T
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IAGO
Me
encontraba en ese estado entre dormido y despierto, donde no logras identificar
lo que es real u onírico, sentía en mi mejilla izquierda el gélido frío ambiental,
sin embargo el resto de mi cuerpo se encontraba total y absolutamente confortado,
relajado y cobijado. Me sostenía a algo cálido, era como abrazar al sol, si
definitivamente era como eso, estaba acurrucado sosteniendo al sol en mis
brazos. Me apegué aún más a él, se sentía demasiado bien y poco a poco mi
cuerpo comenzó a reaccionar con una típica erección mañanera, sin embargo en
esta ocasión mi socio allá abajo estaba más que en posición de firme, me removí
un poco y bajo la palma de mi mano sentí el constante latido de un corazón y
mis labios acariciaron algo tan suave como la seda.
-¿Tiago?
Abrí mis
ojos de golpe tomando conocimiento de mi situación: estaba de costado con
Xander, nuestras piernas enlazadas, mis brazos rodeándole y mi rostro a escasos
milímetros de él, tan cerca que sentía su respiración mientras me miraba
fijamente sin la más mínima expresión en su rostro.
Entré en
pánico.
-Yo, yo, yo…
lo siento
Dije en un
nervioso y bajo susurro mientras de manera muy torpe me alejaba de él. Tan
envuelto en su cuerpo estaba que caí de bruces al suelo en un intento
desesperado por alejarme. La había cagado. Metido la pata. Jodido con creses.
Seguro que
ahora piensa que soy un abusador, que quería aprovecharme de él, que quise
besarlo. Perderé al único amigo que he tenido en este puto lugar, eso dolió.
¡MALDITA SEA! Necesitaba alejarme rápido por lo que me escabullí hacia la sala
de estar como alma que se la lleva el diablo
-Tiago para
-De, de, de
verdad… yo, yo no quería… no quería ofenderte –me removía nervioso esquivándole-
-Detente de
una vez
-Yo, yo te
ju… juro que no, no volverá a pasar yo…
-¡TIAGO
BASTA!
Dijo de
manera firme y demandante, observé de reojo que
sus manos se alzaron y de manera inmediata cubrí mi cabeza con mis
brazos y encorvé mi cuerpo para protegerme cerrando mis ojos firmemente ante el
inminente golpe que sabía que vendría, sin embargo aquello no sucedió. Al moverme
lentamente y mirarle, vi como su rostro estaba pálido y sus ojos en shock fijos
en mi, sin soportar eso me apresuré a mi cuarto y cogí el móvil.
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De: Aprendiz
de Mago
Fecha: 25 de
Septiembre 7:44
Para: Peter
Pan
Asunto: destrozado
No puedo
más. Estoy roto.
APRENDIZ DE
MAGO
Off
Enviado
desde mi teléfono inteligente Sony Xperia
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XANDER
Me dormí,
pero muy consciente de él, de su aroma a jabón, de ese calor que desprendía y
me había dejado confortable hasta el punto de sacar de mi cuerpo ese frío que
había calado hasta mis huesos.
Removiéndome
en la cama, recordé el sueño más cachondo que había tenido, mi polla estaba
duramente dolorosa y no era nada de esas erecciones matutinas, la mía tenía el
resultado de haber soñado con el cuerpo de él, de haber aunque sea en ellos, lamido
sus tetillas, bajado por ese abdomen plano y levemente cubierto con suaves
pelos. Tocado su paquete, que a través del bulto del bóxer imagine respetable.
Abriendo mis
ojos ahora, un hermoso panorama estaba frente a mí, muy pegado su cara a la mía,
Tiago dormía, su mano apoyada en mi tórax, su pierna metida entre mis piernas,
dejando que mis testículos descansaran sobre ella. Tomé aire, mal asunto, me
llegó de nuevo su aroma. Aparté el pelo de la cara y se movió, movió su mano
bajando y subiendo por mi cuerpo, aunque usaba dos remeras mangas largas, el
calor de su palma traspaso la tela, su boca casi rozó la mía, sin proponerlo
pronuncie su nombre y allí se despertó. Qué pena me dije, pero ese pensamiento
murió cuando con cara de espantó cayó al suelo.
Con un demonio, por un momento olvidé que solo a mí me gustaba él. Se levantó a
tropezones y no me importó correr tras él, no quería ver esa cara. No quería
que mi amigo, a quién empezaba a querer mucho más que solo como eso se marche
así.
Su voz me
cortaba como navajas.
-Yo… lo… siento.
No quería que sienta haberme tocado, extiendo mi mano para tocarlo, pero no me
mira, sacude su cabeza, camina para la sala, se desvía, entra hacia la cocina.
-De, de, de verdad… yo, yo no quería… no quería ofenderte
-Detente de una vez -mi voz salía exasperada-
-Yo, yo te ju… juro que no, no volverá a pasar yo…
-¡TIAGO BASTA!
Hice ademan
de fastidio levantando las manos hacia el techo, pero me quedé congelado al ver
como frente a mi Tiago, se quedó pálido y encorvado. Daba la impresión de que
esperaba de mi parte un golpe, caminé en forma rápida, pero me ganó corriendo
hacía su dormitorio, al cual cerró con llave. Me apoyé en la puerta, frente
pegada allí, mientras golpeaba con el puño.
-¡Amigo! por favor no te encierres allí, eres como… –dentro de mi grité “¡mi
otra mitad, mi compañero, ese que siempre esperé!” pero solo dije en voz alta-
mi amigo, hermano. Nunca pensaría mal.
Arrimé oreja, nada, solo silencio. El frío empezó a subir por mis piernas, en
ese momento me di cuenta que el hielo que había en la habitación era un poco
menos de lo que había afuera, con saltitos fui a mi habitación me calcé otras
medias y mi bota de invierno, una chamarra sobre un pulóver cuello alto de
lana, ya vestido me senté en la cama y miro el móvil que parpadea. Con el
coraje de rabia en la garganta, por esta situación de mierda lo abro. Tenía dos
email de Aprendiz de Mago.
El primero me hizo reír, al imaginar al oso. Abro el segundo y frunzo la
frente. Apoyo el móvil sobre mi estomago y pienso en todas las veces en que me
sentí mal.
Nunca fui bueno en elegir, y tampoco la vida me había regalado cosas
permanentes.
¡Qué diantres! No puedo quejarme. No me dio una madre, ni un padre, pero si a 8
tías sobreprotectoras, 15 o más hermanos que iban y venían. Las ganas de
estudiar. Pero algo que no comprendía era porque mi inclinación al sexo
masculino. ¿Sería por estar rodeado de monjas? ¿Qué me hacía ver a todas ellas
como intocables? Y ahora esto, por fin encontré un lugar en el cual me sentía
como en mi propia casa y a alguien a quien me abría para muchas cosas.
¿Por qué
tuvo que pasar esto?
A mi memoria surgió el recuerdo del momento en que la hermana Katty me encontró
llorando cuando me avisaron que los padres que me querían retiraban la
solicitud porque se había quedado
preñada la mujer.
-¿Por qué no me quieren hermana? -había
limpiado mis ojos y sorbido el llanto- prometo portarme bien, no gritaré, haré
mis tareas, limpiaré todo
Ella me había alzado en su regazo y empezado a mecer, mientras me hablaba.
- Xander, sé que eres el mejor de los niños, por eso eres la bendición de
muchos, gracias a ti, la señora que nunca había podido tener bebés pudo
concebir, al conocerte se dio cuenta que amar a un niño es lo más hermoso y
Dios le dio esa bendición, fue por ti.
Ahora sé que era una tontería, pero gracias a ella entiendo que las cosas pasan
por algo, cada acción es una pieza del destino que lleva a algo.
Abro el correo y contesto:
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De: Peter
Pan
Fecha: 25 de
Septiembre 8:17
Para:
Aprendiz de Mago
Asunto: Hay
un pegamento especial
Siempre se puede, nunca hay que decir no puedo, mira afuera, siempre hay
alguien en peor situación. Tal vez solo necesitas darte una oportunidad y de
nuevo otra.
¿Te sientes destrozado? Tu empeño ayudará a unir de nuevo las piezas rotas.
Busca a tu Bimbo, habla, no te cierres, el silencio a veces no es buen
consejero. Nuestros temores nos hacen ciegos a lo que tenemos en frente.
Peter Pan
Onn
x siempre
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TIAGO
Desesperado
había llegado al cuarto y luego de enviar el correo me fui directo a mi cajón
de provisiones revolviendo todo hasta encontrar una bolsa grande de chupetines,
con manos temblorosas intentaba abrir la bolsa, sin embargo no lo lograba.
Silenciosas lágrimas se deslizaban por mis mejillas mientras le ponía mayor
fuerza, la bolsa se abrió de manera estrepitosa lanzando kojaks por todo lugar.
La verdad es que poco importo, simplemente me lancé tras uno rojo de cereza y
no logré algo de calma hasta que estuvo en mi boca.
El tiempo
pasaba lentamente mientras me encontraba senado en el suelo con la espalda
pegada contra la puerta, había pasado un rato desde que Tiago dejó de insistir
con que abriera, por otra parte me aferraba a mi teléfono como si de eso
dependiera mi vida, sujetándolo con ambas manos de manera firme mientras
observaba de manera fija hacia el nublado cielo de afuera. Aun estaba nevando y
mi mente permanecía igual que el paisaje externo, completamente en blanco.
Mi reacción
fue horrible, tan condicionado estaba a los golpes que mi reacción fue de
manera automática, protegerme siempre ha sido primordial, casi como una forma
de autoprotección en búsqueda del menor daño posible, cuando le vi alzar las manos
la acción fue instantánea. Luego de aquello solo sentí vergüenza una enorme,
gran y monstruosa vergüenza.
El móvil
vibró y con manos temblorosas intentaba abrir la aplicación, rogaba
internamente que fuera Peter quien me escribía, por mucho tiempo él ha sido
como mi Pepe Grillo, siempre dándome la palabra justa en el momento más
necesario, aunque nunca le he dicho nada personal sobre mí, siempre me las
arreglaba para contar de manera global algunas cosas, sus comentarios asertivos
me han ayudado en más de una ocasión. Una ligera sonrisa despertó en mi rostro
cuando le leí
¿Qué pasa si
está molesto conmigo? Después de todo actué como un idiota ¿y si me manda a la
mierda? ¿Y si se quiere alejar de mi? Eso dolió, pensar en Xander mandándome a
la mierda por ser un quejica, dolía. Pero era una posibilidad bastante real.
Gateé hasta
llegar a otro kojak de cereza que estaba bajo la cama, a penas logré
desenvolverlo y meterlo a mi boca, el gemido de placer fue instantáneo y la
explosión de sabor fue un calmante. Haciéndome de valor tomé el móvil y le
llamé, sabía que por la hora estaría en el trabajo, pero siempre se hacía de
unos minutos para atenderme. Al cuarto sonido respondió.
-Mi pequeño
ángel ¿Cómo estás? –Su voz sonaba llena de alegría-
-¡Ey
Angelina! Bien por estos lados, aunque no ha parado de nevar desde ayer –Silencio
desde el otro lado y movimientos como si se estuviese alejando el ruido-
-Primero que
todo soy tu madre, no Angelina. Segundo, algo te pasa, te conozco bebé, háblame,
no es habitual que me llames a esta hora
-Lo… lo siento mamá –reí sin humor- usted sí que
me conoce. –Retorcía el borde de mi camiseta con los dedos- es que… creo que
metí la pata con un amigo y no sé cómo arreglarlo
-¿Tan malo
fue bebé? ¿Fue con tu amigo Alexander, del chico que siempre me hablas?
-Si mamá,
actué mal, fui un idiota –dije bajito-
-Ángelos
Santiago –dijo con tan firme tono que mi cabeza se alzo como cada vez que lo
utilizaba para regañarme- no eres un idiota, ¿acaso no te lo he dejado en claro
bebé? No vuelas a decirte eso o te lavaré la boca con jabón y sabes muy bien
que yo no amenazo. Pero no nos desviemos del tema, se lo mucho que te importa
el chico, es tu primer amigo en la Universidad, si él te estima entenderá la
situación se le pides disculpas o si conversan la situación. Solo espero que no
hayas hecho lo de siempre… –Silencio de mi parte mientras me hundía aun mas en
el suelo- Lo has hecho ¿verdad?
-Si mamá
–dije bajito y lleno de culpabilidad-
-Pues
saldrás de inmediato del lugar en el que estas encerrado y darás la cara, no te
crié para que arranques de los problemas bebé.
-Si mamá.
-Ese es mi
pequeño. Ahora debo irme, tengo que seguir trabajando amor. La próxima vez que
vengas podrías traer a tu Xander, me encantaría conocer a tu amigo –Sonreí ante
la idea-
-Haré lo
posible por que sea así mamá. No te quito más tiempo. Te amo.
-Te amo mi
ángel, besitos para ti y tu amigo, solo arregla las cosas. Chao chao.
Armándome de
valor me puse de pie y observé la puerta como si fuese mi mayor enemigo, inhalé
fuerte, me paré recto y abrí la puerta decidido a arreglar las cosas con
Xander. Él se encontraba sentado en una de las sillas de la cocina me acerque a
su espalda y toqué su hombro dos veces. Bajé la cabeza avergonzado a penas se
giró y comencé a jugar con un hilo suelto de mi camiseta.
-Xander… yo…
yo… lo siento mucho, eres mi único amigo y estuvo mal lo que hice, no quería
faltarte el respeto y… y después… no estuvo bien que me encerrara… -dije
bajito- por favor… no te vayas
XANDER
Quince
minutos, veinte, treinta. Me levanté y hasta la cocina no me detuve, en ese
ínterin volvió la electricidad, encendí la cafetera y mientras el aroma de un
café llenaba todo el departamento me derrumbé en la silla esperando escuchar la
puerta de Tiago. Con desgana apoyé mi mano en la mejilla. Los pensamientos
empezaron a hacer trampolines de posibilidades. Me pediría que me vaya, y
tendría que buscar otro lugar.
Tal vez no, solo me daría la oportunidad de que me quede, pero la amistad
estaría muerta.
El café ya estaba, tomé la taza más grande y llamé al trabajo, mientras tomaba
a grandes sorbos, quemando mi lengua.
-Señor Laurens, una capa alta de hielo cubre la entrada, Chester no se moverá,
ni aunque le ate una cadena -su pregunta sobre la limpieza de la calle me tomó
de sorpresa- ¿Los camiones de limpieza de nieve? No sé nada de eso y mi
compañero de departamento aun no se ha levantado -Paso con nerviosismo la mano
en la nuca- Gracias por entender, nos vemos mañana.
De nuevo me siento y termino mi café cuando un toque en el hombro me hace mirar
a un Tiago nervioso, preocupado ¡Me quiere mandar volar de aquí! Es lo primero
que se me ocurre, pero sus palabras me toman por sorpresa.
-Xander… yo… yo… lo siento mucho, eres mi único amigo y estuvo mal lo que hice,
no quería faltarte el respeto y… y después… no estuvo bien que me encerrara…
-dije bajito- por favor… no te vayas. -Su mano jalaba y aflojaba un hilo-
Me levanté y él se alejó un paso, me quedé envarado, mosqueado.
-No te haré nada, no me gusta te alejes de mí. Y no has hecho nada malo.
-Fui a la cafetera y le serví café caliente y algunas galletas-
-Desayuna Tiago
Puse las cosas en la mesa, lo vi sentarse y también me acomodé a su lado.
-No…te… ngo hamb…
-Si lo tienes, vamos, come.
Lo veo servirse, casi tiembla visiblemente su mano y coloco la mía sobre él.
-Una amistad verdadera no se quiebra ante cualquier tropiezo o dudas, la
amistad resiste y necesita de quienes la fortalezcan con valentía y en ella
consiste: preguntar si hay duda sobre algo a la persona indicada y saber pedir
perdón por una falla o creer si cometimos alguna. El amigo siempre escuchará -aprieto
su mano- Soy tu amigo y quiero saber qué te pasa y como te sientes conmigo. No
me has ofendido en la cama, pero resultó extraño verte de frente tan temprano -reí
restando importancia- y seamos sinceros, caíste de culo de susto y hubiese
reído a carcajadas si no hubieras volado de allí, así como lo hubieras hecho tú
si yo caía igual.
Miré la ventana de nuevo la nieve caía fuerte, se amontonaba en el alfeizar.
Una sonrisa leve se formó. No me iba de allí.
TIAGO
Quedé con la
galleta a medio comer mientras le miraba embobado, sus palabras sobre la
amistad de verdad que me llegaron, él tenía toda la razón. Seguramente el haber
vivido toda su vida con las religiosas le ha convertido en alguien mucho más
reflexivo… Aunque si pensaba más allá, si aquello lo hubiese leído encajaría
perfecto en Peter, sonreí y negué con la cabeza mientras terminaba mi galleta.
Su mano apretó la mía. No me había dado cuenta que aún las teníamos tomadas.
Sin soltarla me miró fijo.
-Estoy
preocupado Tiago –Hu hu, eso no me gustaba- vi que tenías unas marcas que…
-Xander, de,
de verdad no es nada, con… con todo este clima a veces me resbalo y simplemente
caigo, soy demasiado torpe yo…
-Nunca te he
visto siquiera dar un mal paso –dijo con precaución sin mirarme, reí nervioso-
-Yo… pues…
tal vez no has tenido suerte, debo tener dos pies izquierdos y…
Enlazó
nuestros dedos y me hizo girar de mi silla para mirarme directo a los ojos, me
sentía desnudo, como si lograra observar hasta lo más recóndito de mi alma,
estaba expuesto y eso me hacía entrar en pánico. De golpe vinieron a mi mente
las tantas veces que he sido humillado y las repetidas golpizas que de manera
periódica recibía por parte de ese par de idiotas, la impotencia de sentirme
vulnerable y aterrado ante ellos. Por sobre todo, el miedo de saber que, en el
fondo, Xander había descubierto todo de aquello. Sentí como la sangre emigró de
mi rostro y la respiración se volvió más superficial, estaba a un paso de
romperme en pedazos cuando simplemente el me abrazó. Sus brazos me envolvieron.
-Todo va a
estar bien –acariciaba mi espalda- no me digas nada, solo quiero que sepas que
no estás solo –mis manos se cerraron en firmes puños contra su ropa- me tienes
a mí.
Por primera
vez, después de mucho tiempo, me sentí seguro y protegido, me aferre a él. Esta
sensación solo la tenía cuando mamá me envolvía en sus brazos, sabía que
mientras estuviese con ella a mi lado nada malo me sucedería, aquel mismo
sentimiento fue el que despertó mientras estábamos enlazados.
-Xander… yo…
yo –susurré contra su cuello-
-No, no, no,
ya te dije, no digas nada, cuando estés listo me contarás todo, solo metete en
esa cabeza dura tuya que yo estoy para ti siempre ¿sí?
Un gran
alivio sentí ante sus palabras, las cuales eran totalmente reales, no estaba
listo para hablar de eso, sin embargo cuando observé la hora en el reloj de
manzana me puse de los nervios.
-¡Maldita
sea, llegaremos tarde!
-Ammm...
¿Tiago? Estamos atrapados en el depa hasta nuevo aviso
XANDER
Atrapados
sonaba a sentencia, a algo desagradable y lo que me pasaba no era de ninguna
manera desagradable.
A partir de poner las cosas sobre el carril correspondiente, de aclarar el
panorama, pudimos de nuevo bromear sobre la situación.
Menos mal la calefacción funcionaba y el frío de afuera se quedó allí, pero
ahora nos volvimos precavidos y nos organizamos, si se iba la luz, la cama de
Tiago era más grande, hasta que podamos comprar unas buenas frazadas.
Nos sentamos a estudiar, ayudé en Literatura a Tiago y él a mí en los malditos
problemas de Pitágoras que a cada segundo lo odiaba más.
-… Y como decía Angelina quiere conocerte
-¡Qué manía de decir Angelina a tu madre! -le tiré un lápiz que esquivo
riéndose- ¡Dile mamá como los hijos normales hombre! Por mi no hay problema, en
primavera vamos.
-Es una manía que cogí de decirle así.
Con los cuadernos de apuntes, libros esparcidos en la mesa, pasamos toda la
tarde hasta que sonó rap en la radio y me puse a bailar frente al equipo de
música.
-¡El cuerpo necesita movimiento! -pensando en que hoy no había clases y no
había hecho mi rutina diaria. A carcajadas limpias me movía- Ven Tiago amigo
- No, no -negaba con la voz y con el dedo me confirmaba su negativa- hago eso y
me levantan a palazos limpios del suelo, sumando una hernia y quien sabe que
lesiones más -gruñó al hablar mirando con apenas la vista levantada.
Me senté jadeando y le guiñé, mientras de nuevo trataba de resolver otro ejercicio.
-¡Solo suéltate! -no quise dejar pasar otra pulla para mosquearlo-
Tiago aún negando fue a servirse una taza de chocolate, me levanté y lo abrace
por el hombro, mientras le hablaba.
-Iremos a correr y a la discoteca ¿Hay alguna por aquí? ¿Un Pub? Necesitamos
relaciones publicas, endurecer tus músculos -me callé, al pensar en que alguna
se le acerque, la idea no me gustó y sus músculos no necesitaban endurecerse,
estaba demasiado bien- idea descartada -me miras azorado al beber tu taza y
tomo la mía- debemos estudiar -soné totalmente convencido, no te había soltado
por más que te diste vuelta a mirarme, y con pesar lo hice, aún te costaba
aceptar mi contacto.
Volvimos a la rutina, mientras la ventisca caía afuera, la temperatura adentro
del departamento era cálida, como el amor que empezaba a invadir a mi cuerpo y
corazón, nada que ver con el hielo del exterior.
TIAGO
Lo
intentaba, de verdad que si lo hacía, pero los libros de literatura me
superaban, era tal mi frustración al intentar comprender el contenido que
durante un corto rato había ya comido cuatro chupetines de cereza, el palito
del caramelo se movía de un lado a otro de mi boca en un intento vano de
concentrarme en eso, realmente eso no era lo mío. Distinto era con los números,
los ejercicios y problemas matemáticos eran simple lógica y lograba
descifrarlos con total facilidad. Teniendo el conocimiento básico de la
operatoria y los procedimientos el resto era solo pan comido. Por sobre el
borde y de manera disimulada le observé, estaba totalmente concentrado leyendo
“El Quijote de La Mancha”. Me había dado cuenta que él tenía una inconsciente
manía reiterativa, cada vez que estaba concentrado leyendo comenzaba a
girar con su dedo pulgar el denario que
tenía en su índice, solo deteniéndose para voltear las páginas o tomar apuntes.
Tomé un
envoltorio de dulce y se lo lancé.
El primero
lo ignoró totalmente a pesar que cayó sobre su libro, el siguiente golpeó su
mano y sin mirarme arqueó una ceja y esbozó una sonrisa disimulada, pero en el tercero
me brindo su mejor mirada asesina.
-Qué –cerré
mi libro-
-¿No crees
que es suficiente de estudio? En serio Xander, no sé cómo puedes con la
literatura, me supera. En cambio a ti, siempre te veo con un libro bajo el
brazo en todo momento, eres un verdadero ratón de biblioteca amigo… oye… ammm…
-Solo
dispara lo que sea que te ronda –cierras tu libro-
-Gracias por
estar aquí… conmigo –estire mi mano y tome la de él dándole un apretón-
El instante
fue extraño, sensaciones que no había sentido se adueñaron de mi estómago y la
mirada de Xander estaba cargada de una fuerte emoción no expresada que no
lograba identificar, al igual que la sensación de plenitud y bienestar que me
provocaba su compañía.
-¿será esto
lo que se siente por un amigo? Seguramente es así –pensé para mi mismo-

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