miércoles, 20 de agosto de 2014

Capítulo 1


T
IAGO 
Me encontraba sentado en la parte posterior del salón de clases y garabateaba en mi cuaderno mientras el maestro, el Sr. Johnson, estaba hablando sobre funciones cuadráticas, ejes de simetría, parábolas e intersecciones en el eje Y. Levanto mi vista y observo al profesor con su cabello entrecano realizar una curva sobre el plano cartesiano en el centro de la pizarra. Sacudo mi cabeza. Siempre me aburría y detestaba en las clases de matemática. Son un verdadero fastidio.

Desde siempre el aprendizaje de esa materia venía a mí con total facilidad y naturalidad, solo me hacía falta observar los ejercicios, comprender las propiedades y listo, el resto era pan comido. Si era honesto, no lograba entender como al resto de los alumnos eran incapaces incluso de realizar las operatorias más simples, la mortandad en las calificaciones siempre era altísima. Lo bueno es que esta clase ya era la última del día y siempre sentía que mi atención estaba en otro sitio esperando mi liberación para hacer cosas más interesantes. Continué garabateando en el margen de mi cuaderno.

-¿Señor Santiago?

Rápidamente alce la cabeza en dirección al profesor, y sentí como chinchetas los ojos clavados de todos los que estaban en la case. ¡Jodida mierda! si hay algo que detestara era ser el centro de atención.

-Ya que le veo tan concentrado en la clase, me gustaría que nos dijera a todos el resultado de este ejercicio, además quiero que determine la concavidad de la parábola, ceros en la función, intersección con el eje Y, coordenadas del vértice, eje de simetría, mínimos o máximos e intervalos de crecimiento y decrecimiento

Dejó el rotulador sobre la mesa y cruzó los brazos en su pecho su sonrisa era de total malicia, de verdad que haría competencia con la del gato de Alicia en el País de las Maravillas. Al señor Johnson adoraba humillar a los alumnos para ponerles un pie encima dejando en evidencia su falta de conocimiento, enrostrarlo con total satisfacción, sin embargo conmigo nunca ha podido, aquello es lo que más le molesta y no pierde oportunidad para intentar torcerme la mano.

Observé el ejercicio: 
  
Comencé a morder la uña de mi pulgar mientras ladeaba mi cabeza y avanzaba a la pizarra, en mi mente comencé a ver con claridad el ejercicio, por lo general no necesitaba realizar un desarrollo por escrito, siempre lograba el resultado con solo mirarlos, era como si en mi mente todos los símbolos matemáticos y números fuesen tarjetas que podía mover a mi antojo para lograr el resultado. Al momento de llegar al frente, cogí el plumón y escribí en la pizarra:


Di un paso atrás y mis labios sonrieron un poco ante el resultado correcto, sin embargo al observar al profesor todo rastro de felicidad se esfumó, su rostro estaba rojo y sus ojos cerrados como rendijas, hizo el ademán de decirme algo, sin embargo el sonido del timbre fue mi salvación, se había acabado a jornada escolar al menos por hoy,  me limité a dejar el plumón sobre su escritorio y volver a mi asiento mientras el resto de los alumnos arrancaba del salón  como si la muerte los persiguiera. Cogí mis cosas y me dispuse a salir de los últimos.

-Deberías sacar más provecho a tu talento –dijo con molestia el profesor mientras pasaba-

-No sé de lo que habla –cogió mi brazo para que le mirara-

-Sabes muy bien de lo que hablo, es una pena que lo desperdicies esas habilidades.

-Debo irme –miré hacia el piso- lo siento, pero no se a que se refiere.

Me solté de su agarre y avancé a paso rápido por los pasillos de directo al baño, detestaba que me enrostraran “eso”, me hacía sentir como un bicho en una exhibición. Dejé caer mi mochila y comencé a mojarme el rostro, deslicé mis manos por el cabello contemplándome en el reflejo del espejo, moví mi mano hacia los vestigios de amarillo que aún quedaban pegados de un hematoma que había sido mucho peor hace unos días atrás, en la última golpiza. Me estremecí al recordarlo.

Retiré todos esos pensamientos de mi cabeza y respiré hondo, saqué el delineador negro y comencé a maquillar mis ojos.

Desde hacía un par de años había comenzado a teñir mi cabello de negro, a penas caía por sobre de mis hombros, con un flequillo hacia un lado. El negro como la tinta se destacaba mucho en comparación con mi pálida piel, pero el contraste funcionaba. Incluso estaba asistiendo al gimnasio tres días por semana, después de pasas seis meses, se podría decir que había una diferencia real en el niño flacucho que solía ser. Mis músculos se habían vuelto más definidos y el inicio de un paquete de seis estaba empezando amostrarse en mi estómago.

Aunque aún soy delgado, no me veía mal. La musculatura adicionada me daba un aspecto más tonificado. Incluso había tenido que comprar un par de nuevas camisetas, ya que la mayoría de ellas habían comenzado a estirarse sobre mi pecho. Pero el músculo añadido no había ayudado contra el par de matones. Una vez había conseguido el valor suficiente para luchar, sin embargo ellos me habían golpeado sin descanso. Eso me tuvo fuera de combate por poco más de una semana. Mi excusa frente a los maestros, es que había tenido un accidente en coche. No me hicieron más preguntas.

Avancé por el ya vacío pasillo, tenía mucha tarea que hacer y solo deseaba llegar pronto al depa.

-Vaya, vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí?

¡OH por Dios no! Aferré con más fuerza mi mochila y aceleré el paso, necesitaba salir de allí lo antes posible, mi corazón comenzó un rápido palpitar producto del miedo que sentía, ni siquiera fui capaz de mirar en la dirección de donde venía la voz.

-¡Atrapa al engendro John! -Estaba frito-

****************

Horas más tarde me encontraba tirado sobre la cama, respirando sólo superficialmente, puesto que mi costado dolía como una perra. Tuve suerte, al menos en esta ocasión sólo fue una pateadura y dentro de lo que pude notar, hay costillas rotas… al menos por el momento.

Estaba cansado de esta situación, sin embargo no podía optar al traslado a otra universidad, no podía darme ese lujo, la media beca con la que contaba por ser un alumno de situación económica baja, ya había sido un pequeño respiro para mamá, quien regularmente me enviaba el dinero que podía para pagar las mensualidades y se le hacía difícil, siendo que tenía dos trabajos.

Me estiré lentamente hacia la mochila que descansaba junto a mí hasta que encontré mi piruleta de cereza. Sin siquiera observar la desenvolví desesperado y al meterla en la boca, gemí en satisfacción cerrando mis ojos a la explosión de sabor, aquello siempre lograba calmarme un poco.

-No doy más

Dije cansado ¿tal vez si desapareciera…? ¿Podría ser la solución para todos? ¿Verdad?, no veía otra salida. Si, mamá lloraría, pero ella es muy joven, podría rehacer su vida, conseguir un buen hombre que le quiera y que valore el buen corazón que tiene, además, así sería el fin de todos mis males.

Mañana, mañana será el momento de hacerlo. Cogí mi móvil y escribí
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De: Aprendiz de Mago

Fecha: 28 de agosto  19:15
Para: Peter Pan
Asunto: Cansado

Eeeyyyy
Alguna vez te has puesto a pensar ¿Por qué siempre la vida te da golpe tras golpe y ni un momento de respiro? En ocasiones me da la sensación que hay personas que nacieron bajo el signo de Caín y están predestinadas a sufrir siempre. Solo se tiene un momento de respiro para que de manera improvisada se caiga toda la mierda encima. No lo considero justo para los que tienen una vida difícil. La vida apesta, vivir apesta… y sobre todo agota… estoy cansado PP

Aprendiz de Mago
Doctorado en hastío por la vida

Enviado desde mi teléfono inteligente Sony Xperia
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