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A
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NGELOS
Estando en
la barra, comencé un descarado coqueteo con un lindo chico universitario cuando
un llamado telepático de Remi, nos advierte que hay problemas de pelea en el
exterior.
-Yo voy
Le digo a
Jasyn sin esperar una respuesta de su parte y rápidamente me voy hacia la
salida a ver lo que acontece. No hago más que salir cuando observo que Remi
sujeta y contiene fuertemente entre sus brazos a un exaltado Sebastián que en su arranque de ira en su
rostro se muestran las marcas ancestrales que le dan el cargo de Centinela.
-¡Maldita
sea Dragón! Cálmate que ambos no deseamos que cambies frente a humanos
De pronto se
quedó por unos instantes muy quieto mientras cerraba sus ojos y tomaba una gran
respiración, Remi aflojo su agarre y en aquel momento al abrir nuevamente sus
ojos, eran de un verde esmeralda casi fosforescente con los iris alargados como
los de un felino, un fuerte rugido nació de su garganta y lanzó al oso lejos,
sólo alcanzó a dar un par de pasos como humano y tras un destello apareció un
gran dragón rojo esmeralda de por lo menos 3 metros totalmente iracundo, me
disponía a cambiar a mi forma de leopardo cuando un zarpazo enviado en mi
dirección y al girarme logré que solo me abriera la carne de mi espalda, sentí
los cortes como hábiles disecciones de bisturí, tras lo cual sólo sentí el
disparo y el rugido que poco a poco fue bajando de intensidad, del gran dragón,
sólo quedaba un desnudo Sebastián con la plumilla de tranquilizante en su
muslo, los refuerzos llegaron a tiempo para la contención.
-Gracias a
Zeus que llegaron todos a tiempo, o me hubiese convertido en bocadillo de
dragón.
-Lleven a
Bas a la consulta –dijo el Doc a un par de los hermanos Peltier- tu ve al
humano Leopardo, procura borrar su memoria
De manera
inmediata me dirigí hacia el humano y para mi sorpresa era el tipo con el que
conversé momentos antes
-Alexander
Susurré. Se
encontraba tirado de mala manera, comencé a revisar su cuerpo, sólo tenía unas
magulladuras y seguramente mañana despertaría con un dolor de cabeza de Padre y
Señor mío. Comenzó a parpader.
-Mírame a
los ojos
Lo hizo y
quedó prendado a mi mirada, con lo cual, de manera inmediata modifique sus
recuerdos y comencé a reír animadamente
-Buena pelea
Black, para la próxima búscate a alguien de tu porte.
ALEXANDER
El agua me
había dejado calado hasta las pelotas, me moví o intenté hacerlo, pero el
cuerpo no me respondía, por fin los parpados se abrieron y enfoque la mirada en
unos ojos azules, eran los del cantante del Santuary, Angelos, cuando iba a
hablar, la quijada me recordó que existía con una punzada que atravesó mi
cabeza, intenté levantar la mano, pero no podía apartar la mirada en él.
Solo podía recordar el haber arrollado la moto y la derecha de alguien, masaje
mi quijada, dolía como la madre. Me senté con ayuda de él, pero una mueca, me
llamó la atención. Ya parado e intentando secar mi cara veo como caen gotas de
sangre de su espalda.
-¿Qué carajos tienes? -doy vuelta hacia tu espalda y veo el desgarre en tu
camisa- ¿con qué chocaste? tienes
abierta la espalda
-Uno de los postes tenia los clavos salidos -habla restando importancia-
Quise agregar más pero debía hacer mucho esfuerzo para hablar, dolía la perra
quijada. Me inclino a recoger mi móvil hecho a añicos y lo guardo así. Camino
hacía el auto
-acompáñame a una clínica, necesitamos los dos una revisión.
ANGELOS
Saque de mis
pantalones la cajetilla de cigarros y encendí uno con una buena calada, observé
como mis manos comenzaron a temblar muy sutilmente, seguramente debido a la
pérdida de sangre, entre lo sucedido el día de ayer y ahora que Sebastián le
dio por jugar a Dexter conmigo, la debilidad me estaba atacando, nada que con
unas horas de sueño se mejorara. Reuniendo
mis fuerzas y algo de magia, logre que las heridas no se vieran tan mal de cómo
estaban.
-No te
preocupes por mí, lo mío es solo un rasguño
-muevo mi cabeza en su dirección- será mejor que tú te hagas ver, para
mañana yo estaré como nuevo.
Cuando
intentó responderme, perdió un poco el equilibrio, por poco termina de bruces
en el suelo si es que no lo sujeto, su cercanía hizo que mi cerebro funcionara
en la mitad central de mi cuerpo y mis pantalones de cuero comenzaron a ser más
pequeños.
-Angelos,
Angelos, Angelos, siempre pensando con la polla –me amonesté a mi mismo-
-Será mejor
que yo te lleve a los servicios de urgencia, no puedes manejar ni una bicicleta
en tu estado, dame tus llaves.
Sus ojos se
entrecerraron, sin embargo me hizo entrega de ellas, no sin una advertencia.
-pero
dejarás que un medico te revise, tu estas igual de mal
Luego de
dicho esto, se metió en su auto mientras yo tomaba una gran respiración para
evitar pensar en el maldito dolor que tenía y poner mi mejor cara de pocker
mientras me deslizaba en el asiento del conductor y nos llevaba a la clínica más
cercana.
ALEXANDER
Entrego mis
llaves, y apoyado en Angelos, caminamos al auto, todo lo veía borroso, me ubico
en el copiloto, él se acomoda detrás del volante y en segundos estamos
abriéndonos paso en la lluvia. No podía pensar con calma, la quijada y el dolor
de cabeza me dejaban con un zumbido agudo en los oídos. Llegamos a la clínica,
se bajo rápido o me desoriente que puta mierda, no sé, solo me veía arrastrado
a la sala de espera, en instantes ya estaba una enfermera y una silla de ruedas
llevándome a la revisión, me gire pero ya no estaba, mi frente formó una arruga
de sorpresa, pero los médicos me atendieron. Pidieron quien podía recogerme,
mañana porque pasaría la noche allí. Maldije, de nuevo, no tenía móvil, perdí
usar la línea telefónica de mi habitación y llamé a mi secretaria despertándola
de su sueño, pedí que me organizara lo de Tokio, y cuando ya estaba por llamar
a mi abogado para ver lo del seguro, entró la enfermera a sedarme. Me opuse,
pero no hubo caso.
Mis ojos se
cerraron, pero lo último que volví a ver fueron los ojos de él. Le debía un
favor, se lo debía.
Por la
mañana un asqueroso color violeta pinto mi quijada, el guardia de la clínica
quiso que reportará lo ocurrido, ¿qué le diría?, no podía decir nada, porque no
recordaba, nada más que haber arrollado una moto.
Volví al
departamento, luego a la oficina. Otro día empezaba a girar.
ANGELOS
Luego de
dejar al humano… a Alexander en la clínica, rápidamente salí del lugar
destellando hacia el privado del Santuario, lugar predestinado a que los Arcadios
y Katagarios pudiésemos transportarnos al lugar de manera segura sin la mirada
de humanos curiosos, luego de eso, simplemente arrastre mis huesos a mi pequeña
habitación y tal cual caí agotado en la cama en mi forma de leopardo, mis
sueños fueron intranquilos, me sentía preocupado por él, desde el fondo de mi
alma no sentía correcto haberlo dejado al cuidado de otra persona… Que
pensamiento más estúpido, ni siquiera le conocía.
Para mi
habían pasado sólo unos cuantos minutos cuando el incesante golpeteo en la
puerta me quería sacar de mi momento de ensueño.
-¿Ang? –La
voz de Aymee me llamaba- Ang, cariño ¿puedo entrar?
Gruñí en
respuesta y la puerta fue abierta lentamente mientras me aovillaba nuevamente,
cubriendo mis ojos de la fuerte luz al encenderse, sisee en respuesta
-Sí que
estas de mal humor, después de todo lo que has dormido cachorro –sentí el peso
de ella al sentarse en un extremo de la cama- te buscan abajo Angel
De manera
inmediata alcé mi cabeza ¿Quién mierdas podría venir a verme? Todos mis
conocidos son de aquí, destelle de manera inmediata a mi forma humana, la osa
se puso de colores cuando me vio desnudo
y cambio la dirección de su mirada de manera inmediata, rodé los ojos y
destelle una tenida completa.
-Quien y que
quiere –Aymee alzó una ceja-
-Alexander
Black, el humano que salvaste anoche, esta esperándote abajo en el bar.

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