sábado, 30 de agosto de 2014

Capítulo 5


T
IAGO
Me encontraba en ese estado entre dormido y despierto, donde no logras identificar lo que es real u onírico, sentía en mi mejilla izquierda el gélido frío ambiental, sin embargo el resto de mi cuerpo se encontraba total y absolutamente confortado, relajado y cobijado. Me sostenía a algo cálido, era como abrazar al sol, si definitivamente era como eso, estaba acurrucado sosteniendo al sol en mis brazos. Me apegué aún más a él, se sentía demasiado bien y poco a poco mi cuerpo comenzó a reaccionar con una típica erección mañanera, sin embargo en esta ocasión mi socio allá abajo estaba más que en posición de firme, me removí un poco y bajo la palma de mi mano sentí el constante latido de un corazón y mis labios acariciaron algo tan suave como la seda.

-¿Tiago?

Abrí mis ojos de golpe tomando conocimiento de mi situación: estaba de costado con Xander, nuestras piernas enlazadas, mis brazos rodeándole y mi rostro a escasos milímetros de él, tan cerca que sentía su respiración mientras me miraba fijamente sin la más mínima expresión en su rostro.

Entré en pánico.

-Yo, yo, yo… lo siento

Dije en un nervioso y bajo susurro mientras de manera muy torpe me alejaba de él. Tan envuelto en su cuerpo estaba que caí de bruces al suelo en un intento desesperado por alejarme. La había cagado. Metido la pata. Jodido con creses.

Seguro que ahora piensa que soy un abusador, que quería aprovecharme de él, que quise besarlo. Perderé al único amigo que he tenido en este puto lugar, eso dolió. ¡MALDITA SEA! Necesitaba alejarme rápido por lo que me escabullí hacia la sala de estar como alma que se la lleva el diablo

-Tiago para

-De, de, de verdad… yo, yo no quería… no quería ofenderte –me  removía nervioso esquivándole-

-Detente de una vez

-Yo, yo te ju… juro que no, no volverá a pasar yo…

-¡TIAGO BASTA!

Dijo de manera firme y demandante, observé de reojo que  sus manos se alzaron y de manera inmediata cubrí mi cabeza con mis brazos y encorvé mi cuerpo para protegerme cerrando mis ojos firmemente ante el inminente golpe que sabía que vendría, sin embargo aquello no sucedió. Al moverme lentamente y mirarle, vi como su rostro estaba pálido y sus ojos en shock fijos en mi, sin soportar eso me apresuré a mi cuarto y cogí el móvil.
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De: Aprendiz de Mago
Fecha: 25 de Septiembre 7:44 
Para: Peter Pan
Asunto: destrozado

No puedo más. Estoy roto.

APRENDIZ DE MAGO
Off

Enviado desde mi teléfono inteligente Sony Xperia
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XANDER
Me dormí, pero muy consciente de él, de su aroma a jabón, de ese calor que desprendía y me había dejado confortable hasta el punto de sacar de mi cuerpo ese frío que había calado hasta mis huesos.

Removiéndome en la cama, recordé el sueño más cachondo que había tenido, mi polla estaba duramente dolorosa y no era nada de esas erecciones matutinas, la mía tenía el resultado de haber soñado con el cuerpo de él, de haber aunque sea en ellos, lamido sus tetillas, bajado por ese abdomen plano y levemente cubierto con suaves pelos. Tocado su paquete, que a través del bulto del bóxer imagine respetable.

Abriendo mis ojos ahora, un hermoso panorama estaba frente a mí, muy pegado su cara a la mía, Tiago dormía, su mano apoyada en mi tórax, su pierna metida entre mis piernas, dejando que mis testículos descansaran sobre ella. Tomé aire, mal asunto, me llegó de nuevo su aroma. Aparté el pelo de la cara y se movió, movió su mano bajando y subiendo por mi cuerpo, aunque usaba dos remeras mangas largas, el calor de su palma traspaso la tela, su boca casi rozó la mía, sin proponerlo pronuncie su nombre y allí se despertó. Qué pena me dije, pero ese pensamiento murió cuando con cara de espantó cayó al suelo.

Con un demonio, por un momento olvidé que solo a mí me gustaba él. Se levantó a tropezones y no me importó correr tras él, no quería ver esa cara. No quería que mi amigo, a quién empezaba a querer mucho más que solo como eso se marche así.


Su voz me cortaba como navajas.

-Yo… lo… siento.

No quería que sienta haberme tocado, extiendo mi mano para tocarlo, pero no me mira, sacude su cabeza, camina para la sala, se desvía, entra hacia la cocina.

-De, de, de verdad… yo, yo no quería… no quería ofenderte 

-Detente de una vez -mi voz salía exasperada-

-Yo, yo te ju… juro que no, no volverá a pasar yo…

-¡TIAGO BASTA!

Hice ademan de fastidio levantando las manos hacia el techo, pero me quedé congelado al ver como frente a mi Tiago, se quedó pálido y encorvado. Daba la impresión de que esperaba de mi parte un golpe, caminé en forma rápida, pero me ganó corriendo hacía su dormitorio, al cual cerró con llave. Me apoyé en la puerta, frente pegada allí, mientras golpeaba con el puño.

-¡Amigo! por favor no te encierres allí, eres como… –dentro de mi grité “¡mi otra mitad, mi compañero, ese que siempre esperé!” pero solo dije en voz alta- mi amigo, hermano. Nunca pensaría mal. 

Arrimé oreja, nada, solo silencio. El frío empezó a subir por mis piernas, en ese momento me di cuenta que el hielo que había en la habitación era un poco menos de lo que había afuera, con saltitos fui a mi habitación me calcé otras medias y mi bota de invierno, una chamarra sobre un pulóver cuello alto de lana, ya vestido me senté en la cama y miro el móvil que parpadea. Con el coraje de rabia en la garganta, por esta situación de mierda lo abro. Tenía dos email de Aprendiz de Mago.

El primero me hizo reír, al imaginar al oso. Abro el segundo y frunzo la frente. Apoyo el móvil sobre mi estomago y pienso en todas las veces en que me sentí mal. 

Nunca fui bueno en elegir, y tampoco la vida me había regalado cosas permanentes.

¡Qué diantres! No puedo quejarme. No me dio una madre, ni un padre, pero si a 8 tías sobreprotectoras, 15 o más hermanos que iban y venían. Las ganas de estudiar. Pero algo que no comprendía era porque mi inclinación al sexo masculino. ¿Sería por estar rodeado de monjas? ¿Qué me hacía ver a todas ellas como intocables? Y ahora esto, por fin encontré un lugar en el cual me sentía como en mi propia casa y a alguien a quien me abría para muchas cosas.

¿Por qué tuvo que pasar esto?

A mi memoria surgió el recuerdo del momento en que la hermana Katty me encontró llorando cuando me avisaron que los padres que me querían retiraban la solicitud  porque se había quedado preñada la mujer.


-¿Por qué no me quieren hermana? -había limpiado mis ojos y sorbido el llanto- prometo portarme bien, no gritaré, haré mis tareas, limpiaré todo 



Ella me había alzado en su regazo y empezado a mecer, mientras me hablaba.



- Xander, sé que eres el mejor de los niños, por eso eres la bendición de muchos, gracias a ti, la señora que nunca había podido tener bebés pudo concebir, al conocerte se dio cuenta que amar a un niño es lo más hermoso y Dios le dio esa bendición, fue por ti.


Ahora sé que era una tontería, pero gracias a ella entiendo que las cosas pasan por algo, cada acción es una pieza del destino que lleva a algo. 

Abro el correo y contesto:
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De: Peter Pan
Fecha: 25 de Septiembre 8:17 
Para: Aprendiz de Mago
Asunto: Hay un pegamento especial

Siempre se puede, nunca hay que decir no puedo, mira afuera, siempre hay alguien en peor situación. Tal vez solo necesitas darte una oportunidad y de nuevo otra.

¿Te sientes destrozado? Tu empeño ayudará a unir de nuevo las piezas rotas.
Busca a tu Bimbo, habla, no te cierres, el silencio a veces no es buen consejero. Nuestros temores nos hacen ciegos a lo que tenemos en frente.

Peter Pan
Onn x siempre
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TIAGO
Desesperado había llegado al cuarto y luego de enviar el correo me fui directo a mi cajón de provisiones revolviendo todo hasta encontrar una bolsa grande de chupetines, con manos temblorosas intentaba abrir la bolsa, sin embargo no lo lograba. Silenciosas lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras le ponía mayor fuerza, la bolsa se abrió de manera estrepitosa lanzando kojaks por todo lugar. La verdad es que poco importo, simplemente me lancé tras uno rojo de cereza y no logré algo de calma hasta que estuvo en mi boca.

El tiempo pasaba lentamente mientras me encontraba senado en el suelo con la espalda pegada contra la puerta, había pasado un rato desde que Tiago dejó de insistir con que abriera, por otra parte me aferraba a mi teléfono como si de eso dependiera mi vida, sujetándolo con ambas manos de manera firme mientras observaba de manera fija hacia el nublado cielo de afuera. Aun estaba nevando y mi mente permanecía igual que el paisaje externo, completamente en blanco.

Mi reacción fue horrible, tan condicionado estaba a los golpes que mi reacción fue de manera automática, protegerme siempre ha sido primordial, casi como una forma de autoprotección en búsqueda del menor daño posible, cuando le vi alzar las manos la acción fue instantánea. Luego de aquello solo sentí vergüenza una enorme, gran y monstruosa vergüenza.

El móvil vibró y con manos temblorosas intentaba abrir la aplicación, rogaba internamente que fuera Peter quien me escribía, por mucho tiempo él ha sido como mi Pepe Grillo, siempre dándome la palabra justa en el momento más necesario, aunque nunca le he dicho nada personal sobre mí, siempre me las arreglaba para contar de manera global algunas cosas, sus comentarios asertivos me han ayudado en más de una ocasión. Una ligera sonrisa despertó en mi rostro cuando le leí

¿Qué pasa si está molesto conmigo? Después de todo actué como un idiota ¿y si me manda a la mierda? ¿Y si se quiere alejar de mi? Eso dolió, pensar en Xander mandándome a la mierda por ser un quejica, dolía. Pero era una posibilidad bastante real.

Gateé hasta llegar a otro kojak de cereza que estaba bajo la cama, a penas logré desenvolverlo y meterlo a mi boca, el gemido de placer fue instantáneo y la explosión de sabor fue un calmante. Haciéndome de valor tomé el móvil y le llamé, sabía que por la hora estaría en el trabajo, pero siempre se hacía de unos minutos para atenderme. Al cuarto sonido respondió.

-Mi pequeño ángel ¿Cómo estás? –Su voz sonaba llena de alegría-

-¡Ey Angelina! Bien por estos lados, aunque no ha parado de nevar desde ayer –Silencio desde el otro lado y movimientos como si se estuviese alejando el ruido-

-Primero que todo soy tu madre, no Angelina. Segundo, algo te pasa, te conozco bebé, háblame, no es habitual que me llames a esta hora

-Lo…  lo siento mamá –reí sin humor- usted sí que me conoce. –Retorcía el borde de mi camiseta con los dedos- es que… creo que metí la pata con un amigo y no sé cómo arreglarlo

-¿Tan malo fue bebé? ¿Fue con tu amigo Alexander, del chico que siempre me hablas?

-Si mamá, actué mal, fui un idiota –dije bajito-

-Ángelos Santiago –dijo con tan firme tono que mi cabeza se alzo como cada vez que lo utilizaba para regañarme- no eres un idiota, ¿acaso no te lo he dejado en claro bebé? No vuelas a decirte eso o te lavaré la boca con jabón y sabes muy bien que yo no amenazo. Pero no nos desviemos del tema, se lo mucho que te importa el chico, es tu primer amigo en la Universidad, si él te estima entenderá la situación se le pides disculpas o si conversan la situación. Solo espero que no hayas hecho lo de siempre… –Silencio de mi parte mientras me hundía aun mas en el suelo- Lo has hecho ¿verdad?

-Si mamá –dije bajito y lleno de culpabilidad-

-Pues saldrás de inmediato del lugar en el que estas encerrado y darás la cara, no te crié para que arranques de los problemas bebé.

-Si mamá.

-Ese es mi pequeño. Ahora debo irme, tengo que seguir trabajando amor. La próxima vez que vengas podrías traer a tu Xander, me encantaría conocer a tu amigo –Sonreí ante la idea-

-Haré lo posible por que sea así mamá. No te quito más tiempo. Te amo.

-Te amo mi ángel, besitos para ti y tu amigo, solo arregla las cosas. Chao chao.

Armándome de valor me puse de pie y observé la puerta como si fuese mi mayor enemigo, inhalé fuerte, me paré recto y abrí la puerta decidido a arreglar las cosas con Xander. Él se encontraba sentado en una de las sillas de la cocina me acerque a su espalda y toqué su hombro dos veces. Bajé la cabeza avergonzado a penas se giró y comencé a jugar con un hilo suelto de mi camiseta.

-Xander… yo… yo… lo siento mucho, eres mi único amigo y estuvo mal lo que hice, no quería faltarte el respeto y… y después… no estuvo bien que me encerrara… -dije bajito- por favor… no te vayas

XANDER
Quince minutos, veinte, treinta. Me levanté y hasta la cocina no me detuve, en ese ínterin volvió la electricidad, encendí la cafetera y mientras el aroma de un café llenaba todo el departamento me derrumbé en la silla esperando escuchar la puerta de Tiago. Con desgana apoyé mi mano en la mejilla. Los pensamientos empezaron a hacer trampolines de posibilidades. Me pediría que me vaya, y tendría que buscar otro lugar.

Tal vez no, solo me daría la oportunidad de que me quede, pero la amistad estaría muerta.

El café ya estaba, tomé la taza más grande y llamé al trabajo, mientras tomaba a grandes sorbos, quemando mi lengua.

-Señor Laurens, una capa alta de hielo cubre la entrada, Chester no se moverá, ni aunque le ate una cadena -su pregunta sobre la limpieza de la calle me tomó de sorpresa- ¿Los camiones de limpieza de nieve? No sé nada de eso y mi compañero de departamento aun no se ha levantado -Paso con nerviosismo la mano en la nuca- Gracias por entender, nos vemos mañana.

De nuevo me siento y termino mi café cuando un toque en el hombro me hace mirar a un Tiago nervioso, preocupado ¡Me quiere mandar volar de aquí! Es lo primero que se me ocurre, pero sus palabras me toman por sorpresa.

-Xander… yo… yo… lo siento mucho, eres mi único amigo y estuvo mal lo que hice, no quería faltarte el respeto y… y después… no estuvo bien que me encerrara… -dije bajito- por favor… no te vayas. -Su mano jalaba y aflojaba un hilo-

Me levanté y él se alejó un paso, me quedé envarado, mosqueado. 

-No te haré nada, no me gusta te alejes de mí. Y no has hecho nada malo.

-Fui a la cafetera y le serví café caliente y algunas galletas-

-Desayuna Tiago

Puse las cosas en la mesa, lo vi sentarse y también me acomodé a su lado.

-No…te… ngo hamb…

-Si lo tienes, vamos, come.

Lo veo servirse, casi tiembla visiblemente su mano y coloco la mía sobre él.

-Una amistad verdadera no se quiebra ante cualquier tropiezo o dudas, la amistad resiste y necesita de quienes la fortalezcan con valentía y en ella consiste: preguntar si hay duda sobre algo a la persona indicada y saber pedir perdón por una falla o creer si cometimos alguna. El amigo siempre escuchará -aprieto su mano- Soy tu amigo y quiero saber qué te pasa y como te sientes conmigo. No me has ofendido en la cama, pero resultó extraño verte de frente tan temprano -reí restando importancia- y seamos sinceros, caíste de culo de susto y hubiese reído a carcajadas si no hubieras volado de allí, así como lo hubieras hecho tú si yo caía igual.

Miré la ventana de nuevo la nieve caía fuerte, se amontonaba en el alfeizar. Una sonrisa leve se formó. No me iba de allí.

TIAGO
Quedé con la galleta a medio comer mientras le miraba embobado, sus palabras sobre la amistad de verdad que me llegaron, él tenía toda la razón. Seguramente el haber vivido toda su vida con las religiosas le ha convertido en alguien mucho más reflexivo… Aunque si pensaba más allá, si aquello lo hubiese leído encajaría perfecto en Peter, sonreí y negué con la cabeza mientras terminaba mi galleta. Su mano apretó la mía. No me había dado cuenta que aún las teníamos tomadas. Sin soltarla me miró fijo.

-Estoy preocupado Tiago –Hu hu, eso no me gustaba- vi que tenías unas marcas que…

-Xander, de, de verdad no es nada, con… con todo este clima a veces me resbalo y simplemente caigo, soy demasiado torpe yo…

-Nunca te he visto siquiera dar un mal paso –dijo con precaución sin mirarme, reí nervioso-

-Yo… pues… tal vez no has tenido suerte, debo tener dos pies izquierdos y…

Enlazó nuestros dedos y me hizo girar de mi silla para mirarme directo a los ojos, me sentía desnudo, como si lograra observar hasta lo más recóndito de mi alma, estaba expuesto y eso me hacía entrar en pánico. De golpe vinieron a mi mente las tantas veces que he sido humillado y las repetidas golpizas que de manera periódica recibía por parte de ese par de idiotas, la impotencia de sentirme vulnerable y aterrado ante ellos. Por sobre todo, el miedo de saber que, en el fondo, Xander había descubierto todo de aquello. Sentí como la sangre emigró de mi rostro y la respiración se volvió más superficial, estaba a un paso de romperme en pedazos cuando simplemente el me abrazó. Sus brazos me envolvieron.

-Todo va a estar bien –acariciaba mi espalda- no me digas nada, solo quiero que sepas que no estás solo –mis manos se cerraron en firmes puños contra su ropa- me tienes a mí.

Por primera vez, después de mucho tiempo, me sentí seguro y protegido, me aferre a él. Esta sensación solo la tenía cuando mamá me envolvía en sus brazos, sabía que mientras estuviese con ella a mi lado nada malo me sucedería, aquel mismo sentimiento fue el que despertó mientras estábamos enlazados.

-Xander… yo… yo –susurré contra su cuello-

-No, no, no, ya te dije, no digas nada, cuando estés listo me contarás todo, solo metete en esa cabeza dura tuya que yo estoy para ti siempre ¿sí?

Un gran alivio sentí ante sus palabras, las cuales eran totalmente reales, no estaba listo para hablar de eso, sin embargo cuando observé la hora en el reloj de manzana me puse de los nervios.

-¡Maldita sea, llegaremos tarde!

-Ammm... ¿Tiago? Estamos atrapados en el depa hasta nuevo aviso

XANDER
Atrapados sonaba a sentencia, a algo desagradable y lo que me pasaba no era de ninguna manera desagradable.

A partir de poner las cosas sobre el carril correspondiente, de aclarar el panorama, pudimos de nuevo bromear sobre la situación. 

Menos mal la calefacción funcionaba y el frío de afuera se quedó allí, pero ahora nos volvimos precavidos y nos organizamos, si se iba la luz, la cama de Tiago era más grande, hasta que podamos comprar unas buenas frazadas.

Nos sentamos a estudiar, ayudé en Literatura a Tiago y él a mí en los malditos problemas de Pitágoras que a cada segundo lo odiaba más.

-… Y como decía Angelina quiere conocerte 

-¡Qué manía de decir Angelina a tu madre! -le tiré un lápiz que esquivo riéndose- ¡Dile mamá como los hijos normales hombre! Por mi no hay problema, en primavera vamos.

-Es una manía que cogí de decirle así.

Con los cuadernos de apuntes, libros esparcidos en la mesa, pasamos toda la tarde hasta que sonó rap en la radio y me puse a bailar frente al equipo de música.

-¡El cuerpo necesita movimiento! -pensando en que hoy no había clases y no había hecho mi rutina diaria. A carcajadas limpias me movía- Ven Tiago amigo

- No, no -negaba con la voz y con el dedo me confirmaba su negativa- hago eso y me levantan a palazos limpios del suelo, sumando una hernia y quien sabe que lesiones más -gruñó al hablar mirando con apenas la vista levantada.

Me senté jadeando y le guiñé, mientras de nuevo trataba de resolver otro ejercicio.

-¡Solo suéltate! -no quise dejar pasar otra pulla para mosquearlo-

Tiago aún negando fue a servirse una taza de chocolate, me levanté y lo abrace por el hombro, mientras le hablaba.

-Iremos a correr y a la discoteca ¿Hay alguna por aquí? ¿Un Pub? Necesitamos relaciones publicas, endurecer tus músculos -me callé, al pensar en que alguna se le acerque, la idea no me gustó y sus músculos no necesitaban endurecerse, estaba demasiado bien- idea descartada -me miras azorado al beber tu taza y tomo la mía- debemos estudiar -soné totalmente convencido, no te había soltado por más que te diste vuelta a mirarme, y con pesar lo hice, aún te costaba aceptar mi contacto.

Volvimos a la rutina, mientras la ventisca caía afuera, la temperatura adentro del departamento era cálida, como el amor que empezaba a invadir a mi cuerpo y corazón, nada que ver con el hielo del exterior.

TIAGO
Lo intentaba, de verdad que si lo hacía, pero los libros de literatura me superaban, era tal mi frustración al intentar comprender el contenido que durante un corto rato había ya comido cuatro chupetines de cereza, el palito del caramelo se movía de un lado a otro de mi boca en un intento vano de concentrarme en eso, realmente eso no era lo mío. Distinto era con los números, los ejercicios y problemas matemáticos eran simple lógica y lograba descifrarlos con total facilidad. Teniendo el conocimiento básico de la operatoria y los procedimientos el resto era solo pan comido. Por sobre el borde y de manera disimulada le observé, estaba totalmente concentrado leyendo “El Quijote de La Mancha”. Me había dado cuenta que él tenía una inconsciente manía reiterativa, cada vez que estaba concentrado leyendo comenzaba a girar  con su dedo pulgar el denario que tenía en su índice, solo deteniéndose para voltear las páginas o tomar apuntes.

Tomé un envoltorio de dulce y se lo lancé.

El primero lo ignoró totalmente a pesar que cayó sobre su libro, el siguiente golpeó su mano y sin mirarme arqueó una ceja y esbozó una sonrisa disimulada, pero en el tercero me brindo su mejor mirada asesina.

-Qué –cerré mi libro-

-¿No crees que es suficiente de estudio? En serio Xander, no sé cómo puedes con la literatura, me supera. En cambio a ti, siempre te veo con un libro bajo el brazo en todo momento, eres un verdadero ratón de biblioteca amigo… oye… ammm…

-Solo dispara lo que sea que te ronda –cierras tu libro-

-Gracias por estar aquí… conmigo –estire mi mano y tome la de él dándole un apretón-

El instante fue extraño, sensaciones que no había sentido se adueñaron de mi estómago y la mirada de Xander estaba cargada de una fuerte emoción no expresada que no lograba identificar, al igual que la sensación de plenitud y bienestar que me provocaba su compañía.

-¿será esto lo que se siente por un amigo? Seguramente es así –pensé para mi mismo-

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