domingo, 17 de agosto de 2014

Capítulo 9



A
NGELOS
Durante el vuelo intenté dormir lo que más pude, sin embargo no fue un sueño tranquilo, la incertidumbre de que cualquiera podría tratar de abrir y entrar a la cabina mientras me encontraba dormitando en mi forma de leopardo me tenía demasiado intranquilo, solo dormité un par de horas y el resto estuve solamente despierto viendo a la nada, hasta que el alba llenó el cielo de matices color rojo. Una ducha rápida y solo vistiendo unos jeans desabrochados fui en búsqueda de un café negro, lo necesitaba de manera urgente. Me encontraba en eso cuando un grito me hizo dar una malvada sonrisa.

-¡¡ANGELOOOOSS!! –puse mi mejor cada de inocencia mientras me giraba para enfrentar a Black-

-Muy buen día ¿sucede algo? –Te di mi más flamante sonrisa inocente de millón de dólares, entrecerraste tus ojos-

-Tú, eres diabólico ¡haz atado toda mi ropa de diseñador!

Levantas tu mano sosteniendo una camisa, atada a ella hay una pierna de pantalón, atado a eso otra camisa y así sucesivamente una larga hilera de ropa que te precedía y se perdía dentro de la cabina en la cual tú te encontrabas, comencé a morder el interior de mis mejillas intentando contener la risa que amenazaba con estallar. Sin embargo, nos quedamos mirando fijamente por un momento para luego estallar en una contagiosa carcajada que me obligó a dejar de lado el tazón de café que por poco me quema y tuve que sostener mi vientre que a esas alturas ya dolía de tanta risa.

-Maldita sea Ang, esas son bromas de universitario, realmente tienes una mente retorcida. –ríes conmigo sin poder evitarlo-

-Puedo jurar que yo no lo hice, ese fue… mi otro yo, si, el malvado, algo así como el Doctor Jeckyll y Mr. Hyde, la tentación fue más fuerte que mi voluntad, simplemente no puede evitarlo y mi yo maquiavélico actuó ¿podrías culparme? No verdad, así que soy libre de todo pecado.

Me pongo de pié para dejar rellenar mi tazón y tu risa se detiene de manera brusca tras un jadeo.

-Ang… tu espalda…

¡Maldita sea!

ALEXANDER
¿Dormí?, me doy vuelta en la cama y sostengo mi cabeza, sí, dormí como un lirón, ese Vodka en mi organismo fue como sedante en el momento, pero ahora se me partía la cabeza, bajo los pies y la luz del sol entra a raudales, inyectándose en mi retina como dagas. Una taza de café, eso necesitaba, pero antes una ducha. 
Arrastrando los pies llego a la ducha, me baño rápido y con una toalla alrededor de mis caderas salgo a buscar mi ropa, no entendí el revoltijo hasta que lo fui sacando, todo unido en nudos.


-¿Ang?

Salgo con la ropa arrastrando hasta que lo encuentro tomando café de costado a mi me mira y trata de poner cara de chico bueno, pero la mordida que se nota que hace a sus mejillas interiores para evitar que se vea la sonrisa, me hace achicar los ojos, el temblor en sus boca.

-Maldita sea Ang, esas son bromas de universitario, realmente tienes una mente retorcida. –No puedo evitar reír, suelto una estruendosa carcajadas-


-Puedo jurar que yo no lo hice, ese fue… mi otro yo, si, el malvado, algo así como el Doctor Jeckyll y Mr. Hyde, la tentación fue más fuerte que mi voluntad, simplemente no puede evitarlo y mi yo maquiavélico actuó ¿podrías culparme? No verdad, así que soy libre de todo pecado.


¿Qué puedo decir a ese argumento? ¡Nada! empiezo a estirar mi ropa y a tratar de ver como desatarla, en ese momento se da vuelta, dándome la espalda para cargar su tasa. Los ojos se salen casi de mis orbitas, ¿quién fue el hijo de puta que mancillo de esa forma su espalda? eran líneas surcadas muy profundas, como si alguien se hubiera ensañado con una vara, y esta tuviera puntas, una punzada en el estomago y sube a mi corazón, nunca odié a nadie tanto como en ese momento.


-Ang… tu espalda…


Escucho como masculla, se tensa notoriamente, camino hacía él con precaución y apoyo mi mano en su hombro.


-¿quién maldita sea lo hizo?


El sentimiento que en ese momento me invade es tan asesino que ruego no encontrarme con esa persona frente de mí, me separo unos centímetros y lo tomo de los hombros, lo giro y sus ojos son pozos de hielo, tratando de esconder algo

Espero quién lo haya hecho haya pagado, porque esa atrocidad no merece pasar impune, la agresión física que has recibido no tiene calificación, de lo asquerosa que fue.

En ese momento entra Dyanne y me retiro un poco y trato de sonreír, pero no creo haberlo logrado.


-Dyanne, puede tratar de desatar este pantalón y la remera -carraspeo y miro de reojo a Ang, que trata de recuperarse, pero evitando dar la espalda a Dyanne- alguien se encariño con mi ropa y pensó que algunos nudos le irían bien -Ella levanta mi ropa y va caminando hasta mi habitación, pensando que deberé esperar a que salga para ir a ponerme algo encima, anudo mejor mi toalla.


-¿Ang?


ANGELOS
Estúpido, idiota, imbécil, acéfalo gato de tejado. Si cuando la cago, la cago a fondo, tan relajado y tranquilo estaba de haber pasado una noche sin mayor contratiempo que había olvidado usar mi magia para encubrir todo aquello y lo peor de todo es que lo vio en primer plano la última persona en el mundo que quería que lo viera, quedé por un instante pasmado con lo sucedido. Nula importancia y atención preste a la breve conversación que tuvo Black con ¿Cómo se llamaba? ¿Diana? ¿Dayana? Y un infierno que me importaba en ese momento, mi cerebro marchaba a mil por hora tratando de encontrar alguna solución rápida a este traspiés que había cometido.

Podría simplemente borrar las marcas y apelar a que simplemente se equivocó… tacharlo de loco y de que ve cosas teniendo alucinaciones no me parece para nada de correcto.

¿Y si simplemente le borro la memoria y ya? También lo consideré, sin embargo, ya le había borrado un recuerdo antes y tampoco me agradaba aquello, es más, me sentía bastante culpable por hacerlo (cosa que jamás en mi puta vida había sentido) después de todo, intentaba ser lo más honesto que podía dentro de los parámetros que me permitía ocultando celosamente que no soy un ser humano.

-¿acaso eso se puede ocultar por siempre? -dijo una voz en mi cabeza-

-¡Cállate estúpida conciencia!

Me sentía atrapado entre lo que debo y lo que puedo hacer

-¿Ang? –Su voz devolvió mi atención hacia él, sabía que deseaba algún tipo de respuesta-

-La que me parió lo hizo, era un cachorro cuando ocurrió, simplemente quería deshacerse de lo que le estorbaba.

Heridas enterradas en el fondo de mi alma comenzaron a reabrirse, viejos dolores que evitaba como peste salían a la luz después de tantos años, imágenes de aquella noche, gritos y sangre. Cerré mis ojos en un intento inútil por evitarlas y por sobre todo de evitar tu mirada que sería de compasión, no necesitaba aquello.

-Voy a vestirme, seguramente estamos por llegar

ALEXANDER
Lo veo marcharse, sus palabras me han dejado como en shock, ¿su propia madre lo ha torturado, buscando matarlo? Miro a través de la ventanilla del avión y el sol se ve cálido, pero de pronto un manto de hielo me ha envuelto, mis puños se cierran a mis lados, y niego bruscamente. Nunca tuve una madre, lo desee con muchas ganas, alguien que me llamase hijo, que no durmiera esas noches de fiebre o tos, que una sopa caliente llevara a mi cama y él, que tuvo a su madre, recibió ese trato. 

¿La vida nunca es lo que uno espera? Pues no, desgraciadamente no, esta da vueltas como un tiovivo y te deja en desventajas, te ofrece migajas con que consolarte, pero depende de uno mismo sacar partido de lo que tienes a tu alcance y forjarte un futuro mejor.


En forma pausada camino hacia mi dormitorio y aún allí se encuentra Dyanne, pero me sonríe deslizando la mirada por mi cuerpo, en ese momento recuerdo que tengo la toalla anudada a las caderas.


-¿Ya rescataste algo de mi ropa, Dyanne? -me acerco a mirar las pendas dobladas en la cama-


-Sí, señor Black -me tiende unos jeans ya planchados y una polo, con suéter para vestirme- las otras las tendré lista en unos minutos -se apresura a salir al darse cuenta que se quedó parada observándome-


Ya vestido me reúno con Ang que está tomando un vaso de vodka, esta vez no dije nada, creo que mi culpa fue haber despertado malos recuerdos. Camino a la mesa con un mini bufet y me sirvo de fruta y algún tocino. No sé qué decir, solo atino a mirarlo de reojo.


-Cuando lleguemos iremos a donde te había comentado, hay buenos lugares, mi reunión se realizará al día siguiente, el horario se modifico, será muy temprano, está noche será de relax.


Lo veo acercarse y tomar asiento.


ANGELOS
Las ganas de meterme algo de mierda al organismo eran demasiado altas, mucha la tentación de borrar mi estupidez. Menudo desliz que he cometido. Restriego mis manos en mi rostro sin saber qué hacer, detestaba la compasión. Termino de vestirme y salgo para servirme un buen vaso de vodka, el cual bebo por completo en un par de tragos, disfrutando y siseando debido a la fuerte quemazón mientras baja el líquido, luego lo volví a llenar. Mi mirada queda fija en mis antebrazos, en las múltiples marcas alargadas de cicatrices, me odié a mi mismo por necesitar aquello para desahogarme. Lo había descubierto por un simple accidente, cuando me encontraba realmente sumergido en mierda y por descuido me realice un corte con un cuchillo, el observar una herida abierta que en un principio era indolora para luego observar casi de manera hipnótica la manera en que mi sangre brotaba y se perdía, me dio una sensación de extraña tranquilidad cuando el pequeño dolor físico se presentaba, con el tiempo comprobé que mientras más doloroso y sangriento era el corte físico que me infringía, el dolor interior menguaba, como si al sentir aquello junto con la pérdida de sangre se limpiaba un poco la mierda con la que trababa a diario. Aquella práctica se volvió en habitual.

Fue un pequeño respiro el que Black no se haya percatado de ellas. A penas sentí tus pasos detrás de mí destelle un par de anchas muñequeras de cuero que las cubrían por completo.

Sentía su incomodidad, era tan obvia como un gran elefante rosado entre nosotros que él intentaba pasar por alto, sin embargo estaba allí bailando can-can con tutú.

-Ey, Black, olvida la mierda que te dije, no tienes porque tratar con ello, no tu. Eso paso hace siglos y yo era una cría. Simplemente déjalo estar y sobre todo deja  de pensar en las mil y un formas de sacarle la mierda y despellejar a la perra que me parió porque no vale la pena, para ella estoy muerto. Fin del asunto ¿vale? No quiero que te portes raro conmigo por ese… detalle, todo sigue igual y disfrutaremos del viaje.

Sonreí de manera sincera, fue difícil cuando se destapó la lata llena de gusanos del pasado, pero no permitiría que aquello arruinara mi relación con Black, no lo permitiría y menos por esa puta.

-Por otra parte, sonreí inocente, tu rostro fue un poema cuando llegaste arrastrando tu ropa, de verdad con gusto hubiese pagado una pequeña fortuna por ver cuando intentaste sacar una cosa y saliste con toda ella –acorto la distancia que nos separa quedando demasiado cerca de ti, sólo para robarte un trozo de tocino y tras un guiño alejarme-

ALEXANDER
 Trato de hacer pasar el momento y tu asalto a mi plato me hace reir, casi por un segundo mandando al olvido lo sucedido, pero te entiendo y sigo comiendo.

-Vamos come Ang, que esto no tiene desperdicio


Veo como dudas, pero te rindes a mi pedido y comemos a la par, los dos tratando de tragar algo que no deseamos, pero debemos comer, al rato el estomago nos recuerda que estaba vacío y cumplimos con satisfacerlo. 


Aterrizamos a Sídney y allí en aduana vamos por migración, nos cruzamos con varias personas de diferentes nacionalidades, seguimos con paso seguro al encargado de guiarnos entrando en la oficina de forma inmediata.


-¿Señor Black? un gusto verlo por aquí de nuevo -el Oficial se adelanta estrechando mi mano- y le informo que fueron acertadas sus sugerencias, me fue muy bien -sonrío al escucharlo-


-Me parecía que sería así, Maxwell y me alegra volver a Sídney, extrañaba la ciudad -me hago a un lado y señalo a Ang- hoy viajo con un amigo, ya tienes nuestros documentos, será en parte negocio y luego diversión, nos quedamos cuatro días.


-Un placer estrecha nuestras manos y se gira a su escritorio y nos entrega los documentos- espero se diviertan y si necesitan algo, solo llámeme señor Black.

-Sí lo necesito, lo ubico -sonrío y voy saliendo para los pasillos-


Maxwell era un gran hombre, con una familia numerosa que había heredado una cantidad de dinero y no sabía en que invertir, una pequeña ayuda y adquirió algunos bonos de una empresa que estaba tomando carrera en el mundo empresarial y sabía que muy pronto se daría de baja y viviría de eso.


-Vamos Ang, que la tarde recién se inicia y mañana tengo recién la primera junta de negocios-


Salimos rumbo a las puertas del aeropuerto en donde un auto nos esperaría para llevarnos al hotel.


-¡Señor Black! -Dyanne ya nos alcanzaba para entregarnos algunos documentos- estos papeles se quedaron en el avión -me los entrega y nos barre con una mirada- 

-Gracias Dyanne, como siempre eficiente -sonrío y miro a Ang que se quedó algo pensativo-  Ang, vamos que hoy nos espera una noche de karaoke.


ANGELOS
-¿Ang? Ang, Angelos, te estoy hablando

-¿Qué me decías? –entre cierras los ojos pero no dices nada de mi distracción-

-Que tengo ganas de ir a un bar de karaoke

-Karaoke… vaya, vaya… será muy interesante que se inviertan nuestros papeles Black, variar las posturas me agrada demasiado… -digo en un ronroneo- tu arriba y yo abajo… -tus ojos se agrandan y yo sonrío con maldad- del escenario, me refiero al escenario

Ríes a carcajadas mientras acarreamos nuestro equipaje hacia el Transfer que nos llevaría al hotel. Me quedo rezagado un par de pasos y froto mi mano en mi cabello con un intento inútil de borrar la lluvia de imágenes y recuerdos olvidados que pasaron por mi mente en una fracción de segundo. Ver a esa mujer…

-No puede ser ella

Dije en un susurro más para mí con el fin de autoconvencerme, puesto que, mientras hacíamos ingreso a migración, sentí el característico hormigueo en mi espalda que indica que alguien me observa, en primera instancia lo había obviado, sin embargo, fue persistente y mi instinto de preservación hizo CLICK, de manera inmediata estudié mi alrededor y le vi, aunque de espaldas, una mujer de cabellos oscuros como alas de cuervo y largo hasta las caderas, sólo por un instante contemplé de perfil, el parecido era escalofriante, heló mi sangre y estuve a un paso del pánico, aunque habían pasado poco más de 250 años, aquel era un rostro que tenía marcado a fuego en mi mente.

¿Era posible que madre estuviese aquí?

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