domingo, 17 de agosto de 2014

Capítulo 2



A
NGELOS
Estando en la barra, comencé un descarado coqueteo con un lindo chico universitario cuando un llamado telepático de Remi, nos advierte que hay problemas de pelea en el exterior.

-Yo voy

Le digo a Jasyn sin esperar una respuesta de su parte y rápidamente me voy hacia la salida a ver lo que acontece. No hago más que salir cuando observo que Remi sujeta y contiene fuertemente entre sus brazos a un exaltado  Sebastián que en su arranque de ira en su rostro se muestran las marcas ancestrales que le dan el cargo de Centinela.

-¡Maldita sea Dragón! Cálmate que ambos no deseamos que cambies frente a humanos

De pronto se quedó por unos instantes muy quieto mientras cerraba sus ojos y tomaba una gran respiración, Remi aflojo su agarre y en aquel momento al abrir nuevamente sus ojos, eran de un verde esmeralda casi fosforescente con los iris alargados como los de un felino, un fuerte rugido nació de su garganta y lanzó al oso lejos, sólo alcanzó a dar un par de pasos como humano y tras un destello apareció un gran dragón rojo esmeralda de por lo menos 3 metros totalmente iracundo, me disponía a cambiar a mi forma de leopardo cuando un zarpazo enviado en mi dirección y al girarme logré que solo me abriera la carne de mi espalda, sentí los cortes como hábiles disecciones de bisturí, tras lo cual sólo sentí el disparo y el rugido que poco a poco fue bajando de intensidad, del gran dragón, sólo quedaba un desnudo Sebastián con la plumilla de tranquilizante en su muslo, los refuerzos llegaron a tiempo para la contención.

-Gracias a Zeus que llegaron todos a tiempo, o me hubiese convertido en bocadillo de dragón.

-Lleven a Bas a la consulta –dijo el Doc a un par de los hermanos Peltier- tu ve al humano Leopardo, procura borrar su memoria

De manera inmediata me dirigí hacia el humano y para mi sorpresa era el tipo con el que conversé momentos antes

-Alexander

Susurré. Se encontraba tirado de mala manera, comencé a revisar su cuerpo, sólo tenía unas magulladuras y seguramente mañana despertaría con un dolor de cabeza de Padre y Señor mío. Comenzó a parpader.

-Mírame a los ojos

Lo hizo y quedó prendado a mi mirada, con lo cual, de manera inmediata modifique sus recuerdos y comencé a reír animadamente

-Buena pelea Black, para la próxima búscate a alguien de tu porte.

ALEXANDER
El agua me había dejado calado hasta las pelotas, me moví o intenté hacerlo, pero el cuerpo no me respondía, por fin los parpados se abrieron y enfoque la mirada en unos ojos azules, eran los del cantante del Santuary, Angelos, cuando iba a hablar, la quijada me recordó que existía con una punzada que atravesó mi cabeza, intenté levantar la mano, pero no podía apartar la mirada en él.

Solo podía recordar el haber arrollado la moto y la derecha de alguien, masaje mi quijada, dolía como la madre. Me senté con ayuda de él, pero una mueca, me llamó la atención. Ya parado e intentando secar mi cara veo como caen gotas de sangre de su espalda.


-¿Qué carajos tienes? -doy vuelta hacia tu espalda y veo el desgarre en tu camisa-  ¿con qué chocaste? tienes abierta la espalda 


-Uno de los postes tenia los clavos salidos -habla restando importancia-

Quise agregar más pero debía hacer mucho esfuerzo para hablar, dolía la perra quijada. Me inclino a recoger mi móvil hecho a añicos y lo guardo así. Camino hacía el auto


-acompáñame a una clínica, necesitamos los dos una revisión.


ANGELOS
Saque de mis pantalones la cajetilla de cigarros y encendí uno con una buena calada, observé como mis manos comenzaron a temblar muy sutilmente, seguramente debido a la pérdida de sangre, entre lo sucedido el día de ayer y ahora que Sebastián le dio por jugar a Dexter conmigo, la debilidad me estaba atacando, nada que con unas horas de sueño se mejorara.  Reuniendo mis fuerzas y algo de magia, logre que las heridas no se vieran tan mal de cómo estaban.

-No te preocupes por mí, lo mío es solo un rasguño  -muevo mi cabeza en su dirección- será mejor que tú te hagas ver, para mañana yo estaré como nuevo.

Cuando intentó responderme, perdió un poco el equilibrio, por poco termina de bruces en el suelo si es que no lo sujeto, su cercanía hizo que mi cerebro funcionara en la mitad central de mi cuerpo y mis pantalones de cuero comenzaron a ser más pequeños.

-Angelos, Angelos, Angelos, siempre pensando con la polla –me amonesté a mi mismo-

-Será mejor que yo te lleve a los servicios de urgencia, no puedes manejar ni una bicicleta en tu estado, dame tus llaves.

Sus ojos se entrecerraron, sin embargo me hizo entrega de ellas, no sin una advertencia.

-pero dejarás que un medico te revise, tu estas igual de mal

Luego de dicho esto, se metió en su auto mientras yo tomaba una gran respiración para evitar pensar en el maldito dolor que tenía y poner mi mejor cara de pocker mientras me deslizaba en el asiento del conductor y nos llevaba a la clínica más cercana.

ALEXANDER
Entrego mis llaves, y apoyado en Angelos, caminamos al auto, todo lo veía borroso, me ubico en el copiloto, él se acomoda detrás del volante y en segundos estamos abriéndonos paso en la lluvia. No podía pensar con calma, la quijada y el dolor de cabeza me dejaban con un zumbido agudo en los oídos. Llegamos a la clínica, se bajo rápido o me desoriente que puta mierda, no sé, solo me veía arrastrado a la sala de espera, en instantes ya estaba una enfermera y una silla de ruedas llevándome a la revisión, me gire pero ya no estaba, mi frente formó una arruga de sorpresa, pero los médicos me atendieron. Pidieron quien podía recogerme, mañana porque pasaría la noche allí. Maldije, de nuevo, no tenía móvil, perdí usar la línea telefónica de mi habitación y llamé a mi secretaria despertándola de su sueño, pedí que me organizara lo de Tokio, y cuando ya estaba por llamar a mi abogado para ver lo del seguro, entró la enfermera a sedarme. Me opuse, pero no hubo caso.

Mis ojos se cerraron, pero lo último que volví a ver fueron los ojos de él. Le debía un favor, se lo debía.

Por la mañana un asqueroso color violeta pinto mi quijada, el guardia de la clínica quiso que reportará lo ocurrido, ¿qué le diría?, no podía decir nada, porque no recordaba, nada más que haber arrollado una moto. 

Volví al departamento, luego a la oficina. Otro día empezaba a girar.

ANGELOS
Luego de dejar al humano… a Alexander en la clínica, rápidamente salí del lugar destellando hacia el privado del Santuario, lugar predestinado a que los Arcadios y Katagarios pudiésemos transportarnos al lugar de manera segura sin la mirada de humanos curiosos, luego de eso, simplemente arrastre mis huesos a mi pequeña habitación y tal cual caí agotado en la cama en mi forma de leopardo, mis sueños fueron intranquilos, me sentía preocupado por él, desde el fondo de mi alma no sentía correcto haberlo dejado al cuidado de otra persona… Que pensamiento más estúpido, ni siquiera le conocía.

Para mi habían pasado sólo unos cuantos minutos cuando el incesante golpeteo en la puerta me quería sacar de mi momento de ensueño.

-¿Ang? –La voz de Aymee me llamaba- Ang, cariño ¿puedo entrar?

Gruñí en respuesta y la puerta fue abierta lentamente mientras me aovillaba nuevamente, cubriendo mis ojos de la fuerte luz al encenderse, sisee en respuesta

-Sí que estas de mal humor, después de todo lo que has dormido cachorro –sentí el peso de ella al sentarse en un extremo de la cama- te buscan abajo Angel

De manera inmediata alcé mi cabeza ¿Quién mierdas podría venir a verme? Todos mis conocidos son de aquí, destelle de manera inmediata a mi forma humana, la osa se puso de colores cuando  me vio desnudo y cambio la dirección de su mirada de manera inmediata, rodé los ojos y destelle una tenida completa.

-Quien y que quiere –Aymee alzó una ceja-

-Alexander Black, el humano que salvaste anoche, esta esperándote abajo en el bar.

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