuve y mi sorpresa fue mayor cuando reconocí a la mujer del Karaoke-


-¡¡¡Ayyy!!! -llevó su dedo a la boca- mi uña, se rompió -se quejó- No, solo me sorprendí, perdón, no quise yo lastimarlo.


La veo acomodar su ropa y me sonríe lentamente, tratando de excusarse. 


-La recuerdo, del centro, la otra noche. -traté de que parara un poco ese rasguño-

 
-Sí, te recuerdo. -Traté de cortar la conversación, miré hacia los lados, no veía a Ang-


-Perdone la deje, pero estoy apurado.


-No, soy yo la que lo dejo estoy llegando tarde. -Nos separamos y seguí buscando a Ang, sin lograrlo, con preocupación volví al hotel-


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