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Corrí y corrí, como alma que se la lleva el Omega, no sé cuánto tiempo habrá transcurrido; minutos, horas, quizás días, en realidad poco me importaba. Logre estar en aquel estado en el que era totalmente indiferente a todo lo que ocurría a mí alrededor, sólo veía siluetas que pasaban cerca, rostros que me miraban indiferentes o con preocupación, pero nadie me interrumpió, lo cual internamente agradecí. Mi mente logro disociarse de mi cuerpo y mantuve un estado adormecimiento cerebral, hasta que me paso la cuenta y tropecé en la trotadora cayendo de bruces al suelo y a la realidad, la jodida y puta realidad en que vivo, llegó a mí de golpe.
-No puedo... Seguir así… duele… por la… puta madre que duele
Digo para mí mismo, sintiendo un dolor lacerante y desgarrador en medio del pecho. A duras penas logro levantarme y llevar mi puto culo a los vestidores, al abrir la puerta sujeto firmemente el pomo de la puerta y respiro profundamente, me siento algo mareado y el temblor de mis piernas no pasa, restriego mi mano por mis dispares ojos e intento enfocarme en los lavabos, conteniendo el aire doy los pasos necesarios para llegar hasta allí, apoyo mis manos en los bordes y doy el agua, comienzo a mojar mi rostro, el dolor que siento es tan profundo que no me deja ni siquiera respirar profundamente. Me maldigo por lo estúpido e idiota que he sido, perdí al…. Macho… que amaba por cobardía… por no querer hacer frente a lo que realmente soy, por ser un puto y cabrón cobarde. Lo perdí, Blay, aburrido de mi rechazo rehízo su vida con otro… con mi puto primo, la pena se transforma en molestia, rabia e ira. Levanto mi rostro y observo mi reflejo en el espejo, unos malditos ojos dispares me devuelven la mirada que está opacada por la tristeza, el fetichismo por las perforaciones han ocasionado que tenga perforado todo lo que se pueda perforar, mi rostro está demacrado, sin vida; sólo logro sentir desprecio por mí mismo, por avalar una imagen que en el fondo está hueca. Sin poder soportar más el mirarme y ver en lo que me he convertido, golpeo una y otra vez el espejo que se encuentra frente a mi rompiéndolo en mil pedazos, sintiendo como los fragmentos rompen y penetran mi carne, la sangre se desliza tibia por mi brazo y se pierde en el lavabo. Gruño fuertemente, un grito en carne viva del dolor que siento por lo que he perdido, aunque en realidad, no se puede perder lo que nunca lo que nunca se tuvo… y eso es lo que más duele. Saber que son otras manos y otro cuerpo el que está junto a él y le brindan tanto placer como alegría, otro macho que llena sus pensamientos, otro al que entregó su virginidad y su amor.
Lleno de rabia golpeo una y otra vez los casilleros, hasta que uno se abre, el de Z. Saco su máquina y comienzo a rasurar todo mi cabello, en el lavabo, cae todo el cabello que en alguna ocasión gasté horas en arreglar, ahora no habrán más máscaras ni nada que ocultar, no necesito un puto personaje al cual seguir.
-Todos han cambiado John, Blay… es momento de que también lo haga yo
Dejando la máquina a un lado, deslizo mis manos por mi cabeza…. Se siente extraño, me observo en los pocos y destrozados fragmentos del espejo y comienzo a sacar uno a uno los clavos de mi oreja, ceja, labio, lengua, las argollas de mis pezones, bajo un poco mis pantalones y también sale de mi el piercing Príncipe Alberto que tengo en mi pene, todos ellos van a parar a la basura; simplemente no quiero nada que me recuerde al jodido idiota que he sido.
-Todo será distinto -Digo más como un juramento a mí mismo-
Una vocecilla en mi cabeza me repite una y otra vez “Mío, él es mío. Debo ir por él” pero no puedo hacerlo, no debo ser egoísta, él ya me ha olvidado y ha consolidado su vida a otro, simplemente no entro en la jugada. Y como dicen por ahí… Si lo amas, déjalo libre, y es lo que decididamente haré; Aunque detesto con toda mi alma a mi primo, se en el fondo, pero muy en el fondo en un rincón olvidado, que él es mejor que yo para estar a su lado.
El sexo, alcohol y cuanta jodida cosa que he hecho para anular a quien en verdad soy, quedarán atrás, no más excesos en mi vida y el celibato será una muy buena opción para comenzar, desde hoy nada más de toda esa puta vida de mierda que estaba llevando.
Totalmente decidido, comienzo la gran labor de regresar a la casa, en momentos mi vista se nubla o pierdo el equilibrio, apoyándome en los muros a mi lado, con paso lento y débil camino por el largo y oscuro corredor. Joder, durante las últimas siete noches, me había acostumbrado a la permanente sensación de flotar que venía con el correr tanto como lo estaba haciendo, al igual que con comer tan poco como lo hacía y estaba deseando el colocón de la disociación. Por el amor de Dios, era más barato que emborracharse y no se pasaba al menos no hasta que comía.
Con mis manos temblorosas, me apoyo en el pomo de la puerta que me lleva a la mansión, cierro por un momento mis ojos e intento respirar profundo, pero es imposible, el dolor en el centro de mi pecho es permanente y ya se ha vuelto parte de mí, es como si me faltaran partes dentro. Armándome de valor y sobre todo de energía abro la puerta hacia una nueva, jodida, dolorosa y solitaria vida, esperando solo encontrar un motivo para mantenerme en pie.
Un motivo aparte de Blay

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