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A
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NGELOS
Durante el
vuelo intenté dormir lo que más pude, sin embargo no fue un sueño tranquilo, la
incertidumbre de que cualquiera podría tratar de abrir y entrar a la cabina
mientras me encontraba dormitando en mi forma de leopardo me tenía demasiado
intranquilo, solo dormité un par de horas y el resto estuve solamente despierto
viendo a la nada, hasta que el alba llenó el cielo de matices color rojo. Una
ducha rápida y solo vistiendo unos jeans desabrochados fui en búsqueda de un
café negro, lo necesitaba de manera urgente. Me encontraba en eso cuando un
grito me hizo dar una malvada sonrisa.
-¡¡ANGELOOOOSS!!
–puse mi mejor cada de inocencia mientras me giraba para enfrentar a Black-
-Muy buen
día ¿sucede algo? –Te di mi más flamante sonrisa inocente de millón de dólares,
entrecerraste tus ojos-
-Tú, eres
diabólico ¡haz atado toda mi ropa de diseñador!
Levantas tu
mano sosteniendo una camisa, atada a ella hay una pierna de pantalón, atado a
eso otra camisa y así sucesivamente una larga hilera de ropa que te precedía y
se perdía dentro de la cabina en la cual tú te encontrabas, comencé a morder el
interior de mis mejillas intentando contener la risa que amenazaba con
estallar. Sin embargo, nos quedamos mirando fijamente por un momento para luego
estallar en una contagiosa carcajada que me obligó a dejar de lado el tazón de
café que por poco me quema y tuve que sostener mi vientre que a esas alturas ya
dolía de tanta risa.
-Maldita sea
Ang, esas son bromas de universitario, realmente tienes una mente retorcida. –ríes
conmigo sin poder evitarlo-
-Puedo jurar
que yo no lo hice, ese fue… mi otro yo, si, el malvado, algo así como el Doctor
Jeckyll y Mr. Hyde, la tentación fue más fuerte que mi voluntad, simplemente no
puede evitarlo y mi yo maquiavélico actuó ¿podrías culparme? No verdad, así que
soy libre de todo pecado.
Me pongo de
pié para dejar rellenar mi tazón y tu risa se detiene de manera brusca tras un
jadeo.
-Ang… tu
espalda…
¡Maldita
sea!
ALEXANDER
¿Dormí?, me
doy vuelta en la cama y sostengo mi cabeza, sí, dormí como un lirón, ese Vodka
en mi organismo fue como sedante en el momento, pero ahora se me partía la
cabeza, bajo los pies y la luz del sol entra a raudales, inyectándose en mi
retina como dagas. Una taza de café, eso necesitaba, pero antes una
ducha.
Arrastrando los pies llego a la ducha, me baño rápido y con una toalla
alrededor de mis caderas salgo a buscar mi ropa, no entendí el revoltijo hasta
que lo fui sacando, todo unido en nudos.
-¿Ang?
Salgo con la
ropa arrastrando hasta que lo encuentro tomando café de costado a mi me mira y
trata de poner cara de chico bueno, pero la mordida que se nota que hace a sus
mejillas interiores para evitar que se vea la sonrisa, me hace achicar los
ojos, el temblor en sus boca.
-Maldita sea Ang, esas son bromas de universitario, realmente tienes una mente
retorcida. –No puedo evitar reír, suelto una estruendosa carcajadas-
-Puedo jurar que yo no lo hice, ese fue… mi otro yo, si, el malvado, algo así
como el Doctor Jeckyll y Mr. Hyde, la tentación fue más fuerte que mi voluntad,
simplemente no puede evitarlo y mi yo maquiavélico actuó ¿podrías culparme? No verdad,
así que soy libre de todo pecado.
¿Qué puedo decir a ese argumento? ¡Nada! empiezo a estirar mi ropa y a tratar
de ver como desatarla, en ese momento se da vuelta, dándome la espalda para
cargar su tasa. Los ojos se salen casi de mis orbitas, ¿quién fue el hijo de
puta que mancillo de esa forma su espalda? eran líneas surcadas muy profundas,
como si alguien se hubiera ensañado con una vara, y esta tuviera puntas, una
punzada en el estomago y sube a mi corazón, nunca odié a nadie tanto como en
ese momento.
-Ang… tu espalda…
Escucho como masculla, se tensa notoriamente, camino hacía él con precaución y
apoyo mi mano en su hombro.
-¿quién maldita sea lo hizo?
El
sentimiento que en ese momento me invade es tan asesino que ruego no
encontrarme con esa persona frente de mí, me separo unos centímetros y lo tomo
de los hombros, lo giro y sus ojos son pozos de hielo, tratando de esconder
algo
Espero quién
lo haya hecho haya pagado, porque esa atrocidad no merece pasar impune, la
agresión física que has recibido no tiene calificación, de lo asquerosa que
fue.
En ese momento entra Dyanne y me retiro un poco y trato de sonreír, pero no
creo haberlo logrado.
-Dyanne, puede tratar de desatar este pantalón y la remera -carraspeo y miro de
reojo a Ang, que trata de recuperarse, pero evitando dar la espalda a Dyanne-
alguien se encariño con mi ropa y pensó que algunos nudos le irían bien -Ella
levanta mi ropa y va caminando hasta mi habitación, pensando que deberé esperar
a que salga para ir a ponerme algo encima, anudo mejor mi toalla.
-¿Ang?
ANGELOS
Estúpido,
idiota, imbécil, acéfalo gato de tejado. Si cuando la cago, la cago a fondo,
tan relajado y tranquilo estaba de haber pasado una noche sin mayor
contratiempo que había olvidado usar mi magia para encubrir todo aquello y lo
peor de todo es que lo vio en primer plano la última persona en el mundo que
quería que lo viera, quedé por un instante pasmado con lo sucedido. Nula
importancia y atención preste a la breve conversación que tuvo Black con ¿Cómo
se llamaba? ¿Diana? ¿Dayana? Y un infierno que me importaba en ese momento, mi
cerebro marchaba a mil por hora tratando de encontrar alguna solución rápida a
este traspiés que había cometido.
Podría
simplemente borrar las marcas y apelar a que simplemente se equivocó… tacharlo
de loco y de que ve cosas teniendo alucinaciones no me parece para nada de
correcto.
¿Y si
simplemente le borro la memoria y ya? También lo consideré, sin embargo, ya le
había borrado un recuerdo antes y tampoco me agradaba aquello, es más, me
sentía bastante culpable por hacerlo (cosa que jamás en mi puta vida había
sentido) después de todo, intentaba ser lo más honesto que podía dentro de los
parámetros que me permitía ocultando celosamente que no soy un ser humano.
-¿acaso eso se puede ocultar por siempre?
-dijo una voz en mi cabeza-
-¡Cállate
estúpida conciencia!
Me sentía
atrapado entre lo que debo y lo que puedo hacer
-¿Ang? –Su
voz devolvió mi atención hacia él, sabía que deseaba algún tipo de respuesta-
-La que me
parió lo hizo, era un cachorro cuando ocurrió, simplemente quería deshacerse de
lo que le estorbaba.
Heridas
enterradas en el fondo de mi alma comenzaron a reabrirse, viejos dolores que
evitaba como peste salían a la luz después de tantos años, imágenes de aquella
noche, gritos y sangre. Cerré mis ojos en un intento inútil por evitarlas y por
sobre todo de evitar tu mirada que sería de compasión, no necesitaba aquello.
-Voy a
vestirme, seguramente estamos por llegar
ALEXANDER
Lo veo
marcharse, sus palabras me han dejado como en shock, ¿su propia madre lo ha
torturado, buscando matarlo? Miro a través de la ventanilla del avión y el sol
se ve cálido, pero de pronto un manto de hielo me ha envuelto, mis puños se
cierran a mis lados, y niego bruscamente. Nunca tuve una madre, lo desee
con muchas ganas, alguien que me llamase hijo, que no durmiera esas noches de
fiebre o tos, que una sopa caliente llevara a mi cama y él, que tuvo a su
madre, recibió ese trato.
¿La vida nunca es lo que uno espera? Pues no, desgraciadamente no, esta da
vueltas como un tiovivo y te deja en desventajas, te ofrece migajas con que
consolarte, pero depende de uno mismo sacar partido de lo que tienes a tu
alcance y forjarte un futuro mejor.
En forma pausada camino hacia mi dormitorio y aún allí se encuentra Dyanne,
pero me sonríe deslizando la mirada por mi cuerpo, en ese momento recuerdo que
tengo la toalla anudada a las caderas.
-¿Ya rescataste algo de mi ropa, Dyanne? -me acerco a mirar las pendas dobladas
en la cama-
-Sí, señor Black -me tiende unos jeans ya planchados y una polo, con suéter
para vestirme- las otras las tendré lista en unos minutos -se apresura a salir
al darse cuenta que se quedó parada observándome-
Ya vestido me reúno con Ang que está tomando un vaso de vodka, esta vez no dije
nada, creo que mi culpa fue haber despertado malos recuerdos. Camino a la mesa
con un mini bufet y me sirvo de fruta y algún tocino. No sé qué decir, solo
atino a mirarlo de reojo.
-Cuando lleguemos iremos a donde te había comentado, hay buenos lugares, mi
reunión se realizará al día siguiente, el horario se modifico, será muy
temprano, está noche será de relax.
Lo veo acercarse y tomar asiento.
ANGELOS
Las ganas de
meterme algo de mierda al organismo eran demasiado altas, mucha la tentación de
borrar mi estupidez. Menudo desliz que he cometido. Restriego mis manos en mi
rostro sin saber qué hacer, detestaba la compasión. Termino de vestirme y salgo
para servirme un buen vaso de vodka, el cual bebo por completo en un par de
tragos, disfrutando y siseando debido a la fuerte quemazón mientras baja el
líquido, luego lo volví a llenar. Mi mirada queda fija en mis antebrazos, en
las múltiples marcas alargadas de cicatrices, me odié a mi mismo por necesitar
aquello para desahogarme. Lo había descubierto por un simple accidente, cuando
me encontraba realmente sumergido en mierda y por descuido me realice un corte
con un cuchillo, el observar una herida abierta que en un principio era
indolora para luego observar casi de manera hipnótica la manera en que mi sangre
brotaba y se perdía, me dio una sensación de extraña tranquilidad cuando el
pequeño dolor físico se presentaba, con el tiempo comprobé que mientras más
doloroso y sangriento era el corte físico que me infringía, el dolor interior
menguaba, como si al sentir aquello junto con la pérdida de sangre se limpiaba
un poco la mierda con la que trababa a diario. Aquella práctica se volvió en
habitual.
Fue un
pequeño respiro el que Black no se haya percatado de ellas. A penas sentí tus
pasos detrás de mí destelle un par de anchas muñequeras de cuero que las
cubrían por completo.
Sentía su
incomodidad, era tan obvia como un gran elefante rosado entre nosotros que él
intentaba pasar por alto, sin embargo estaba allí bailando can-can con tutú.
-Ey, Black,
olvida la mierda que te dije, no tienes porque tratar con ello, no tu. Eso paso
hace siglos y yo era una cría. Simplemente déjalo estar y sobre todo deja de pensar en las mil y un formas de sacarle
la mierda y despellejar a la perra que me parió porque no vale la pena, para
ella estoy muerto. Fin del asunto ¿vale? No quiero que te portes raro conmigo
por ese… detalle, todo sigue igual y disfrutaremos del viaje.
Sonreí de
manera sincera, fue difícil cuando se destapó la lata llena de gusanos del
pasado, pero no permitiría que aquello arruinara mi relación con Black, no lo
permitiría y menos por esa puta.
-Por otra
parte, sonreí inocente, tu rostro fue un poema cuando llegaste arrastrando tu
ropa, de verdad con gusto hubiese pagado una pequeña fortuna por ver cuando
intentaste sacar una cosa y saliste con toda ella –acorto la distancia que nos
separa quedando demasiado cerca de ti, sólo para robarte un trozo de tocino y
tras un guiño alejarme-
ALEXANDER
Trato
de hacer pasar el momento y tu asalto a mi plato me hace reir, casi por un
segundo mandando al olvido lo sucedido, pero te entiendo y sigo comiendo.
-Vamos come Ang, que esto no tiene desperdicio
Veo como dudas, pero te rindes a mi pedido y comemos a la par, los dos tratando
de tragar algo que no deseamos, pero debemos comer, al rato el estomago nos
recuerda que estaba vacío y cumplimos con satisfacerlo.
Aterrizamos a Sídney y allí en aduana vamos por migración, nos cruzamos con
varias personas de diferentes nacionalidades, seguimos con paso seguro al encargado
de guiarnos entrando en la oficina de forma inmediata.
-¿Señor Black? un gusto verlo por aquí de nuevo -el Oficial se adelanta
estrechando mi mano- y le informo que fueron acertadas sus sugerencias, me fue
muy bien -sonrío al escucharlo-
-Me parecía que sería así, Maxwell y me alegra volver a Sídney, extrañaba la
ciudad -me hago a un lado y señalo a Ang- hoy viajo con un amigo, ya tienes
nuestros documentos, será en parte negocio y luego diversión, nos quedamos
cuatro días.
-Un placer estrecha nuestras manos y se gira a su escritorio y nos entrega los
documentos- espero se diviertan y si necesitan algo, solo llámeme señor Black.
-Sí lo necesito, lo ubico -sonrío y voy saliendo para los pasillos-
Maxwell era un gran hombre, con una familia numerosa que había heredado una
cantidad de dinero y no sabía en que invertir, una pequeña ayuda y adquirió
algunos bonos de una empresa que estaba tomando carrera en el mundo empresarial
y sabía que muy pronto se daría de baja y viviría de eso.
-Vamos Ang, que la tarde recién se inicia y mañana tengo recién la primera
junta de negocios-
Salimos rumbo a las puertas del aeropuerto en donde un auto nos esperaría para
llevarnos al hotel.
-¡Señor Black! -Dyanne ya nos alcanzaba para entregarnos algunos documentos-
estos papeles se quedaron en el avión -me los entrega y nos barre con una
mirada-
-Gracias Dyanne, como siempre eficiente -sonrío y miro a Ang que se quedó algo
pensativo- Ang, vamos que hoy nos espera
una noche de karaoke.
ANGELOS
-¿Ang? Ang,
Angelos, te estoy hablando
-¿Qué me
decías? –entre cierras los ojos pero no dices nada de mi distracción-
-Que tengo
ganas de ir a un bar de karaoke
-Karaoke…
vaya, vaya… será muy interesante que se inviertan nuestros papeles Black,
variar las posturas me agrada demasiado… -digo en un ronroneo- tu arriba y yo
abajo… -tus ojos se agrandan y yo sonrío con maldad- del escenario, me refiero
al escenario
Ríes a
carcajadas mientras acarreamos nuestro equipaje hacia el Transfer que nos
llevaría al hotel. Me quedo rezagado un par de pasos y froto mi mano en mi
cabello con un intento inútil de borrar la lluvia de imágenes y recuerdos
olvidados que pasaron por mi mente en una fracción de segundo. Ver a esa mujer…
-No puede
ser ella
Dije en un
susurro más para mí con el fin de autoconvencerme, puesto que, mientras
hacíamos ingreso a migración, sentí el característico hormigueo en mi espalda
que indica que alguien me observa, en primera instancia lo había obviado, sin
embargo, fue persistente y mi instinto de preservación hizo CLICK, de manera
inmediata estudié mi alrededor y le vi, aunque de espaldas, una mujer de
cabellos oscuros como alas de cuervo y largo hasta las caderas, sólo por un
instante contemplé de perfil, el parecido era escalofriante, heló mi sangre y
estuve a un paso del pánico, aunque habían pasado poco más de 250 años, aquel
era un rostro que tenía marcado a fuego en mi mente.
¿Era posible
que madre estuviese aquí?

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